Este martes el Boletín Oficial de Melilla publicó el decreto 1.043 que regula los paquetes turísticos para viajar a nuestra ciudad desde la península. Yo no quiero ensañarme con quien tú sabes, pero señores, alguien tendrá que decirle a quien tú sabes que se le pegó el arroz.
Es verdad que muchos españoles se esperan a septiembre para coger vacaciones porque en julio y agosto, que es temporada alta en España, los precios suben y es más caro hacer una reserva de última hora.
Sacar a finales de agosto un paquete turístico en el que la butaca de barco te sale a 50 euros, el camarote individual a 100 y el de cuatro camas a 50 no es ningún chollo. Sólo en desplazamiento, una familia de 4, viajando en butaca se deja 200 euros. Por ese dinero pueden pasar una noche en agosto en un hotel cinco estrellas pegado a Marbella. En septiembre, por ese dinero les lloverán chollos en Ibiza, Menorca, Canarias, la Costa Brava o la costa de sol.
Vamos, no merece la pena viajar en barco para visitar Melilla con ese descuento. Más económico podría salir venir a la ciudad en avión ya que el Gobierno ofrece un descuento de 60 euros sobre el importe total del billete de ida y vuelta. Hay que cazar la oferta para que salga rentable, pero, por ejemplo, a primeros de septiembre hay billetes por entre 83 y 118 euros (ida y vuelta desde Málaga). Con la subvención de Turismo puedes venir de visita por 30 euros. Está muy bien.
Sinceramente, tenemos que poner los pies en la tierra y entender que no vivimos solos en el universo. Existe competencia, no sólo en la península, sino también en Marruecos. Tenemos mucho que ofrecer, pero lo bueno y caro casi siempre es un lujo. Y los lujos, como todos sabemos, no son para todos sino para quienes los pueden pagar.
Este paquetico turístico al final va a ser aprovechado por los familiares de residentes que gracias a la ayuda de la Ciudad Autónoma pueden permitirse venir de visita porque tienen el alojamiento asegurado. Si después de pagar 200 euros para llegar a Melilla una familia de cuatro tiene que pagarse una semana de hotel, con lo que se gastan aquí podrían irse a París, Berlín o Estambul.
Desconocemos el motivo por el que el tripartito ha sacado esta oferta turística tan tarde. No sabemos si es mal trabajo o si, como sospechamos, lo de gobernar se les sigue quedando grande y una vez en el Gobierno se han dado cuenta de que no era tan fácil como imaginaban.
Los ciudadanos tenemos la sensación de que esta gente gobierna a trompicones y que llega tarde a todas partes. Hay ignorantes que creen que llegar el último les convierte en personas importantes por las que hay que esperar. Nada más lejos de la realidad. Ser los últimos significa exactamente eso: ser el último. Nadie compite por ese lugar. Es así de simple.
Creo que la oferta turística de Melilla debe enfocarse no sólo en los familiares de los residentes sino, además, en quienes no conocen nuestra ciudad o en quienes la conocieron en su juventud y tienen ganas de volver a esta tierra.
Si en junio sacamos esta oferta, igual alguien se lo piensa y viene a visitarnos en sus vacaciones de julio y agosto, que es cuando se ralentiza la producción en las empresas españolas para dar descanso a sus trabajadores.
No podemos conformarnos con lo que sobra. Melilla tiene riquezas arquitectónicas, paisajísticas y gastronómicas para echarle un pulso a cualquiera. Si además le sumas el encanto de la diversidad cultural, la playa y una oferta de viaje atractiva, podemos dar el gran salto de lo desconocido a lo popular.
Pero para conseguirlo hay que creer en ello. Hay que creer en Melilla y trabajar por Melilla. Hay motivos de sobra para que se haya pegado el arroz. Pero también hay un sinfín de motivos para evitar que esto hubiera pasado.
Vamos a ver cuántas personas aprovechan esta oferta de la ciudad y vamos a compararlo con la etapa de Imbroda. Oiga, si funciona sacando esta oferta casi en septiembre, nos quitamos el sombrero. Pero si no funciona, alguien deberá dar explicaciones.
Al Gobierno no se puede venir a aprender. Hay que tener al menos aptitudes y demostrar un ápice de eficiencia. La economía de Melilla está en un callejón sin salida por más que nos digan que vamos súper bien. Si usted no tiene trabajo o lo tiene y no llega a fin de mes, usted sabe que le están mintiendo. Ya estamos cansados de que nos tomen el pelo. De verdad, queremos ver el cambio. Y la palabra ‘cambio’ viene del verbo’ cambiar’. Más de lo mismo no cambia las cosas.