Ha sido un guiño discreto, pero para Melilla ha sido un gran gesto. El Gobierno central ha decorado una de las salas donde se celebra la cumbre de la OTAN con una imagen del antiguo faro de Melilla La Vieja. Es todo un detalle, pero también una forma sutil de reivindicar la españolidad de esta tierra en un evento internacional de esta magnitud en la que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha pronunciado las palabras claves: "España es una aliado indispensable". Y ser aliado indispensable del país más poderoso del mundo es, como mínimo, un aviso a navegantes.
No sabemos si durante esta cumbre finalmente la Alianza Atlántica aprobará la hoja de ruta en la que el Gobierno español pretende incluir una mención expresa al compromiso de la OTAN para defender la integridad territorial y la soberanía de los estados miembros. Parece una obviedad, pero para Melilla y Ceuta no lo es. Serviría para acallar a los agoreros que se ganan el sueldo vaticinando el día del juicio final.
Y esos mensajes de mal agüero hacen mella a pie de calle. En Melilla se respiran aires de inestabilidad. Me lo comentaba hace poco una funcionaria destinada en la ciudad que ha hecho cálculos y prefiere pagar el doble por un alquiler que asumir una hipoteca, no sea que vaya a pasar cualquier cosa y al final la aventura melillense le deje una púa de por vida.
No me atrevo a jurar que ese miedo no existía hace diez años, pero sí a decir que hace diez años en esta ciudad no se hablaba con tanta normalidad de ese tema. Es cierto que toda la vida se ha especulado con las aspiraciones anexionistas de Marruecos, pero miedo real no se respiraba en el medio ambiente. Hoy ese miedo paraliza las inversiones y frena a emprendedores. Por eso, pequeños gestos como el de colocar una foto en una sala de la cumbre de la OTAN ayudan a levantar los ánimos caídos porque ya no nos esconden.
Y qué quieren que les diga: puestos a pedir, sería una magnífica idea que los Reyes Felipe VI y Letizia se decidieran por fin a visitarnos, como han hecho con el resto de territorios de España. Y este año se presta para que preparemos la visita porque se cumple el 525 aniversario de la españolidad de Melilla. Deberíamos celebrarlo por todo lo alto, pero de momento no se ha hablado de los preparativos ni de aprovechar la ocasión para organizar una acto especial.
Hoy, quienes tienen una buena nómina, se lo piensan antes de arriesgar en Melilla. Si no es un chollo, no se lanzan a pedir la hipoteca. Eso no va a equilibrar los precios del mercado inmobiliario porque aquí difícilmente la oferta supere a la demanda. Hay lo que hay en 12 kilómetros cuadrados, aunque el nuevo Plan General de Ordenación Urbana traerá algún respiro si finalmente se permiten subir las alturas en zonas de la ciudad como El Real.
Por primera vez en mucho tiempo los melillenses tenemos la sensación de que el Gobierno piensa más en nosotros que en Marruecos. Que se insista tanto en garantizar la cobertura defensiva de la OTAN sirve como medida disuasoria para que quien tenga ganas de guerra sepa que no mide sus fuerzas contra un solo país, como le ha ocurrido a Ucrania, sino contra todos los países de la Alianza Atlántica.
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