Cultura y Tradiciones

Melilla ofrece infinidad de actividades para pasar el mes de agosto

Comienza el mes de agosto y los ciudadanos que se queden en Melilla tienen más posibilidades de lo que parece. Si bien es cierto que vista desde todas las perspectivas foráneas posibles, da la sensación de que esta ciudad parece una prisión a cielo abierto y más ahora como están las cosas con el país vecino. Una mirada desde el interior nos abrirá los ojos y hará comprender al residente que es un verdadero privilegiado.

Melilla es una ciudad en la que todo está cerca. Y por lo tanto, sus actividades también lo están.

La actividad básica que un ciudadano español puede realizar en verano para su disfrute y diversión es la playa. Cualquier melillense puede hacerlo sin necesidad de hacer enormes recorridos para llegar a las cuatro playas que tiene Melilla con bandera azul. Playas que disponen de todos los servicios, socorrismo, kioscos, sombrillas, y todo al alcance de la mano, disponiendo además de una muy buena calidad de agua de mar.

En este mismo orden de cosas, también existen dos calas preciosas como son la Ensenada de los Galápagos y Trápana. Galápagos es una cala limpia con un agua de primera y un marco sin igual, donde las estructuras más soberbias como el torreón militar de la ciudadela renacentista que la corona, se funde con la roca que se mete en el mar llena de nidos de gaviotas, con lo que es fácil ver en el cielo a estas aves marinas a la salida del horizonte. Es una cala bella y un baño aún mejor.

Otra de las actividades es la pesca de roqueo en los cortados de Aguadú, donde desde siempre estas rocas le han dado buenas alegrías a los aficionados a la pesca tanto de carrete como de boya o salguera. Tanto si vamos a fondo como a roca, puede aparecer la Lubina y la Dorada. Aunque para la pesca propia de arena, como la Lisa, el Salgo y la Herrera está el final del Dique Sur donde se puede pescar, ya que no irrumpe en la playa y goza de buena entrada de peces. También entran lubinas y algún que otro jurel.

Desde alquilar una moto acuática, hasta hacer ejercicio rítmico a primeras horas de la mañana por monitores especialistas en el tratamiento físico del cuerpo haciendo algo divertido, hasta participar o ser aficionado de un equipo en un deporte que guste, Éste se puede ver con facilidad de forma gratuita en la playa de San Lorenzo durante todo el mes de agosto al caer la tarde.

Si nos gusta el campo y las barbacoas, Melilla ofrece el Pinar de Rostrogordo que dispone de la infraestructura necesaria para hacer barbacoas y pasar un día de sol agotador bajo la sombra de los árboles. Este pinar tiene sendas ya hechas en la se puede practicar el senderismo a baja escala a la bajada del sol de la tarde o a primeras horas de la mañana.

Es recomendable cruzar la carretera para tomar la ruta y llegar al mirador de Rostrogordo. Sus vistas al mar son preciosas.

Además de eso, Podemos ir de comprar al complejo comercial de Murias, ubicado a las afueras del barrio del Real, que dispone de todo lo necesario en lo referente a las necesidades ciudadanas a nivel de usuario. Tiene precios bajos y una gran calidad. Todo está Murias, en un espacio que tardaríamos en encontrar lo que buscamos algunas horas si se intenta en el núcleo urbano.

Además, cuando baja el sol y la tarde refresca las heladerías de Melilla son muy especiales, primero por la calidad de sus helados y segundo por la comodidad de tomarlos.

Si vamos a Málaga o a cualquier ciudad de Andalucía lo normal es comprar un helado e ir a sentarnos por algún sitio o tomarlo mientras andamos. En Melilla la calidad del helado artesano es excepcional y tiene una terraza para tomarlo como si de una cafetería se tratase. Además están ubicadas cercanas a la Avenida de Juan Carlos I con lo que disponen de un bello marco para tomarlo.

Deportes de playa, pesca, ir de compras, practicar deporte o simplemente verlo. Una vuelta por nuestros museos Sefardí y Amazigh, en la cual existe un ruta llena de cultura que nos revelará ciertas sorpresas.

Ni que decir tiene que la visita a Melilla la Vieja es fundirse en una historia única en España. En ningún lugar de España existe una ciudadela amurallada de costa construida al estilo renacentista. Es, en sí misma, un museo histórico, pero incluso dentro de Ésta se puede visitar por un módico precio, las Cuevas del Conventico, en el que el visitante podrá ver el refugio de los melillenses ante los ataques sufridos por los diferentes califatos de los reinos vecinos. Al final de las mismas se encuentra la cala de Trápana. Desde allí se ve el Faro de Melilla en lo alto y causa un efecto a las vista muy especial. La visita de los aljibes también es algo digno de ver, pues estos aljibes dotaban un suministro de agua autosuficiente en la ciudadela durante tiempos de asedio. Los cañones de la ciudadela mirando al mar y un excelente bar-cafetería nos pueden hacer pasar un día inolvidable.

Y si de vistas e historia se trata, la visita al Museo Militar de Melilla ubicado en el interior de la misma ciudadela es muy completo. Podemos ver de sala en sala en una construcción propia de la época todo el devenir de las campañas militares en las que Melilla ha intervenido.

Al final, sus vitas al mar son incomparables ya que nos da una sensación de vacío sobre la costa indescriptible. Hay que ir allí para saberlo.

La visita a sus parques como el parque Hernández o el Parque del Real nos darán un marco romántico e incomparable como descanso a nuestros paseos. Paseos donde sólo ir a ver un edificio del Triángulo de Oro ya es un viaje que hace tangible el saber enciclopédico de cualquier entusiasta de la arquitectura.

Melilla ofrece el tercer Museo en importancia de Egiptología de España, después de los museos de Madrid y Barcelona, que no tratan este tema como algo específico. Por lo que un conocimiento bastante completo de la cultura de los faraones está servida. Ni que decir tiene que si queremos conocer los minerales propios del Rif y los fósiles del Norte de África, también los podemos conocer este mes de agosto en el Parque Forestal. Para después conocer también toda la flora de la geografía que nos ubica mientras paseamos por este Parque.

En lo que concierne a los restaurantes hay varios de gran categoría, sobre todo en el trato de los pinchitos aliñados al estilo típico melillense y comer un buen Rape a la Rusadir como plato exquisito y exclusivo de Melilla. Y por último un día de tapeo para probar sus sus patatas a la brava del lugar donde el ajo, el vinagre y el picante se funden a determinadas proporciones y se funden en un sabor inconfundible. Algo que no se encuentra en ningún lugar de España, porque sólo está en Melilla.

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