Los descendientes de la flota pesquera que hubo en la ciudad en los años 50 homenajean a los que trabajaron durante años en la mar, luchando contra tormentas y marejadas.
Hace unas décadas un grupo de valientes salía a faenar todos los días. Ni las fuertes lluvias ni los relámpagos ni las olas amedrentaban a la flota pesquera de la ciudad. El trabajo de estos hombres y mujeres comenzaba cosiendo las redes y preparando todos los aperos para salir a la mar. Siempre con la Virgen del Carmen en sus mentes y corazones. Ella les protegía de todos los males y les ayudaba a encontrar los bancos de peces más numerosos. Estos melillenses trabajaron en unas condiciones muy duras. No existían las tecnologías que ahora llevan los barcos modernos, así que se las apañaban con los consejos que de padres a hijos se iban trasmitiendo. La sabiduría de los mayores era su mejor herramienta para enfrentarse a las marejadas o a los días de calma en los que no había ni un pescado que coger. Pero el paso del tiempo y los cambios políticos hicieron desaparecer a esta flota, que llegó a ser la tercera más importante de todo el Mediterráneo en cuanto a número de capturas.
Estos melillenses se reunían en un edificio que se encontraba en lo que hoy se conoce como la plaza de los Pescadores. Allí debatían sobre el precio de los pescados y las formas de trabajar de cada uno. Ayer, nadie hablaba en ese lugar de los costes de salir a faenar ni de los pocos cuartos que se habían conseguido con la venta de las capturas. En cambio, hubo un centenar de personas que rindió un homenaje a aquellos hombres de la mar.
Niños y adultos depositaron bajo el barco de esta plaza una corona y centenares de claveles blancos. De esta forma, Melilla recordó ayer a su flota pesquera.
Pero no sólo se hizo una ofrenda floral. Un descendiente de estos pescadores leyó un poema para resaltar los cuidados que desde los cielos ha tenido siempre la Virgen del Carmen con cada barco que salía del puerto de Melilla. Tan presente está la Reina de los Mares para los descendientes de los pescadores que ayer pusieron una imagen pequeña en lo alto del navío que está en esta plaza.
El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, destacó ayer la importancia de hacer este reconocimiento a los melillenses que durante años trabajaron para conseguir una ciudad mejor. Imbroda aseguró que en aquellos tiempos los pescadores trabajaban en unas condiciones muy duras y a pesar de ello, consiguieron ser de los mejores de todo el Mediterráneo.
Apuntó que era de justicia hacer una plaza en la que estuviera la mayor parte de los nombres de los barcos y de los pescadores que faenaron en los años 50.
Imbroda afirmó que este sencillo acto de ofrenda floral es una forma de que todos los melillenses recuerden que en la ciudad hubo un grupo de valientes pescadores que se jugaban la vida por conseguir sacar adelante a sus familias. Añadió que con este trabajo, también contribuyeron a mejora la economía de Melilla y por lo tanto, lucharon porque la ciudad creciera y se desarrollara.
En este homenaje a los pescadores estuvo también el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, los representantes de la Comandancia Naval de Melilla y la Comandancia General de Melilla y un gran número de miembros del Gobierno local.
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