Los que observen con atención, o cuenten con la ayuda de un ojo experto, pueden hallar especies nada comunes en los fondos marinos de la ciudad autónoma y que se encuentran al borde de la extinción.
Una de las más amenazadas es la cigarra de mar (Scyllarides latus), también conocida como cigala real. Su principal problema es que se considera un auténtico manjar en algunos círculos gastronómicos. Es difícil de ver, principalmente a causa de su color pardo, que provoca que sea muy fácil de confundir con alguna roca del lecho marino. Además, no cuenta con antenas, al contrario que su ‘hermanas mayores’, lo que le ayuda a pasar desapercibida. No es nada frecuente encontrárselas por las aguas de Melilla, siendo más habituales unos kilómetros más al norte, ya en Marruecos.
Busca con atención
Sin embargo, no es imposible toparse algún que otro ejemplar de esta amenazada especie si se busca con atención entre las partes rocosas, pequeñas cuevas y hendiduras. Se pueden hallar en profundidades situadas entre los diez y veinticinco metros y no suelen sobrepasar los 50 centímetros de tamaño. Una vez localizadas, son fáciles de observar si no se les molesta.
Un gusano para no tocar
El Hermodice Carunculata, más conocido popularmente como gusano de fuego, es uno de esos animales bonitos de observar pero con el cartel de ‘no tocar’ bajo ninguna circunstancia.
Se les reconoce principalmente por su color rojizo brillante, pero lo que realmente les delata son las pequeñas cerdas blancas que rodean su cuerpo. Jamás se debe tocar a este exótico gusano con las manos desnudas, pues su mecanismo de defensa es el carbonato de calcio que lleva en sus púas y que provoca un intenso escozor. De hecho, su llamativo color cumple con un patrón muy común debajo del mar: No me toques que soy venenoso.
De moluscos y coral
La otra gran especie en peligro de extinción no es tan llamativa como las anteriores pero sí igual de interesante. Se trata de la nacra (Pinna nobilis), un tipo de molusco bivalvo que puede alcanzar el metro de altura. Eso sí, las encontradas en Melilla por los aficionados al buceo han sido de un tamaño mucho menor. La desparación de las praderas de posidonia, la contaminación y la pesca la han perjudicado notablemente en los últimos años. Para identificarla, hay que tener en cuenta que tiene un penacho piloso con el que suele confeccionar la conocida como ‘seda de mar’.
Por último, tenemos el conocido como coral naranja o falso coral. Es fácil de localizar por el color que le da nombre. Eso sí, como ocurre con el gusano de fuego es mejor no tocarlo, pues sus tentáculos tienen sustancias hurticantes que, aunque de baja intensidad, nos pueden fastidiar la inmersión. Es fácil de localizar en los primeros veinte metros de profundidad. Forma colonias en las rocas de unos 30 centímetros de diámetro, así que no hay que rebuscar mucho para encontrarlo.
Todo esto demuestra que la riqueza marina que tiene Melilla es una gran desconocida. A estas exóticas especies en peligro de extinción hay que sumar la variada fauna que hay a pocos metros de profundidad y que harán las delicias de los aficionados al submarinismo.
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