El 26 de junio del año pasado, el Gobierno central vendió al diario El País un titular ilusionante para Melilla y Ceuta. Poco más o menos que vino a decir que tenía entre manos un plan urgente para evitar la asfixia económica de las dos ciudades autónomas.
Casi seis meses después se presentaron, ya sin muchas urgencias ni ambiciones, los proyectos de elaboración de sendos planes estratégicos para Melilla y Ceuta que siguen sin dar señales de vida, pese a que el secretario de Estado de Política Territorial, Alfredo González, prometió de viva voz que estarían listos a finales del verano pasado y vendrían acompañados de inversiones.
Más de un año después de aquella urgencia que tenía el Gobierno de España por rescatar de la asfixia a las ciudades autónomas, los presupuestos generales del Estado recogen un recorte en las inversiones en Melilla del 24,5% y en Ceuta del 9,2%. En nuestro caso, somos la segunda autonomía donde más a fondo han metido la tijera, sólo por detrás de Murcia.
Las aportaciones en inversiones directas retroceden únicamente en las plazas españolas del norte de África, en Castilla y León (-4,25), donde el PP gobierna con Vox entre exabrupto y exabrupto y en la Región de Murcia (-33%), donde el presidente popular Fernando López Miras culpa constantemente al Gobierno de Pedro Sánchez de todos los problemas que el PP lleva más de 20 años sin resolver allí. Me temo que esta vez se van a quejar con razón.
Cabe preguntarse, como mínimo, qué hemos hecho en Melilla y Ceuta para que nos premien con un tijeretazo en las cuentas generales porque, no lo olvidemos, aquí gobierna el PSOE en coalición con CpM, y en Ceuta, los socialistas dan estabilidad al Gobierno de Juan Jesús Vivas. ¿Qué ha pasado?
Desde el Partido Socialista de Melilla han explicado que el recorte se debe a que el año pasado se incluyeron en los 60 millones de euros que nos tocaron en los presupuestos generales destinados a la ciudad una partida para terminar el Hospital Universitario y este año, al estar acabadas las obras, ya no aparece ese dinero y por eso se nota la bajada de las inversiones en casi 15 millones de euros.
La explicación tendría sentido si el nuevo hospital estuviera ya equipado, pero no lo está. La decisión de Madrid obliga a hacer malabares a los líderes socialistas de Melilla y Ceuta para explicar qué ha pasado. No obstante no hay que olvidar que aún queda por delante la tramitación del proyecto de presupuestos en el Congreso de los Diputados, donde los grupos parlamentarios aportarán sus enmiendas, muchas de las cuales serán admitidas a cambio del voto a favor a la Ley de Presupuestos Generales del Estado.
En nuestro caso, solo nos queda encomendarnos a que Compromís, dada su relación con CpM, arañe alguna mejora para la ciudad. Ahora mismo, cualquier dinero extra en inversiones directas está en manos de un partido localista-valencianista.
En todo caso, hay que aclarar que al presupuesto de Melilla de este año (45,25 millones de euros) hay que añadirle los 10 millones y pico que nos han dicho que acompañarán a la presentación del Plan Estratégico, con lo que la aportación del Estado seguirá siendo importante aunque no suficiente. Más que nada porque con 10 millones es imposible darle la vuelta a la tortilla y cambiar el modelo productivo de la ciudad. Y eso fue lo que nos prometieron en Melilla: inversiones para dejar de ser la cenicienta de España.
Aun así, seguimos siendo la autonomía con mayor reparto de dinero por habitante, aunque en este punto, también retrocedemos. En 2020, éramos líderes, pero recibíamos 622,9 euros por cada melillense casi 100 euros más de los que nos toca este año (521,76 euros).
En política, nada es casual. A la hora de negociar los presupuestos cuenta todo. Da la impresión de que Moncloa da por perdido el Gobierno de Melilla y si no va a gobernar aquí el PSOE en 2023, no tiene sentido dejarle un presupuesto generoso a quien venga por detrás para que se luzca gestionando a costa del Partido Socialista Obrero Español. Nunca lo van a reconocer, pero puede pasar y pasa.
En todo caso, hay que tener en cuenta que los recortes se han hecho por encima de lo que nos llegaba a Melilla en tiempos de Rajoy, así que si esto nos parece un fiasco no quiero ni imaginar qué adjetivo vamos a utilizar para describir lo que recibíamos de las cuentas prorrogadas del ex ministro Montoro.
También es verdad que Melilla no estaba entonces como está ahora. En los años de Rajoy la dábamos por muerta. Ahora ya esto es un Halloween perpetuo: cada vez hay más negocios cerrados y los grandes proyectos prometidos se nos escapan como el agua entre las manos. Nos anuncian inversiones de multinacionales que luego leemos que se han ido a otras ciudades. Y todos callados, porque la artillería pesada se está reservando para la campaña electoral.
La frontera ha abierto, es cierto, pero nuestra economía no lo ha notado. Nuestros comercios no exportan ni un Danone porque por la frontera no salen yogures ni nada que se le parezca.
Con esos truenos no podemos ni soñar, de momento, con iniciar una negociación con Marruecos para hacer mejoras en el aeropuerto. El Gobierno de España ya ha contestado por escrito que no existe necesidad de construir nuevas infraestructuras y que cualquier tipo de ampliación dependerá del país vecino.
Eso y decir que no es lo mismo. Sólo hay que analizar cómo Marruecos ha pasado de ser un "amigo de España" a convertirse en el discurso oficial en un "socio estratégico" que, por cierto, prepara una película sobre el Desastre de Annual, en la que prevé invertir 1 millón de dólares para, según fuentes interesadas en airearlo, destapar la huella española en el Rif.
Con amigos como Marruecos no necesitamos enemigos. Con tal de incordiar, son capaces de gastarse lo que no tienen en un filme que de hacerse, debió estrenarse el año pasado, cuando se conmemoró el centenario de Annual. Llegan tarde con su propaganda cara para meter el dedo en la llaga a ver si sangra.
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