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“Melilla ha sido mi primer amor y la llevaré siempre en el corazón”

 El padre Serafín Corral afirma que en esta ciudad nadie se siente extraño porque los melillenses son acogedores l Dice que se va “en paz” aunque deja aquí a personas que ya son parte de su familia

En la primera eucaristía que celebró en la Medalla Milagrosa aseguró: “por fin estoy en casa”. Aún tiene esa misma sensación tres años más tarde de su llegada a Melilla. Serafín Corral Martín dejará de ser el párroco de esta iglesia de Batería Jota en unas semanas para marcharse a una nueva misión en unos pueblecitos de Málaga.
Se ordenó sacerdote el 23 de junio de 2012 y el 11 de septiembre de ese mismo año ya estaba en Melilla predicando y ayudando a los ciudadanos que viven entorno a esta parroquia, una de las más humildes de esta tierra, asevera. Se irá con ilusión por empezar su nuevo proyecto, pero con pena de dejar la ciudad. “Melilla ha sido mi primer amor y la llevaré siempre en el corazón”, afirmó ayer a este periódico, ya que la Medalla Milagrosa fue su primer destino como sacerdote de la Diócesis de Málaga.
El padre Serafín, como le conocen todos en la ciudad, es un hombre entrañable, que ha conseguido ganarse el corazón de sus feligreses y de otras muchas personas del barrio que no son cristianos. Afirma que su trabajo en la parroquia no serviría de nada sin las personas anónimas que invierten su tiempo en matener las puertas abiertas de la iglesia. Es a ellos a quienes otorga el mérito de todo lo bueno que ha hecho esta parroquia en los últimos tres años.
Ayer, tras celebrar la eucaristía de las 10:30 horas, el coro de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío le dedicó la canción: ‘Cinta verde en el sobrero’. Explicó a este periódico que fue un capricho. Se lo habia pedido en infinidad de ocasiones a esta agrupación, pero nunca le hacían caso. Pero los días pasan y todos en la parroquia saben que el padre Serafín y se va y quieren que tenga los mejores recuerdos de Melilla. Una vez que tanto el coro como el resto de feligreses cantaron esta letra, se animaron a posar para El Faro frente a su simpecado.

Batería Jota: un barrio humilde
Es curioso que mientras estuvo en el seminario, le enviaron a Melilla a animar a otros jóvenes a ordenarse sacerdote, visitó todas las parroquias pero en la única en la que no dio este testimonio por falta de tiempo fue en la Medalla Milagrosa. Unos meses más tarde entraba por su puerta para vivir tres años “maravillosos”, afirma.
En cuanto a la ciudad, explica que la idea sobre Melilla cambia cuando vives en ella. “Nadie se siente extraño porque la gente de esta tierra te hace ver que ésta es tu casa”, apunta.
El padre Serafín alaba una y otra vez a sus parroquianos. Resalta la generosidad de los melillenses y cómo su carácter acogedor y solidario ha permitido que las Cáritas Interparroquiales pudieran atender, en la medida de lo posible, las demandas de ayuda de la gente más humilde del barrio.
En estos años de crisis, explica que en la Medalla Milagrosa se han visto sobrepasados por las peticiones de alimentos y ropa. Afirma que se notó mucho el aumento de personas, de todas las religiones y culturas, que se acercaban a la parroquia para solicitar ayuda.

Decisión complicada
El balance de este sacerdote cordobés de estos años de trabajo en la ciudad es muy positivo. Pero eso no quita que haya tenido que tomar decisiones difíciles. La primera Semana Santa que vivió en Melilla sufrió al ver a los jóvenes de la Cofradía del Flagelado llorar porque no podían sacar el trono de la Virgen en procesión. “Uno de los problemas de Melilla es la falta de porteadores”, señala. Eso nunca lo había vivido en su tierra en sus más de 40 años como cofrade. Pero aquel día, la Junta de Gobierno de la Cofradía tuvo que tomar esa decisión y él se encargó de apaciguar los ánimos de los jóvenes, que con su arrojo, pretendían sacar el trono de la Señora a las calles de la ciudad.
El padre Serafín ha tenido muchos más papeles que desempeñar en su humilde parroquia. Señala que el trabajo de un sacerdote va más allá de celebrar la misa y confesar a los habituales de las eucaristías. Resalta que los párrocos tienen que organizar la formación de los feligreses. Esto significa poner en marcha los cursos de catequesis para los niños, así como las de adultos. También emprender las jornadas de formación de futuros matrimonios y padres que llevan a bautizar a sus hijos.
Además, dentro del trabajo de esta iglesia, estaba la coordinación de su sede de Cáritas y todas las peticiones de ayuda que han llegado estos años.
Este sacerdote desconoce aún cuándo se marchará de la ciudad, aunque cree que será en pocas semanas. Su nueva misión está en Cañete la Real, Serrato y Cuevas del Becerro. Estos tres pueblos de Málaga necesitan su ayuda y allí estará dentro de poco.
El padre Serafín dice que está al servicio de Dios y que irá donde le mande. Afirma que se marcha sabiendo que ha cumplido su objetivo. “Me voy en paz y con alegría”, explica, aunque reconoce que aquí deja a muchos melillenses que han pasado a ser miembros de su propia familia.

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