Miguel Ángel Pérez Castro es doctor en Economía y licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales. Además, es profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UGR en la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de Melilla y en el MBA de la EAE del Grupo Planeta, en Madrid. Con El Faro ha hablado sobre la necesidad de un cambio de modelo productivo y el Plan Estratégico de la Ciudad que lo contempla.
El Plan Estratégico de la Ciudad habla de cambiar el modelo productivo. ¿Hacia qué modelo productivo tiene que dirigirse Melilla?
En primer lugar espero no ser demasiado demagogo en mis respuestas, más aun cuando llevo dos décadas estudiando la compleja economía de Melilla. Para saber hacia dónde deberíamos ir avanzando, en referencia al modelo económico, es conveniente tener muy claro cuál es el que tenemos actualmente, y realizar un análisis muy riguroso de las razones que se están dando para que entendamos que es necesario hacer cambios.
Nuestro modelo productivo, el que nos aporta la contabilidad regional recogidos en el INE (PIB), nos dice que casi en exclusiva es una ciudad de servicios, destacando: los que realiza la administración pública estatal y local en educación, sanidad, defensa, seguridad social y servicios sociales, con el 50% del total de la producción de bienes y servicios.
En segundo lugar, el comercio al por mayor y al por menor, reparaciones de vehículos, transporte y almacenamiento y hostelería, con un 17% de este total.
En tercer lugar, y muy cercano al comercio, están los servicios profesionales, administrativos, auxiliares, inmobiliarios y financieros, con un 16% del total; en cuarto lugar, y es importante destacar, la aportación que realiza la recaudación del sistema impositivo indirecto local (IPSI y gravámenes complementarios) a la financiación de la administración pública de la ciudad autónoma ya que con ello se cubren el total de gastos de personal de dicha administración.
¿En qué está fallando el modelo actual? Yo lo tengo muy claro, la segunda fuente de riqueza de la ciudad está perdiendo el peso porcentual tan importante que ha ido teniendo a lo largo del último siglo, por diversos motivos, y que resumo fundamentalmente en dos.
En primer lugar, la pérdida de competitividad de precios que nos otorgaba la situación de territorio franco, principalmente en el comercio mayorista cuyo destino final era Marruecos, con la puesta en marcha del denominado desarme arancelario entre la UE y Marruecos y que está plenamente en vigor desde el año 2012, agravado con las decisiones tomadas con la implantación de los planes de desarrollo de la región Oriental y más concretamente en la provincia de Nador, cuyo éxito está en parte supeditado a que Melilla deje de ser suministradora de bienes a través del denominado comercio atípico.
En segundo lugar, la llegada de grandes cadenas de suministros (alimentación y textil) que aportan modernización al comercio pero cuyo valor añadido no se queda en la ciudad del mismo modo en que lo hacía el pequeño y mediano comercio local.
El cierre de la frontera comercial en 2018 y poner un número de trabas importantes al buen funcionamiento de la frontera (agravado por la pandemia mundial del Covid 19) es desde luego un daño realizado excesivamente importante al segundo pilar de la economía de la ciudad, y que no olvidemos que siempre es una importante fuente de riqueza en cualquier ciudad fronteriza del mundo.
Por tanto, ante la importante crisis económica que está viviendo la ciudad, en parte por motivos generales de la economía mundial y en parte por dificultades muy concretas de nuestra situación local, están convirtiendo que los problemas recientes más o menos coyunturales sean cada vez más estructurales, y ello exige un cambio de rumbo cuando se están cerrando ciertas puertas.
Este nuevo modelo que se propone en el plan estratégico 2020-2029 nos debería permitir una mayor diversificación de los sectores productivos, donde algunos podrán tener éxito aunque otros no lo consigan. Pero el objetivo es no depender tanto del importante peso de la administración pública (uno de cada dos trabajadores en Melilla trabaja para la administración estatal o autonómica-local) y del papel del comercio de bienes que tiene esta ciudad portuaria y fronteriza, cuyo principal cliente está haciendo todo lo posible para que pierda este papel en su economía con trabas e incluso el cierre fronterizo.
Evidentemente seguiremos siendo básicamente de servicios pero, apoyados en la base de nuestro Régimen Económico Fiscal (REF), deberemos continuar diversificando actividades a nuevos sectores, como los denominados de la economía digital, gracias a contar con una infraestructura de comunicación de datos puntera, donde la llegada de empresas o la iniciativa emprendedora local animen a iniciar este camino fundamental en cualquier economía de futuro.
También se pretende impulsar la actividad educativa en niveles superiores, y poder seguir ayudando a la mejora de la salud de la región limítrofe marroquí, no solo con los servicios públicos, sino también a través de la sanidad privada. El papel del turismo (asignatura pendiente de aprobar desde hace varias décadas) se debe seguir impulsándolo ya que es un pilar importantísimo en la economía de España, principalmente turismo cultural con mucha tradición de convivencia intercultural.
Pero en esto voy a ser tajante. El futuro de Melilla, o mejor dicho Melilla tendrá posibilidad de desarrollo económico futuro (y continuar luchando con los graves datos de paro en general y paro juvenil en particular) si sigue siendo suministradora de bienes y servicios a nuestro entorno cuyo desarrollo, aumento de población y poder adquisitivo es lento pero constante.
Para ello la frontera comercial y de personas en ambos sentidos tiene que ser muy operativa, ágil y eficiente. Si no fuera así Melilla será una burbuja, que continuará funcionando gracias a la importante recepción mensual de fondos (transferencias corrientes) provenientes del Estado para el pago el mantenimiento de los servicios públicos, y cada vez más dependiente de ellos debido a que el IPSI está perdiendo peso recaudatorio y se sigue compensando cubriéndose con fondos provenientes de los Presupuestos Generales del Estado. Por este concepto recibimos ya más de la mitad de gastos corrientes de toda la Ciudad Autónoma (rondando los 70 millones de euros)
¿Cómo se llega hasta ese nuevo modelo productivo y cuánto podemos tardar en llegar?
El símil médico siempre es muy apropiado. Primero hemos realizado un rápido “análisis” lo más objetivo posible con los datos que nos permiten saber el estado de salud de la ciudad. Posteriormente, y una vez conocidos estos datos, hemos realizado un “diagnóstico” que nos determina en qué situación estamos y qué variables son necesarias corregir si queremos continuar con nuestro crecimiento. Ahora toca determinar qué “tratamiento” se debería emprender para solventar e intentar sanar las posibles deficiencias.
El Plan Estratégico, que no olvidemos que es el tercero que conozco en estos últimos 20 años, enuncia de un modo relativamente fácil medidas que puedan ayudar a solventar problemas, pero que son muy difíciles de conocer cómo llevarlas a cabo.
Ideas tan novedosas como tratar de impulsar el sector primario con la idea de alimentación de proximidad (agricultura, ganadería y pesca) en las naves industriales cerradas en nuestro polígono con la denominada agricultura vertical o la acuicultura, hasta intentar autoabastecer nuestras necesidades de agua o energéticas son estrategias muy necesarias, pero no definitivas de un cambio de modelo.
Por ello creo que la mayor diversificación de servicios es nuestro futuro. Para ello nuestro entorno tiene que seguir siendo una parte importante de nuestro mercado y en esto soy muy pesimista (los economistas solemos tener esta fama) ya que nuestra realidad geográfica y social nos ha marcado, para lo bueno y para lo malo, nuestro destino a lo largo de las últimas décadas, y nos encontramos con que la ventaja competitiva que teníamos se ha acabado o nos han obligado a que finalice.
Mi pesimismo, y parte de culpabilidad la asumo como docente que intenta formar en gestión empresarial a los alumnos universitarios, es que no se dan los resultados de emprendimiento deseados a pesar del importante esfuerzo de recursos que se está realizando. Creo que perderemos otra vez el tren del desarrollo, que en la actualidad se materializa bajo la figura del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, y que la UE nos pone a nuestra disposición. Estamos en un momento crucial de modernización con los fondos y medios que disponemos en dicho Plan de Recuperación, donde el dinero no es el problema, y sí lo es el no ser capaces de proponer proyectos bien analizados y con visos de futuro.
Es un problema de ideas y es un problema de formación para llevar adelante esas ideas. Ojalá me equivoque y la diversificación de actividades nuevas en el entorno de la economía digital y los servicios que podemos prestar a nuestro entorno se conviertan en realidades. Tenemos esta segunda década del siglo XXI para demostrar si somos capaces de crear iniciativas o al menos ayudar a otros que vean en nuestro Régimen Económico y Fiscal (REF) un posible entorno de ser productivos.
¿Qué inversiones y propuestas fiscales se necesitan para llegar a ese nuevo modelo productivo?
Cómo he dicho anteriormente estamos en un momento crucial de recepción de importantes fondos de dinero, que si no los aprovechamos, nos arrepentiremos dentro de unos años de la oportunidad perdida. La clave repito es tener las ideas emprendedoras o que aquellas que están actualmente desarrollándose, sepan dar el paso de digitalización y modernización que el futuro competitivo exige, pero nos falta tener a las personas formadas que lleven adelante estas ideas.
Espero no molestar con esta afirmación subjetiva, pero creo que no estamos preparados, ni estamos especialmente incentivados en asumir riesgos en una ciudad cuyo ideal es el trabajo funcionarial (en la que me incluyo). El REF es muy atractivo en teoría, pero en la realidad no del todo concluyente. Y no lo es por razones de diversa índole, donde los costes logísticos y de transporte para la economía tangible (bienes) son importantes, (pero no lo debe ser para la economía digital), y también la imagen exterior de no españolidad de Melilla, reconocida permanentemente por Marruecos, la famosa valla, y otras cuestiones de identidad cultural de la ciudad, no favorecen especialmente la seguridad jurídica de las inversiones.
Tanto Ceuta como Melilla están trabajando en la captación de empresas dedicadas a actividades digitales, principalmente el juego, debido al cambio de rumbo que el Brexit ocasionó en Gibraltar. Las ventajas fiscales son determinantes para su captación pero hay otras variables político-sociales que no quiero enunciar, y que respeto y asumo, que no consideran bien vista su promoción de nuestra ciudad en el exterior.
El declarar a toda la ciudad como Zona Especial Melilla (ZEM) sería otro pequeño incentivo de captación de posibles empresas, por su mejora aun mayor de las ventajas fiscales, pero nunca sería definitorio.
¿Qué propuesta hizo usted al Plan Estratégico para llegar a ese nuevo modelo productivo?
Ojalá tuviera varitas mágicas. Mi principal contribución es que creo que Melilla tiene que seguir manteniendo a Marruecos como su principal cliente de bienes y servicios y también que siga siendo un buen proveedor. Para ello hay que hacer muchos más esfuerzos diplomáticos de apertura de fronteras totalmente ágiles, y no solo con presiones de nuestro gobierno, sino también de la UE y reclamaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Yo solo puse sobre la mesa la evolución negativa que estaba teniendo en los últimos años la importación de bienes y su relación tan directa con la pérdida de autonomía financiera, que la bajada de la recaudación que grava estas importaciones, estaba produciéndose en la Ciudad Autónoma.
La ciudad cada vez es más funcionarial y depende por tanto del importante flujo de dinero en transferencias corrientes y de capital que recibe del Estado y de la UE. La recaudación neta de impuestos per cápita es muy inferior a la media debida en parte a las bonificaciones fiscales del 50% con que contamos en la mayoría de impuestos directos e indirectos.
Evidentemente territorios con tan poca extensión geográfica y estar situados alejados del resto de España, en otro continente, determina que sea necesario un papel del Estado grande. Pero no solo deberemos depender del sector público en la economía de Melilla y sus muchas subvenciones. Deberemos tener una razón de nuestra existencia también por la generación privada de recursos y creación de empleo y aquí vuelvo a ser muy tajante, nuestro principal cliente y proveedor de ciertos bienes y servicios debe seguir siendo Marruecos y para ello la frontera ágil y moderna es fundamental.
Pero repito, para que siga el desarrollo del norte de Marruecos, este país tiene reconocido por escrito en su estrategia que debe acabar con la competencia desleal y de precios que está realizando Melilla. Seguramente se abrirán de nuevo las fronteras comerciales con un tráfico documentado y aplicación plena del régimen de viajeros y ese reto de seguir siendo competitivos con la desaparición del comercio atípico, es el principal desafío que detecto en un futuro cercano.
Se ha debatido mucho entre más Europa o más Marruecos, ¿En su opinión, qué necesita la ciudad para cambiar su modelo productivo?
Es una decisión muy difícil de tomar. Conozco los problemas y ventajas que puede ocasionar la entrada en la Unión Aduanera Europea. Creo que hay posibles medidas que disminuirían los problemas que puedan surgir con nuestra incorporación e incluso otras que potenciarían nuestras ventajas, pero antes que nada creo que exigir nuestros derechos fronterizos comerciales lo hacemos mejor si la bandera que apoya nuestra reivindicación es la europea y no la de un territorio tercero que comercialmente hablando no pertenece a Europa.
Termino diciendo que no es proceso rápido el realizar esta incorporación, sobre todo, manteniendo importantes ventajas históricamente reconocidas, pero realizar cualquier cambio de modelo conlleva un largo periodo de tiempo si estamos tan encasillados en un modelo productivo desde hace décadas.
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