Melilla puede generar industria. Éste es el convencimiento que tiene Javier Gómez, que es el propietario de Envasadora Purosol, la primera industria de transformación de frutos secos de la ciudad. Es de Granada, pero desde hace años tiene negocios en Melilla. Aquí tiene a su familia y antes de que cerrara la frontera por la pandemia ya pensaba en cómo enfocar sus negocios porque no quería marcharse de la ciudad, sino generar riqueza aquí, donde viven los suyos. Vio caducidad en el comercio atípico y el tiempo le ha dado la razón, pues, aunque se reabra la frontera, tanto Marruecos como España no tienen en mente que se vuelva a ver porteo de fardos en los pasos fronterizos.
Subraya que Melilla tiene unas condiciones buenas para crear industria porque cuenta con bonificaciones a la Seguridad Social y Promesa que ofrece ayudas para iniciar el negocio, entre otras muchas ventajas.
Anima a los empresarios a cambiar la mentalidad y se ofrece a mostrar su negocio que comienza a despegar, ahora, con el procesado de anacardos.
–¿Cómo surge crear una industria de transformación de frutos secos en Melilla?
–Es una idea ya madurada de varios años atrás. Nosotros nos dedicábamos a la importación y exportación de materias primas de África. Estuvimos estudiando las ventajas fiscales de la ciudad y vimos que existía la oportunidad de procesar aquí el producto en lugar de enviarlo natural.
Nos asentamos en Costa de Marfil, donde tenemos empresas, que es donde están nuestra sede y nuestros productores, y decidimos importar el producto en Melilla y procesarlo aquí.
Vimos que, tanto a nivel de Promesa con las subvenciones a fondo perdido, y las ayudas que hay tanto para contratar a personal y los descuentos para la Seguridad Social y de IRPF, nos interesaba. Incluso la ubicación nos interesa mucho porque el fruto seco es un producto muy demandado tanto en Marruecos como en Argelia.
Se juntaron una serie de condicionantes que nos parecieron interesantes para iniciar la actividad aquí en Melilla.
–¿Cómo es el proceso que producción que se realiza en la ciudad?
–El anacardo viene de Costa de Marfil y una vez que se recoge allí el producto, se selecciona, se seca y se guarda en sacos para traer a Melilla. Aquí se hace un proceso de separación de la cáscara y ésta va a otro circuito de fabricación en el que estamos trabajando y es que se usará para hacer pellet, que se podrá usar como biomasa. Y en cuanto al anacardo, se llevan a cabo varios pasos, hasta que el producto está limpio y listo para envasar y enviar al cliente final.
–¿De dónde son los clientes que tienen ahora?
–Tenemos mucha demanda de la península y de Europa. Pero ahora estamos muy enfocados en Europa.
–¿Cuáles son las dificultades que se han encontrado para constituir la empresa e iniciar esta actividad?
–Realmente no hemos encontrado dificultades. Hemos recibido mucho apoyo por todo el mundo y mucha ilusión por ser, digamos, los primeros en arriesgarnos e invertir para sacar esto adelante.
Es que realmente las dificultades que hemos tenido son las que puede tener cualquiera al montar una empresa. Es que no hemos encontrado grandes problemas porque hemos recibido mucho apoyo.
–¿Qué perspectivas tienen de crecimiento?
–Ahora ya estamos sobre los 20 trabajadores, aunque aún estamos haciendo las pruebas. Pero ya hemos presentado la ampliación. Esto que se ve es solo un 10 o 15% de nuestros objetivos y la idea es contar con cuatro líneas más y llegar a los 70 u 80 trabajadores.
–¿Cómo ve la situación de decepción y la situación de tristeza entre los empresarios de la ciudad? ¿Qué les diría?
–Esa sensación yo creo que se soluciona cambiando la mentalidad. Yo llevo ocho años en Melilla, no soy de aquí. Pero he sufrido todo lo que estaba pasando en esta ciudad y hay que cambiar la mentalidad. Vivíamos de un mercado atípico y una forma de concebir los negocios que era temporal. Se veía que era temporal. Y ya se ha terminado por el cierre de la frontera.
Pero está claro que Melilla ofrece una fiscalidad y unas condiciones que son óptimas para desarrollar otros negocios, por ejemplo, el industrial que es lo que estamos haciendo nosotros.
Yo le diría a los empresarios que esto está aquí. Que el que quiera conocernos o asesoramiento, estamos aquí para ayudarnos y que hay muchísimos proyectos para sacar. Simplemente hay que empezar.
Lo más importante es que Melilla reúne una buena fiscalidad y, con Promesa, se cuenta con un apoyo importante cuando estamos hablando de unas subvenciones de hasta un 45%. Pero está claro que hay que ponerse, que hay que arriesgarse.
Pero también hay que olvidarse, sobre todo, de lo que había antes. Eso es principal. Hasta que no se cierra definitivamente esa puerta y se centran ahora en cambiar y en un nuevo objetivo, no se puede hacer.
–¿Cómo surge demandar un curso de formación a Promesa?
–Surge la necesidad porque es una industria nueva. La ciudad no está acostumbrada a tener industria. Es lógico que la gente no esté formada y necesitábamos formar a futuros trabajadores. En las líneas con las que vamos a empezar y las siguientes que se creen vamos a necesitar a personal cualificado. Pero es lógico que, si no hay industria, se necesite formar.
El primer paso lo tiene que dar el empresario, una vez que lo dé, recibe apoyo.
La industria ha llegado a Melilla de la mano de una empresa que se encarga del procesado de frutos secos. Está instalada en el puerto y el objetivo es aprovechar el 100% de la carga que llega. Ahora están con los anacardos y el proyecto no solo incluye limpiar este fruto seco y envasarlo ya procesado, sino también aprovechar los anacardos rotos para hacer crema y la cáscara para hacer pellet. El objetivo es el desperdicio cero. Es más, incluso están planteando usar el aceite del anacardo para la industria aérea.
El Faro ha visitado estas instalaciones para conocer de cerca cómo es esta industria y cómo es el procesado de frutos secos.
La empresa está ya haciendo todas las pruebas necesarias para lograr los tiempos que necesita el anacardo en cada uno de los pasos que se deben seguir.
También ha recibido a 31 personas que se han estado formando gracias a una iniciativa de Promesa. Y es que al ser una industria nueva, no hay profesionales cualificados para realizar este trabajo. Este negocio, Envasadora Purosol, demandó trabajadores y Promesa propuso este curso a través de un contrato menor a los centros de formación. El compromiso de la industria es coger a 8 de las 31 personas que hicieron este curso, aunque prevé ampliar plantilla en un corto periodo de tiempo.
Pero ¿cómo es el procesado del anacardo? Pues son varios los pasos que se tienen que dar.
El encargado de producción de esta empresa, Abdelaziz Abdelaziz, explicó a El Faro que los anacardos llegan en sacos grandes. Se están almacenando de forma provisional en dos zonas diferentes, pero en breve tendrán una ampliación de la nave actual y podrán ampliar tanto el espacio donde están los anacardos con la cáscara, como las líneas de trabajo para procesar ese fruto seco.
Cuando llegan son clasificados en una máquina. Según el tamaño que tengan se dividen en cajas diferentes porque los más grandes tienen un precio diferente y también se precisa conocer el tamaño para el resto de procesos a la hora de calibrar el resto de las máquinas de esta industria.
Para empezar a trabajar con ellos hay que meterlos en el horno y dejar que se sequen. Se trata de un fruto que tiene mucha humedad y para acceder a él, la cáscara debe estar completamente seca.
Luego con una máquina, se corta la cáscara. Se calibra según el tamaño y permite que con un leve corte de unas cuchillas, la cáscara se parta en dos y salga el fruto separado y sin problemas.
Y ahí de nuevo se mete en al horno para poder deshidratarlo. Este otro horno es muy parecido al de una panadería con bandejas y carros para disponer los frutos.
Abdelaziz aseveró que en todo el proceso la manipulación es la mínima posible.
Aún así el fruto no está listo. Cuenta con una piel fina que se tiene que retirar para tener un anacardo natural y listo para ser consumido o tratado de otras formas por parte de los clientes.
Para ello, el fruto pasa por otra máquina que genera una especie de neblina que permitirá eliminar esta piel fina. Al salir de ahí, no se quita esta piel con la mano, sino que va a una repeladora para eliminar esa última capa.
Tras este último paso ya sí que el anacardo está listo para ser envasado al vacío.
También explicó que durante el proceso de elaboración se toman muestras que se mandan a sanidad y se analizan para certificar que no hay ningún tipo de bacteria en este proceso de transformación.
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