El consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura, más que reconocer, denunció ayer “el hacinamiento” que se vive en La Purísima, el centro de acogida de menores extranjeros no acompañados (menas) de Melilla, donde el pasado martes había registrados 345 niños, sin contar otros 60 que viven en la calle.
El propio consejero admite que si tuvieran 280 menas podrían hacer con ellos un trabajo educativo que hoy por hoy es imposible llevar a cabo porque los educadores sociales no dan abasto.
Están tan desbordados que no pueden aplicar el reglamento disciplinario en casos como el de los niños que se escapan de La Purísima porque no hay personal ni espacio físico para hacerlo.
Incluso llegó a alertar el consejero de que si intentaran tomar algún tipo de medida con los niños que la Policía o la Guardia Civil llevan al centro tras una redada, podrían encontrarse con “motines” en La Purísima.
Ventura hizo una radiografía de los menas que llegan a Melilla: los de entre 16 y 17 años, que son de las cercanías de la ciudad y vienen para intentar llegar a la península con sus papeles en regla; los que intentan colarse como polizones en los barcos jugándose la vida y los más pequeños, que vienen a estudiar.
La gran mayoría de ellos, dijo, llegan a la ciudad empujados por sus familias, que planifican el viaje para que sus hijos puedan tener una vida mejor bajo la tutela de la Ciudad Autónoma.
Por eso las autoridades locales se plantean llevar a cabo una campaña informativa en Marruecos para explicar a los padres los riesgos que corren sus hijos cuando vienen a Melilla, ya que muchos optan por vivir en la calle, donde en muchas ocasiones terminan delinquiendo.
Aunque el Gobierno central baraja la repatriación de estos niños a Marruecos, la negociación se antoja compleja.
Las autoridades del país vecino ya no pueden decir que nadie les ha pedido que readmitan a los niños marroquíes que deambulan no sólo por Melilla sino por otras ciudades de España y de la Unión Europea. Están avisadas y todos están a la espera de que tome una decisión al respecto.
La Ciudad trabaja ya en un reglamento para permitir que familias de Melilla puedan acoger menas de corta edad.
La idea no está nada mal, pero todos sabemos que Marruecos es bastante intransigente con el tema de las ‘kafalas’ (adopciones).
En cualquier caso hay que hacer algo. El Gobierno ya ha dicho que la ley no contempla casos excepcionales como los de Melilla. No queda otra que negociar con Marruecos. Los amigos, por encima de todo, se respetan.