Melilla ha comenzado a volver a la normalidad este lunes después de la Navidad. El alumbrado de las fiestas se ha empezado a desmontar al igual que lo ha hecho el Belén y el resto de motivos decorativos, los niños han vuelto a las aulas y muchos melillenses se han despedido de sus vacaciones y han regresado a sus puestos de trabajo. Toca decir adiós a la Navidad y volver a la rutina.
Desde esta mañana temprano, los servicios operativos de la ciudad han iniciado el desmontaje del alumbrado navideño en algunas zonas de la ciudad. Tal y como ha podido observar El Faro, los operarios han comenzado por desarmar el gran árbol de Navidad que presidía la Plaza de España y algunas luces de la Avenida Juan Carlos I.
En esta avenida principal de Melilla no solo se ha quitado parte de la decoración que ha iluminado estas fiestas sino que se han transformado en el alumbrado para dar la bienvenida al Yennayer, el año nuevo amazig que tiene lugar cada año el 12 de enero. Según han comentado algunos empleados que se encontraban trabajando esta mañana, solo se quitarán algunas luces y quedarán unas siete a las que se le cambiarán los motivos de decoración.
Aunque si hay un trabajo adelantado por encima de los demás es el de la casa que ha sido la de Papá Noel y posteriormente del paje real. Una casita de la que apenas quedaba ya nada. Desde bien temprano por la mañana se había eliminado la decoración, las ventanas y hasta la puerta, que se encontraban apiladas en la calle. Únicamente quedaba la estructura, que tal y como explicó el montador que se encontraba trabajando en ella, en menos de una hora ya estaría desmontada en su totalidad y guardada.
Por el contrario, aún no se había comenzado a desmontar el túnel de luces de la calle O´Donnell, los elementos decorativos de las calles peatonales, la gran bola de la Plaza Héroes de España o el mercadillo navideño de la Plaza de las Culturas.
Si hay un elemento que define a la Navidad melillense, ese es el Belén que se instala cada año en Melilla la Vieja. Un pesebre que puede presumir de ser especial, casi único en nuestro país y que hoy también se despide de los melillenses hasta la próxima Navidad. Los trabajos de recogida de sus figuras también se han iniciado.
Este lunes se había cerrado el paso al público a este enclave de Melilla la Vieja y los operarios de la Ciudad se encontraban recogiendo las piezas más pequeñas y desmontando algunas posadas. Un arduo quehacer, que se extenderá varios días tal y como han puntualizado a El Faro.
El mal tiempo de estos días atrás, que obligó a cerrar el Belén sus últimos días, causó ciertos desperfectos en las aspas del molino y en ciertas decoraciones que se habían fabricado para ambientar el portal.
Pero el fin de la Navidad no solo es sinónimo del fin de las fiestas, las reuniones familiares, los regalos o la decoración sino que también marca el inicio de la vuelta a la normalidad. Una situación que es para todos, niños y mayores.
Los adultos, muchos con pocas ganas, han vuelto a sus puestos de trabajo. Hoy tocaba volver a la oficina, la tienda y al trabajo en general para aquellos que han estado descansando durante la Nochevieja. Y aunque ha costado, no ha quedado otra.
"A mi me ha entrado una depresión cuando ha sonado el despertador, que no quería salir de la cama", comentó Marina. Esta melillense ha estado ocho días de vacaciones acostándose tarde y disfrutando con su familia, por lo que le ha costado mucho volver a la vida normal. "No queda más remedio, es lo que hay. A ver si viene ya la Semana Santa", comentó.
Tal vez a quienes más les haya costado volver a la rutina diaria haya sido a los niños, que han tenido que volver a las clases después de más de quince días de vacaciones con motivo de la Navidad. Los pequeños han tenido que cambiar las horas de juego y apartar sus regalos de Reyes por las obligaciones. Algo que ha costado un poco a algunos.
"Mi hija mayor tenía muchas ganas de volver al colegio para ver a sus amigos y a su inseparable mejor amiga, pero eso le durará poco seguro", destacó a este diario Mireya. Esta madre melillense de dos hijas pequeñas destacó que tanto ella como su pareja estaban deseando que comenzara la vuelta al cole después de Navidad. No tanto como su hija menor, que entró al centro escolar sin parar de llorar.
Los más pequeños del todo también han sufrido. En el caso de Yolanda, que tiene mellizos, ha vivido situaciones contrarias. A uno de sus hijos les ha costado mucho volver al centro infantil mientras que a la otra hermana no le ha importado para nada. A ella misma también le ha costado un poco desprenderse de sus hijos después de tantos días juntos aunque también asegura que es un respiro ya que tiene obligaciones laborales de las que hacerse cargo.
"El niño no paraba de llorar, si hablara estoy segura de que me habría dicho que prefería quedarse en casa y que fuera a la guardería yo. La niña ni se ha inmutado", destacó.
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