La escasez de portadores volvió a tener en vilo durante horas a los cofrades del Nazareno un Viernes Santo más. Como ya ocurrió el año pasado, por la tarde las cuentas no les salían a los hermanos de la Cofradía más antigua de nuestra ciudad, que comenzó a pedir ayuda a los melillenses para sacar el pesado trono del Santo Entierro. Tenían que sacar a la calle tres imágenes y otras dos cofradías también procesionaban en nuestra ciudad. Poco antes de las diez de la noche, los cofrades al fin respiraron tranquilos al comprobar que Melilla, una vez más, había respondido a la llamada, y podrían completar su estación de penitencia. Último recuento de hombres de trono y todos colocados para reunirse con las decenas de personas que aguardaban en las inmediaciones de la Plaza de Toros para mostrar su respeto y su cariño a la hermandad.
El Cristo del Socorro fue el primero en pisar la calle. Portado por mujeres, la talla de Jesucristo crucificado sobre un manto de flores púrpura bajó por las escaleras de la puerta principal de la Plaza de Toros. La música comenzó a sonar y se oyeron los primeros aplausos cuando por fin llegó a la calle para iniciar el recorrido.
Tras este trono, los portadores del Cristo Yacente se colocaban para seguir los pasos de la otra talla. Las grandes dimensiones del trono hacían, como cada Viernes Santo, que la maniobra fuera complicada. Guiados por el capataz los hombres y mujeres de trono fueron girando la estructura para ponerse de frente a la verja y comenzar a bajar las escaleras. Alzando el trono con las manos y sin perder de vista los escalones, los portadores lograron completar la bajada y consiguieron despertar los aplausos de las decenas de personas que se congregaban en la zona. Todos eran conscientes de la dificultad de poner la talla en la calle y del esfuerzo que habían tenido que hacer los portadores para que la bajada fuera perfecta. Un año más habían logrado resolverla con éxito.
Apenas habían tenido tiempo de avanzar unos metros, cuando por la misma puerta aparecía la Virgen de los Dolores. La salida tampoco era fácil, el capataz se esforzaba en recordar a los portadores que alzaran la talla para evitar que la Nuestra Señora se quedara inclinada mientras bajaban las escaleras. Sus indicaciones fueron una vez más la clave para que la Dolorosa, de riguroso luto por la muerte de su hijo, saliera al encuentro con los melillenses.
El Gobierno local
Junto a la comitiva, como es habitual, el Gobierno local, casi al completo, acompañaba la procesión. Encabezados por el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, completaron el recorrido junto a los cofrades. El diputado Antonio Gutiérrez y la senadora María del Carmen Dueñas también acudieron a la cita. Ellos con traje negro y ellas de mantilla, todos de luto en señal de respeto por la muerte de Cristo.
La hermandad siguió su marcha, mientras que en la iglesia del Sagrado Corazón, los hermanos de la Soledad, que como es tradición habían acudido a saludar a los cofrades del Nazareno en la salida procesional, ya preparaban a su Virgen para sacarla también a la calle. Al mismo tiempo que la Soledad se encontraba con Melilla, por la Avenida Juan Carlos I entraba la Cruz de Guía del Nazareno en la carrera oficial.
Los cuerpos de gala de Policía Nacional, Policía Militar y Guardia Civil y la banda Ciudad de Melilla acompañaban la comitiva, así como varios legionarios que escoltaban al Cristo del Socorro.
Respeto y luto
Los nazarenos, también de riguroso luto, mostraban su respeto por la muerte de Cristo. Era noche de dolor, de contención y de solemnidad y en las calles de Melilla se podían sentir todas esas emociones entre las decenas de personas que no quisieron perder la oportunidad de disfrutar de uno de los días más grandes de la Semana Santa y de la última noche de estaciones de penitencia de este año.
Tras su paso por carrera oficial, los cofrades comenzaron a deshacer sus pasos para emprender el camino de regreso a la Plaza de Toros, donde después de más de una semana intensa de preparativos y nervios los hermanos y las imágenes por fin descansaron. Ayer los cofrades volvieron a coger en hombros a sus cinco titulares para llevarlos de vuelta a casa en la iglesia de la Purísima donde descansarán hasta el próximo año. Esta Semana Santa, más especial aún que otras, por la celebración del 350 aniversario de la primera salida procesional del Cristo Nazareno, se cerró con satisfacción entre los hermanos de la Cofradía que han podido completar todas las estaciones de penitencia y han contado con el cariño y la devoción de los melillenses los tres días que han estado en la calle. Ahora es el momento de comenzar a pensar en la próxima Semana de Pasión. Un año por delante para que todo salga, al menos, tan bien como éste.
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