Opinión

Melilla sepulta las restricciones covid en el Boletín Oficial

Si alguien de la península viene a Melilla y quiere saber qué restricciones covid están vigentes en la ciudad, le tocará zambullirse con ganas en las páginas del Boletín Oficial de la Ciudad (BOME) siempre que sepa lo que es y cómo llegar hasta él.

Si es avispado y tiene suerte, conseguirá enterarse de que este 24 de septiembre se prorrogaron las medidas restrictivas para evitar contagios de coronavirus en Melilla aprobadas el 7 de septiembre. Ojo, en el BOME del 24 de septiembre no encontrará ni rastro de lo que se prorroga. Adivina, adivinanza.

Si usted, como yo, peca de ingenuo y revisa el BOME del 7 de septiembre con el ánimo de encontrar las medidas restrictivas vigentes en Melilla, no las encontrará porque la orden de la Consejería de Salud Pública se firmó ese día, pero no se publicó hasta el viernes 10 de septiembre. A eso se llama ponerle las cosas fáciles al ciudadano.

Sólo después de revisar tres o más boletines oficiales de la ciudad usted se enterará de que aquí no hace falta ni pasaporte covid ni PCR negativo para entrar en Melilla procedente de la península o del extranjero. Ni siquiera está fijado el control de la temperatura corporal en el puerto o aeropuerto, algo que sí he visto que se hace, por ejemplo, en algún centro de formación infantil local.

Si usted además es una persona curiosa, dará con el portal transparencia.covid19melilla.es, que recoge un parte actualizado de los datos de contagios de coronavirus en la ciudad, pero por ninguna parte de esa web se asoman las medidas restrictivas vigentes.

A pie de calle, los melillenses no controlan más allá de las medidas que están vigentes en casi todas partes de nuestro país. Por ejemplo, que no hace falta llevar mascarilla al aire libre y que sólo se exige a partir de los seis años en lugares cerrados o en aquellos abiertos en los que no se cumple la distancia mínima de seguridad de metro y medio. También, por supuesto, una adecuada higiene de las manos. Los más jóvenes saben además que el cierre de los establecimientos de ocio y hostelería es a las 3:00 am.

No es de extrañar entonces que la vicepresidenta Gloria Rojas se agazapara este 15 de septiembre detrás de las medidas covid para justificar la reducción del aforo en el acto de la ofrenda floral a Pedro de Estopiñán en el Día de la Ciudad, que luego supimos por el presidente Eduardo de Castro que se debió a un error del servicio de Protocolo del Gobierno local.

Incluso los que no nos tragamos la explicación de Rojas desconocíamos que en Melilla no hay desde este verano ninguna medida que limite los aforos al aire libre, excepto en los entierros, donde no se permiten más de 50 personas despidiendo a la persona fallecida.

Y no lo sabíamos porque aquí las medidas se publican en el BOME y ahí duermen el sueño de los justos. Al principio de la pandemia se publicitaron y si te he visto no me acuerdo. ¿Cómo se puede entonces multar a alguien por incumplir una medida restrictiva de la que no se ha enterado?

Fíjense, en la hostelería siguen limitados los comensales a seis por mesa y el servicio de comida a domicilio funciona hasta las tres de la madrugada, algo que salvo en Madrid, Barcelona y alguna otra gran capital, no te encuentras en ninguna parte.

También está prohibido, al menos desde el 7 de septiembre, aparcar vehículos en Horcas Coloradas, Aguadú, Dique Sur, Pinares de Rostrogordo y Carretera de Huerta Salama. Pues bien, todos sabemos lo que viene pasando en estos lugares. No pasa porque los melillenses somos unos rebeldes incívicos e irresponsables sino porque no nos enteramos de las restricciones que aprueba el Gobierno local.

Eso, evidentemente, explica por qué nos cuesta tanto mantener los contagios a raya. Aquí no es que no nos tomamos en serio las restricciones. El problema es que no sabemos que existen. Y eso se lo tenemos que agradecer a la Ciudad Autónoma.

En este punto, no me extrañaría que muchos de los que aún quedan por vacunarse en Melilla no sean antivacunas confesos sino ciudadanos desinformados. De la misma manera que yo no sé por qué los estadios de fútbol abren en toda España y en Melilla mantienen las restricciones de aforo, los presuntos antivacunas perfectamente pueden no haberse enterado de que tienen que pasar a inmunizarse.

En cuanto a los aforos deportivos, cabe preguntarse ¿qué diferencia hay entre el estadio Álvarez Claro y el Auditorio Carvajal, donde se han celebrado conciertos de Antonio Orozco o Vanesa Martín con gran afluencia de público? No sé, me pierdo en esta esquina.

Y me pierdo aún más cuando leyendo el BOME veo que existen restricciones para el uso de la mascarilla en el tren. No sé cómo es posible que yo no haya visto todavía la estación de Renfe en Melilla.

En fin, que creo que hay que currarse un poquito mejor el corta y pega en el BOME e informar a la población de las medidas que restringen sus derechos. Estamos dispuestos a acatar las restricciones, pero como mínimo necesitamos que nos informen de cuáles son. Es evidente que un tuit dulzón y moralista con cuatro emojis no funciona. A ver si nos ponemos serios.

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