Se trata de un grupo de 18 menores de origen sirio que no quieren estar en el centro de acogida por sentirse intimidados por los marroquíes l Esperan ante la puerta del CETI para ver a madres y hermanos, que les llevan comida.
Cuentan que son 18, que residen en el Centro de Menores la Purísima y que procuran no estar mucho tiempo en este fuerte reconvertido en residencia para cientos de jóvenes inmigrantes. Se trata de un grupo de sirios, de los cuales la mayoría de ellos no lleva mucho tiempo en Melilla, y que sueña con entrar a vivir al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) porque dicen que las condiciones son mejores y que allí residen familiares suyos. Pasan las horas ante el centro de inmigrantes, bajo el fuerte calor que azota estos días, buscando los rincones de sombra y esperando que sus familiares salgan para darles algo de comida y estar con ellos. Asimismo, explican que no quieren estar en la Purísima, donde desayunan y vuelven por la noche, porque dicen que se sienten amenazados por la mayoría marroquí que les roba su dinero y sus teléfonos, les amenaza con cuchillos y les buscan problemas. Ellos aseguran que no quieren conflictos, que sólo quieren viajar a la península y sueñan con llegar a Alemania con el deseo de tener una vida mejor. En general, tienen entre 15 y 17 años y están en Melilla porque el panorama en Siria era insostenible. Dos de ellos hablaron ayer con El Faro de Melilla y explicaron la situación que viven desde hace a penas 20 días que están en la ciudad. De Kobani a Melilla Uno de estos chicos, que quiso reservar su identidad, comentó ayer a este periódico que en septiembre del pasado año el autoproclamado Estado Islámico tomó la región de Kobane, donde residían y estudiaban. Este grupo terrorista cerró muchas escuelas y restringió sus actividades cotidianas. Esta situación produjo un auténtico peregrinaje para él y su familia, que ha pasado por Turquía, Algeria y Marruecos, hasta llegar a Melilla cruzando la frontera. En un inglés que denota que ha tenido una formación académica, este joven cuenta que al pasar la frontera, él y su madre y hermanas fueron separados. Por su parte, su padre reside en Algeria y pretenden trasladarlo a Europa en cuanto regulen su situación en España. Así pues, mientras su madre y sus hermanas viven en el CETI, él reside en la Purísima, donde, al igual que el resto de su grupo, no quiere estar. Se trata de un grupo de jóvenes sirios que se ha convertido casi en una comuna, ya que se desplazan juntos, una vez a la semana van a la playa, y juegan al fútbol. Prueba de ADN La esperanza para los dos jóvenes que hablaron ayer con El Faro de Melilla es una prueba de ADN que demuestre que sus madres realmente son sus madres y que residen en el CETI. Según cuentan, esta situación sería mucho mejor para ellos, puesto que, además de estar con sus familias, les alejaría de un ambiente que rechazan por la cantidad de problemas que dicen tener en el centro de menores. Asimismo, cuando hablan de los marroquíes que residen en la Purísima, todos coinciden en decir que son conflictivos y que tienen cuchillos. Además, uno de estos chicos cuenta que lo último que quiere es tener problemas que retrasen la prueba de ADN que les haría salir de allí, razón por la cual no han querido que se revele su identidad en este artículo. Según explican los dos jóvenes, esperan que el test para comprobar su parentesco tendrá lugar el lunes que viene. Una vez que esta prueba resulte positiva para ellos, pasarían a vivir en el CETI con sus madres. De allí esperan viajar a la península. Ya tienen el itinerario claro que quieren hacer: De Melilla a Málaga y de la Costa del Sol a Madrid o Barcelona. Sin embargo, no pretenden quedarse en España, puesto que quieren ir a Alemania para intentar tener un trabajo, un futuro y, de forma más inmediata, traer a Europa a sus padres que todavía residen en Algeria. Visitas periódicas Las horas que pasan ante el CETI son para esperar por sus familiares. En el caso de los jóvenes que hablaron con este periódico, aguardan por sus madres, que les llevan comida que guardan de su propia comida. Hay otros que esperan a sus hermanos, mientras que muchos están solos en Melilla, y lo que hacen es esperar junto a este grupo de jóvenes sirios, por tal de no estar vagando por la ciudad o por no quedarse en centro de la Purísima. Así pues, tres o cuatro veces al día, estos menores ven a sus familiares, pasan 15 minutos con ellos, y siguen esperando a que llegue la siguiente salida para recibir comida y pasar un rato juntos.
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