Categorías: Editorial

Melilla pierde con el caos en la frontera

Nadie gana con una frontera desorganizada y Melilla es la que tiene más que perder.

En primer lugar, nuestra ciudad debe garantizar por encima de todo la seguridad, especialmente cuando la amenaza del terrorismo yihadista no hace más que creer. Además, es necesario que el tránsito sea lo más fluido posible para facilitar los intercambios comerciales, limitados por Marruecos al tradicional ‘comercio atípico’. Y finalmente, es  importante que el paso de personas entre ambos lados de la frontera se realice con relativa rapidez.
Ayer, durante los altercados que se registraron por la mañana no ocurrió nada de esto. A mediodía, la tranquilidad que debería reinar en el puesto fronterizo de Beni Enzar se vio interrumpida por un altercado, una agresión o una carga policial, según sea quien narre lo sucedido. Los hechos acabaron con cuatro personas detenidas y un herido. Afortunadamente, el incidente no pasó a mayores, lo que hubiera supuesto cierta gravedad en un lugar donde es habitual que se produzcan grandes concentraciones de personas. Por ello, hace falta esclarecer qué ocurrió ayer en Beni Enzar para saber cómo se produjeron los hechos y establecer las medidas necesarias que eviten que vuelvan a producirse. Ese debe ser el principal objetivo de la Policía Nacional y la Guardia Civil, encargadas de garantizar la seguridad, una labor en la que deberían contar con la ayuda ‘interesada’ de los comerciantes de la zona, cuya subsistencia económica depende de la fluidez en el tránsito de mercancías. Si esta colaboración no existe y se plantea un conflicto de intereses, lógicamente siempre primará la seguridad general por encima de los negocios particulares. A veces da la sensación de que no este planteamiento de sentido común no está presente cuando se plantean determinadas reivindicaciones.
Por otra parte, la necesidad de garantizar la seguridad no es un argumento que todo los justifica. Aunque es un objetivo que debe estar por encima de cualquier otro, no significa que tenga que hacerlo a costa de acorralar a los comerciantes o de aislar a los melillenses. Una balanza equilibrada suele ser síntoma de que se ha dado con la respuesta adecuada.

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