Opinión

Melilla es otra cosa

El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, confesó este viernes en Canarias que la valla de Melilla tiene puntos vulnerables. Aunque adornó su comentario diciendo que el Gobierno de Pedro Sánchez ha invertido 12 millones en las alambradas de las dos ciudades autónomas, no precisó cuánto de ese dinero vino a Melilla ni cuánto está por venir en un proyecto que él dice que ya está en marcha.

Nuestra valla se ha convertido en una maquinita de moler billetes y nuestros políticos siguen sin conseguir el objetivo de impermeabilidad. El problema, en mi opinión, no es la alambrada ni lo que le pongas o le dejes de poner para dificultar las entradas. El problema es quien la vigila.

Si Marruecos colaborara y se comportara como “el socio extraordinario, excepcional e importante” que dice Marlaska que es, evidentemente se reducirían en más de un 50% las entradas por la zona de Nador y Beni Enzar.

Pero toda la responsabilidad no es ni puede ser de Marruecos. También necesitamos más agentes a pie de alambrada. Un solo guardia civil, por muy bien equipado que esté, no puede parar a más de dos o tres hombres. Cuando saltan 300 necesitaríamos al menos 150 agentes para frenar la entrada. El problema es que no los tenemos. Por no tener no tenemos ni la promesa de cuándo vendrán.

La crisis económica de 2008 a 2015 mermó no sólo las filas de la Guardia Civil. También la de policías nacionales y, en general, las de todo el funcionariado público. Esas carencias se encadenan ahora con el déficit del Estado provocado por la pandemia del coronavirus. Los inconvenientes no nos dan tregua.

Quizás este el momento de que nuestros políticos sean ambiciosos y pidan al Gobierno un cupo especial de guardias civiles para Melilla y Ceuta. Tenemos una juventud fuerte y parada que podría encargarse, mejor que nadie, de vigilar nuestras propias fronteras. ¿Es egoísta? Sí, claro que lo es. Pero no he sido yo la que ha inventado el concepto de la España multinivel. Nuestras aspiraciones, como ciudadanos de tercera que somos, no pueden ser convertirnos en un futuro lejano, en ciudadanos de segunda.

En teoría, la filosofía de la España multinivel no está pensada para nosotros. Pero podríamos beneficiarnos de esa nueva concepción de país con sello socialista, que supuestamente abre cauces democráticos para dialogar, pactar y dar salidas a situaciones límite de convivencia como la de Cataluña. Eso se lograría, según el sanchismo, dando más poder a las autonomías.

Pues bien, de la misma manera que Cataluña tiene sus Mossos o Euskadi su Ertxainza nosotros deberíamos tener una Policía militarizada autonómica. Su creación estaría justificada por la amenaza de Marruecos y lo único que haría sería legalizar lo que ya ocurre en la práctica: que la Benemérita está asumiendo funciones propias de vigilancia de fronteras, pero también impropias como es el control migratorio, que corresponde a la Policía Nacional.

Quizás la idea está muy verde, pero es cuestión de escuchar a unos y otros y buscar consenso para sacar adelante un cuerpo autonómico que dé trabajo a nuestra gente y que potencie en sentimiento de pertenencia a la tierra donde se nace, que con suerte, es la que da de comer y en la que crecen nuestros hijos.

Esto es sólo una propuesta ciudadana, pero deberíamos tener muchas más sobre la mesa. Sin embargo, no tenemos, siquiera, el famoso Plan Estratégico para las dos ciudades autónomas prometido por Pedro Sánchez en mayo pasado, tras la marcha marroquí sobre Ceuta. Nos han vuelto a timar.

Ahora estamos todos obnubilados con la declaración de Abascal como persona ‘non grata’ en Ceuta con la abstención de PP. Vivas se puede dar el lujo de despreciar a los ultraconservadores. Los populares de Melilla no. Los necesitan para gobernar si quieren volver a mandar en esta ciudad porque en las filas de Imbroda hay una desafección que viene de lejos, de cuando la escisión de PPL. La fusión no solucionó el problema. Lo escondió detrás de unas cuantas nóminas.

Hay gente del PP que ha dicho abiertamente que CpM es un partido inconstitucional, pero ninguno ha puesto una demanda en los juzgados. Y todos sabemos lo que gusta en esta ciudad la judicialización de la política. En el fondo, los cepemistas no dejan de ser una opción. Ya lo fueron cuando ayudaron a Imbroda a sacar unos presupuestos.

Melilla es otro mundo. Nada que ver con Ceuta. Lo vio claro incluso Marruecos. Ellos imaginaron la marcha sobre Ceuta como una gran victoria. Melilla es más pequeña, más pobre, mejor resguardada. Por eso no vinieron a por nosotros. No habría dolido igual. No habría significado la misma victoria.

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