Este 17 de agosto fueron transferidos a España los primeros 9.000 millones de euros de los 70.000 millones que el Gobierno de Pedro Sánchez ha pedido a Bruselas como parte del fondo no reembolsable de recuperación post-covid. Según las previsiones, deberían llegar unos 19.000 millones a lo largo de este 2021, 18.000 millones en 2022, 17.000 millones en 2023; 8.000 millones en 2024, 3.000 millones en 2025 y 4.000 millones en 2026.
El Boletín Oficial del Estado ya publicó que Melilla y Ceuta recibirían 50 millones en conjunto. De ellos nos corresponden 18 millones para Sanidad y 7 millones para Educación.
En principio, los ciudadanos de a pie notaremos la llegada del dinero destinado a Sanidad sólo si nos enfermamos, que no es poco. El Estado pretende que las autonomías compensen con esta ayuda la caída de ingresos tributarios y las pérdidas del transporte debido a los sucesivos confinamientos y limitaciones de la movilidad.
Como nosotros en Melilla no tenemos transferidas las competencias sanitarias, lo normal es que no veamos esos euros ni montando un centro espiritual, aunque quizás la Dirección Provincial del Ingesa valga para algo más que para no hacer partes de Covid-19 los fines de semana y se remangue para gestionar el dinero que nos corresponde.
En Educación, más de lo mismo. Tampoco hay competencias transferidas, así que habrá que ver hasta dónde Madrid deja hacer a la Dirección Provincial.
Creo que es importante tener claro que el anuncio de la llegada de 9.000 millones de euros a España no va a cambiar nuestro día a día porque el dinero como mucho, beneficiará a la empresa que lleva las ambulancias de Melilla.
Habrá que esperar a noviembre para que llegue el segundo envío de dinero europeo y puede que entonces nuestros empresarios reciban algún tipo de ayuda porque su situación sigue siendo francamente preocupante. Hemos pasado de la UCI a hacer la cola de la extremaunción.
Al cierre de la frontera, se suma ahora la crisis de las materias primas debido al cierre de puertos asiáticos en los que se han detectado brotes de coronavirus. Hay que añadir además, que el precio del flete de contenedores se ha multiplicado por cinco por lo que asociaciones dedicadas a la defensa de los consumidores han alertado de que los precios van a subir sobre todo en lo que respecta a equipos electrodomésticos, moda, zapatos, componentes electrónicos para la fabricación de automóviles, baterías de coches eléctricos… En fin, todo lo que se fabrica en China está hoy por las nubes.
Volvemos a vernos entre la espada y la pared porque con tal de abaratar costes de producción hemos cedido a los chinos el privilegio de ser la industria del mundo. Ellos cada vez tienen más trabajo y nosotros somos cada vez más pobres.
Por eso creo que hay que repensar seriamente los costes de contratación de empleados. Tenemos que equilibrar la balanza de manera que a nuestros empresarios les resulte rentable producir lo que hoy importamos de China. Nos pasó con los guantes y las mascarillas al inicio de la pandemia y nos vuelve a pasar ahora.
China no sólo propagó el coronavirus por todo el planeta sino que, además, le está sacando provecho a la recuperación de la pandemia. Esto hoy es una realidad, pero cuando Trump lo decía hace casi dos años, movíamos la cabeza como diciendo, pobre lunático, ya no sabe a quién atacar. Pues, mira por dónde, el loco lo vio venir.
Ahora Trump es historia y de la mala después del asalto al Capitolio del Día de Reyes. Biden, por su parte, se está cubriendo de gloria con una retirada de Afganistán anunciada, rectificada y ejecutada a la carrera que ha devuelto el país a los talibanes. Todo lo invertido en 20 años para instaurar la democracia en Kabul ha saltado por los aires en cuestión de horas. ¿Y quién dio inmediatamente la enhorabuena a los talibanes? China. Sin pudor y sin disculpas.
Volviendo a la crisis de las materias primas, me preocupa que uno de los sectores más afectados es el de la construcción. Según publica el ABC, el precio del acero corrugado que se usa en la construcción de los pilares de las edificaciones y la mezcla bituminosa utilizada en el asfaltado de calles ha subido un 78%. También se ha encarecido un 102% el cobre; un 56% el aluminio y un 106% el petróleo.
Los precios están alterados y eso no es bueno cuando se aspira a salir de la crisis post-covid. Los melillenses que han viajado este verano a la península y han tenido que repostar saben que el precio de la gasolina 95 sin plomo oscila entre los 1,41 y los 1,49 euros. Eso no se veía desde hacía años.
Todo esto nos avisa de que la recuperación puede ser lenta. España puede pedir a Bruselas hasta 140.000 millones, pero sólo ha solicitado los 70.000 millones del fondo no reembolsable. Me temo que en este contexto no es suficiente. También creo que hay que pelear con uñas y dientes en Madrid para que ese dinero llegue a nuestras empresas. Lo necesitamos como el aire que respiramos. Estamos en las últimas.
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