Vecinos del centro de Melilla han mostrado su malestar en Twitter con las obras de peatonalización del centro de la ciudad que, según dicen, está matando sus comercios. Se quejan de que el cierre de calles al tráfico provoca también inseguridad, miedo a caminar por las noches por la zona; pone los aparcamientos en busca y captura y, en definitiva, arruina sus negocios.
Desde la Consejería de Medio Ambiente han descartado uno de los mayores temores de estos vecinos: la peatonalización de la calle Sidi Abdelkader. Según ha podido saber El Faro, no entra en los planes del consejero cepemista Hassan Mohatar que esa vía se vaya a cerrar.
En todo caso, aclaran que las tareas de peatonalización del centro de Melilla no responden a una decisión unilateral de la Ciudad Autónoma sino que cuenta con el respaldo del Foro de la Movilidad, la Confederación de Empresarios de Melilla y de los partidos políticos. O sea, aquí los comerciantes, si no están a gusto, ya saben a quién recurrir. Y esto mismo sirve para los votantes: si no nos gusta podemos castigarlo en las urnas.
Todos somos conscientes de que en estos momentos de pandemia, confinamiento voluntario y, en definitiva, de desánimo económico y social, apelar a la paciencia de los vecinos es pasarse tres o cuatro pueblos.
Estoy de acuerdo con la Consejería de Medio Ambiente en que las obras son molestas, pero una vez que se terminan, da gusto disfrutar de los resultados. Ahí quizás es donde radica el problema. No podemos eternizar las labores de peatonalización. Si los chinos fueron capaces de levantar un hospital en 10 días, cerrar una calle tiene que hacerse en dos para que a los vecinos no les dé tiempo ni a quejarse.
Se trata de ser eficientes y, sobre todo, de darle publicidad a las bondades de la peatonalización del centro. Que las tiene, aunque han sido demostradas en ciudades grandes, con alta densidad de población en el casco urbano.
Porque, a la larga, la peatonalización del centro no nos va a poner a caminar a todos por Melilla. Si usted vive en la Cañada o en Cabrerizas, no se va a dar un paseo a pie, ni en verano ni en invierno, para tomarse un helado en las inmediaciones del Parque Hernández.
Lo mismo pasa en Madrid, en Barcelona o en Valencia. Al final, las calles del centro peatonalizadas las disfrutan los turistas (que aquí no tenemos) y los vecinos del centro. Visto así, es una inversión millonaria para unos pocos.
Pero si usted cree en el cambio climático, coincidirá conmigo en que tenemos que dejar el coche en casa y tenemos que echar a andar. Por el bien del Medio Ambiente y por nuestra salud. Matamos dos pájaros de un tiro: el colesterol y los gases contaminantes.
Aunque es necesario que seamos honestos. Esto no es Madrid. Si usted vive en el centro y le peatonalizan la calle, ¿qué hace con su coche? A veces se nos olvida que en Melilla no hay suelo disponible para hacer plazas de aparcamientos y que en esta ciudad hay mucha inseguridad. El coche, incluso a la vista, está en peligro. Imagínese si tenemos que aparcarlo a cuatro o cinco calles de nuestra casa. Ya ni te cuento si sólo encontramos una plaza al lado de un contenedor, con el peligro que tienen los pirómanos autóctonos.
En definitiva, creo que tenemos que avanzar hacia la sostenibilidad de nuestras ciudades, pero sin apretar mucho la tuerca, porque no podemos arriesgarnos a que se vaya de rosca. Me gustan las calles peatonales, pero detesto el ruido, el polvo, los andamios y la eternización de los trabajos. Tenemos que buscar el equilibrio. Y ahí estriba la dificultad. Nosotros o no llegamos, o nos pasamos.
Por otro lado, sabemos que vienen en camino nuevas restricciones para Melilla, como la prohibición de que los coches contaminantes accedan al centro de la ciudad. Será, por ley, a partir de este 23 de junio, y todos damos por hecho que no habrá mayores problemas con la frontera cerrada, pero en algún momento habrá que reabrirla.
Cuando eso ocurra, ya sabemos que por nuestras calles circularán coches prehistóricos que no cumplen con las exigencias necesarias para entrar en España y circular por nuestro país. ¿Vamos a ser inflexibles con eso?
También hay previstas modificaciones en la zona del Parque Hernández para abrirla a los vecinos. De esta forma nuestro Central Park dejará de parecer un recinto amurallado, reconvertido en horario nocturno en Sodoma y Gomorra. La idea me gusta siempre que los protagonistas de historias en la oscuridad no se trasladen a las calles aledañas.
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