Categorías: Opinión

Melilla y Ceuta, los puntos sobre las íes

Ceuta y Melilla no tienen otra opción que seguir un camino común, porque tienen problemas estructurales similares que exigen de soluciones iguales o parecidas y que requieren a la vez de una mayor implicación de la Administración central del Estado. Algo así vino a decir recientemente el presidente Imbroda, con motivo de la reunión conjunta que representantes de sus respectivos gobiernos celebraron en Málaga, gracias a su condición de participantes, como miembros del PP, en la Convención popular de la pasada semana.
Las dos ciudades contaron en aquella reunión con la participación activa de Javier Arenas y Cristóbal Montoro, lo que lejos de ser pura casualidad constituye una circunstancia cargada de lógica y sensatez. Por un lado, Montoro -posiblemente el próximo ministro de Economía si triunfa el PP en las Generales del 20-N- es el coordinador de política económica en la ejecutiva nacional del Partido Popular. Por otro, Javier Arenas, presidente del PP andaluz, es un acérrimo defensor de desarrollar los protocolos de colaboración entre Andalucía y nuestras dos ciudades norteafricanas, previstos en el Estatuto de Autonomía andaluz y reforzados con ocasión de la última reforma de mismo texto estatutario, precisamente a propuesta de los populares andaluces y la enmienda que en tal sentido defendió el propio Arenas en el parlamento de  Andalucía.
Que Arenas y Montoro actuaran como 'notarios' de la reunión de partido entre Ceuta y Melilla, es una forma de comprometer a la dirección nacional del PP con las propuestas de nuestras dos ciudades, en su mayoría de carácter económico y fiscal pero también de indudable calado político o estrictamente políticas, como la que igualmente se someterá a estudio respecto de un mayor desarrollo de nuestros estatutos de autonomía.
De cara a la nueva cumbre que los gobiernos ceutí y melillense celebrarán a primeros de noviembre aquí en Melilla, se ha introducido un elemento nuevo, que tampoco representa una gran variación en el discurso pero que constituye un acertado enfoque de nuestra realidad y el justo reclamo de dotarnos de una mayor atención desde la Administración central.
Como señalaba ayer el Gobierno melillense, tanto Ceuta como Melilla han visto incrementados enormemente sus padrones de habitantes en el último lustro, y en especial durante el último trienio, a consecuencia del crecimiento poblacional pero también del retorno a ambas ciudades de ceutíes y melillenses que se han visto obligados a abandonar sus lugares de residencia en la Península o resto de Europa por causa de la crisis económica y la perdida de empleo.
En el caso de Melilla, el padrón actual se aproxima a los 81.000 habitantes, una cifra muy superior a los 70.000 de hace sólo tres años.
Tanto Melilla como Ceuta y el resto de regiones, provincias o ciudades españolas, reciben muchas de las ayudas estatales en función de sus índices poblacionales. Unas cuentas que no se ajustan a la realidad actual en lo que a nuestra ciudad respecta, tras el desbordante incremento de población que se ha producido.
Para Melilla y, por ende, para Ceuta, siempre hemos reclamado del Gobierno español una política de discriminación positiva que hiciera posible una atención especial a una problemática marcada por nuestra situación geográfica, nuestra realidad como tierras fronterizas con un mundo aún en vías de desarrollo, y nuestra variedad poblacional, especialmente azotada por un mayor índice de paro, también de fracaso escolar y abandono temprano de los estudios, así como por los desequilibrios económicos derivados de una situación histórica de discriminación hacia la población de origen bereber, que aún no han terminado de superarse.
El balance de los ocho años escasos de Gobierno socialista resulta funesto en materia de construcción de viviendas sociales. El recurso de echar la pelota en el tejado ajeno, tan explotada por el Partido Socialista de Melilla, para explicar por qué se paralizaron los convenios de viviendas que, gracias a los acuerdos con el anterior Ejecutivo de José María Aznar, permitieron construir hasta 1.300 viviendas VPO y régimen especial en Melilla, sigue sin servir de excusa para explicar por qué el Gobierno ZP no ha sido capaz más que de iniciar 60 nuevas viviendas de tales características en lo que conocemos como el antiguo cuartel Gabriel de Morales.
Melilla no ha logrado del Gobierno socialista el respaldo que merecía, en gran parte por las suspicacias, recelos y celos de un PSOE local, negado a admitir que pudiera ser rentabilizado en beneficio del PP y la candidatura electoral de Juan José Imbroda. Un error que los socialistas pagaron caro en las pasadas elecciones autonómicas y que anuncia otro descalabro electoral del PSOE melillense el próximo 20N.
Nuestra ciudad y Ceuta necesitan de otras miras, otro enfoque por parte del Gobierno de Madrid. Rajoy lo sabe, lo hemos podido comprobar sobradamente en las muchas ocasiones en las que ha venido a Melilla. De hecho, ningún candidato a la Presidencia del Gobierno central nos ha visitado tantas veces como lo ha hecho él.
El nivel de compromiso del PP con nuestra ciudad es muy alto y no tiene parangón hoy por hoy con el que asume cualquier otra formación política de corte nacional. Confiemos en que, como ocurrió en tiempos de gobierno de Aznar, se traduzca en beneficios necesarios y, si me apremian, urgentes para asegurarnos una mayor estabilidad en el presente y unas mayores garantías en el futuro.

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