Hace unos días, a la vuelta de un rápido viaje a la capital del Reino, sufrimos miles de pasajeros las consecuencias de un fallo en las catenarias cercanas a la Estación de Atocha y tuvimos retrasos de varias horas en llegar a nuestros destinos. Esta semana, han sido la catenarias -supongo que otras- las que han vuelto a colapsar el transporte de los trenes de alta velocidad de tres compañías distintas que unen Madrid con la Comunidad Valenciana y de rebote con otros orígenes y destinos.
Por suerte, los españoles peninsulares siempre tienen la opción de usar otros medios de transporte alternativos y por ello traigo a colación el fallo de las catenarias. En Melilla, no tenemos catenarias, pero tampoco trenes, ni carreteras para autobuses o coches que nos permitan ir o volver a la Península. Tenemos, lo que tenemos…
Siempre he dicho que el transporte que permita el movimiento de personas y mercancías a precios razonables es nuestra gran asignatura pendiente para el posible desarrollo económico de nuestra Ciudad sin olvidar la apuesta por potenciar los servicios digitales y tecnológicos -esa es otra asignatura pendiente- pero que ya disponen de buenas infraestructuras de comunicaciones para ello.
El Estado español, cumpliendo con su obligación constitucional y las disposiciones de la Unión Europea, aporta muchos millones de euros al año en bonificar los transportes marítimos y aéreos para los residentes en territorios extra-peninsulares pero seguimos sin tener la conectividad y, sobre todo, los precios necesarios para que el flujo de bienes y personas sea el que necesitamos. Ya se ha dicho por varios representantes políticos locales que la subvención del 75% al residente no ha dado el resultado previsto y que habría que buscar un nuevo enfoque. Pero ninguno se ha puesto a estudiar alternativas serias y, sobre todo, conseguir que la compañía que detenta el monopolio de facto del servicio aéreo no siga abusando de nuestra necesidad de usar sus aviones.
Ni en la reciente visita institucional del presidente de AirNostrum ni en el III Foro Internacional de Turismo Ciudad de Melilla se puso encima de la mesa la gran diferencia de precios que hay entre un vuelo de Málaga a Nador y la que se oferta de Málaga a Melilla por la misma compañía, el mismo aparato ATR72, el mismo día (24 de julio) y horario y misma distancia: a Nador, 77 euros y a Melilla, el más barato, 139 euros. Y si comparamos el vuelo de Madrid a Andorra (31 de marzo) con el de Melilla -solo 15 millas más de trayecto- la diferencia es aún más sangrante: 95 euros frente a los 600 euros que cobran por venir a Melilla. Y de Madrid a Nador, solo 120 euros (14 de junio). Si los costes operativos son los mismos para los trayectos similares la diferencia de precios refleja el brutal beneficio que obtienen con los vuelos a Melilla pues ninguna empresa opera por debajo de sus costes. Nos dirán para justificarse, como siempre, que hay ofertas muy buenas -si sacas los billetes con meses de antelación- y que hacen un esfuerzo importantísimo ofreciendo varios vuelos desde Melilla a muchos destinos. Entiendo que el Sr. Bertomeu esté contentísimo de la actual situación de monopolio. Nosotros, no.
La iniciativa del Gobierno de Melilla, que este año ha aprobado dedicar 5 millones de euros a facilitar la llegada de turistas -casi todos ellos ex residentes o familia y amigos de residentes y espero que no a los viajeros de la OPE-, va a incrementar los beneficios de Iberia Regional de una manera espectacular. Tuvimos la visita del Sr. Bertomeu y se limitó a ‘vendernos’ su interés en ampliar los horarios del aeropuerto -para dentro de unos meses, según el director del aeropuerto- y lo satisfecho que está del negocio que realiza a costa de los melillenses.
Se ha puesto de manifiesto repetidas veces la necesidad de mejorar las ‘limitaciones operativas’ del aeropuerto, donde la oferta de aeronaves está limitada por las dimensiones de la pista de aterrizaje. Esta es la única forma de romper el monopolio actual si no se les obliga a poner unas tarifas ‘decentes’ vía OSP. El actual Gobierno de España, a través de AENA y ENAIRE, ya ha dejado claro que no piensa poner un euro en la solución ni va a investigar desde la CNMC la situación monopolística. Eso sí, nos van a ampliar la sala de embarque, entiendo que ante el incremento de pasajeros que la usamos. Todo un detalle.
¿Y qué decir de la famosa y esperada bonificación al transporte de mercancías a la que tenemos derecho desde 2016? La realidad es que nos hemos quedado igual que antes, salvo las pocas excepciones a las mercancías peligrosas, los residuos que generamos en la ciudad y la devolución de las mercancías que necesiten retornar a la península algunos pocos comerciantes pero no todos los empresarios ni los particulares. Toda una milonga o el chocolate del loro. Tenemos la inflación más alta de España. Los precios de los alimentos han subido más que en el resto de España y encima nos cuesta un ‘huevo y parte del otro’ traerlas desde la Península. Una gran gestión de la Delegación del Gobierno en Melilla que no ha movido un dedo por conseguir lo que necesitamos: abaratar los costes de los transportes de pasajeros y mercancías a Melilla.
Aprovecho para resaltar la inseguridad jurídica que tenemos en Melilla al estar nuestras especifidades fiscales -otra de nuestras catenarias- en manos de un Gobierno que con un RDL puede acabar -y de hecho ha acabado- con alguna de ellas como ha ocurrido con la bonificación automática del 50% de bonificación en las cuotas patronales de la seguridad social.
Si el perdedor de las últimas elecciones municipales, autonómicas y generales sigue “negociando” y dando lo que sea necesario a cambio de conseguir los siete votos que necesita para su investidura -aunque para ello tenga que cambiar de opinión las veces que sean necesarias y saltarse sus propias ‘líneas rojas’ o ceder a las exigencias de unos delincuentes condenados o huidos de la Justicia- y consigue volver a presidir el Gobierno de España, mucho que temo que las ‘catenarias’ de Melilla van a seguir sin funcionar y los transportes seguirán siendo una asignatura pendiente para el futuro desarrollo de Melilla por otros cuatros años más. Así nos va… y así nos seguirá yendo.