Categorías: Sociedad

Melilla sin buenos herreros, hasta que llegaron los gitanos

El Instituto de las Culturas presenta un estudio sobre la historia del pueblo calé en la ciudad junto a una exposición de fotografías inéditas.

Antonio Núñez Heredia y Gabriela Núñez Heredia cargaron con sus maletas y dos niños pequeños desde Algeciras. No eran buenos tiempos y cuando les dijeron que en Melilla hacía falta herreros, Antonio no se lo pensó. Cogió a su pequeña familia, cruzó el mar y encontró en Melilla donde poner y quitar herraduras. En esta tierra africana hacían falta buenos herreros como él para poner a punto a todos los caballos del Ejército. Era el año 1884. Tras él, llegaron más gitanos a la ciudad relacionados con esta profesión y con el comercio. Quizás la historia de Antonio y Gabriela Núñez no fue exactamente así, pero lo que es seguro es que fueron los primeros calés en empadronarse en Melilla. José Carmona, componente de la comunidad gitana de Melilla, los encontró en el Archivo Central y son el primer punto de su investigación sobre los orígenes de este colectivo. Carmona consiguió una beca de estudios del Instituto de las Culturas de 30.000 euros, gracias a la que ha podido recoger no sólo cómo llegaron los primeros gitanos a la ciudad, sino su historia, sus tradiciones y su cultura.
La principal conclusión de este análisis de la historia del pueblo gitano melillense es que sus miembros se integraron como una parte más de la población. Carmona afirma que los mayores del colectivo le han asegurado que nunca han sido discriminados en esta tierra. Por ello, afirma que Melilla es la única ciudad en la que te tratan por cómo eres y no por cuál es tu religión, cultura o etnia.

Entrevistas y archivos
No sólo ha entrevistado a los más mayores de la comunidad gitana, entre ellos a una abuela de 96 años, sino que también ha buscado en los archivos cómo era la vida de los primeros gitanos. Los Amaya fueron los siguiente en llegar a la ciudad, en concreto en 1893 y tras ellos, los Aguilera Cortés en 1894. La población de calés fue aumentando con el paso de los años. Son un pueblo emigrante y lo de buscarse las castañas en cualquier lugar lo llevan en los genes. Carmona afirma que fue en los años 1940 cuando la población de gitanos en Melilla llegó a ser más numerosa. Estima que habría unas 2.000, mientras que ahora no llegan los 800 miembros.
Otra de las curiosidades que tiene la historia de los gitanos melillenses es que empezaron a emigrar a partir de 1950 a América. Esto sería una anécdota si no fuera porque muchos se quedaban afincados en Canarias en lugar de seguir su camino a Argentina y otros países latinoamericanos. Salían del barco para vender algunas telas y como les iba bien, se quedaban en estas islas. Por ello, muchos gitanos melillenses tienen tanta familia en las Canarias. Hay alrededor de unos 1.000 calés con procedencia melillense en este archipiélago.
Y en relación a este tema, Carmona indicó que al entrevistar a varias familias ha conseguido poner en contacto a hermanos que hacía años que no hablaban. Es el caso de una gitana melillense que ahora reside en Barcelona y que le preguntó si había contactado con alguien de Canarias, donde tenía a su hermano, cuyo apodo es ‘El Gorila’. Carmona consiguió dar con los hijos de este gitano y ahora esta familia podrá estrechar los lazos a través de las redes sociales sin importar si uno está en Canaria y otro en Barcelona.
El resto de curiosidades sobre la historia de los gitanos se darán a conocer el viernes a las 20:00 horas en el Real Club Marítimo. No sólo se comentarán más datos sobre la vida y la cultura de este pueblo, sino que se podrá ver una exposición con fotografías que nunca habían salido de los cajones de los gitanos, como las de las casitas que formaban el antiguo barrio de la Barraca de San Francisco.

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