El diputado del PP, Miguel Marín, ha encontrado la oportunidad ideal para meterle el dedo en el ojo al tripartito, recordándole al Ejecutivo local que en medio de una pandemia es impresentable la rivalidad política que percibimos todos entre los socios de Gobierno. No tienen, ni siquiera, la decencia de guardar las formas.
Se refiere Marín al combate tuitero que se montó este domingo entre el superconsejero socialista Mohamed Mohand y el presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro (Cs).
A las 15:28 horas del pasado 25 de octubre, el superconsejero publicó en Twitter las medidas que se iban a adoptar en Melilla para frenar los contagios de coronavirus. Según dijo desde su perfil personal, los locales comerciales cerrarían a las 21:00 horas y el confinamiento en la ciudad entraría en vigor el lunes, con toques de queda de 22:00 a 6:00 horas.
Poco después, a las 16:54 horas, el presidente De Castro lo dejó con las vergüenzas al aire y anunció en la misma red social que había convocado Consejo de Gobierno para las 18:00 horas con la intención de discutir las medidas a adoptar en la ciudad.
A los melillenses se nos quedó cara de Baby Yoda porque entendemos que el superconsejero tenía decididas las medidas a adoptar con o sin la anuencia de sus compañeros del PSOE, pero definitivamente de espaldas al equipo de Gobierno. Él se montó su película sobre qué es lo que se debe hacer en un momento tan delicado para nuestra ciudad y para nuestra economía. A lo Marruecos, de manera unilateral, se pasó las instituciones por la región perineal.
De esta forma, Mohand se tomó la soberana libertad de anunciar extraoficialmente medidas que no habían sido aprobadas por el Consejo de Gobierno. Algo inaudito y que en cualquier otra autonomía le habría costado si no el cargo, al menos un toque serio de atención. Pero eso es impensable en Melilla porque si a De Castro se le pasara por la cabeza cesar al benjamín de los socialistas, el PSOE con toda seguridad rompería el pacto de Gobierno. Gloria Rojas está poniendo a prueba al de Ciudadanos a ver hasta dónde aguanta la presión y las zancadillas.
Sin embargo, para sorpresa de todos, las medidas anunciadas por Mohand no aparecieron el lunes en ninguna orden en el BOME por lo que entendemos que el socialista nos coló una Fake News en su perfil de Twitter o, en el mejor de los casos, se adelantó a los acontecimientos fiel a su rutina de ir por libre.
Del Consejo de Gobierno del domingo lo único que salió fue una foto donde pudimos apreciar las pintas chancleteras y casi vulgares con que muchos de nuestros políticos se plantaron en esa reunión, como si aquello fuera la frontera de Beni Enzar. Es cierto que era domingo, pero también lo es que algunos llevaban ropa que no vale ni para depositar en los contenedores de reciclaje.
Da la impresión de que no se esperaban que los llamaran para adoptar la medida más importante que aguardábamos los melillenses y salieron de casa con el chándal de correr por el Paseo Marítimo. Eso por no hablar de la cara de circunstancias con que posaron para la cámara.
Mientras en el resto de comunidades autónomas, los presidentes salieron el mismo domingo a dar la cara y a explicar a la ciudadanía qué medidas iban a adoptar, en Melilla hemos tenido que esperar hasta ayer para saber que, finalmente, se escuchará a los médicos y habrá confinamiento perimetral de la ciudad. Hemos pasado del toque de queda al “Quédate en casa”.
Yo me pregunto entonces, ¿para quién es la publicidad que ha colocado el Gobierno en las calles de Melilla? ¡Están tirando el dinero miserablemente! Han decidido exhibir propaganda sanitaria, imprescindible en estos momentos, en los mupis de la ciudad y no en la prensa escrita, en radio, televisión e internet y, una vez más, meten la pata.
¿Quién va a ver esa publicidad, consejeros y consejeras? No es posible que nos tomen el pelo de esta manera. La guerra de este Gobierno contra los medios de comunicación da vergüenza ajena. Señores, echen un vistazo a los periódicos regionales para que vean cómo sus gobiernos han apostado por informar a la población a través de los canales profesionales. No por colaborar con esta o aquella política editorial sino por responsabilidad social y por mantener los pocos puestos de trabajo que el coronavirus no se ha llevado por delante.
Pero en Melilla no pasa porque van de sobrados. Los mismos que cerraron el Telegrama ahora apuestan por los mupis. Por eso necesitamos el apoyo de la ciudadanía. De vosotros dependerá que podamos seguir adelante con esta labor informativa. De vosotros dependerá que podamos contar cómo un superconsejero le echa un pulso al presidente de la Ciudad en las narices de la vicepresidenta. De vosotros dependerá que os contemos cómo han necesitado 48 horas para ponerse de acuerdo en que Melilla necesita confinamiento perimetral para evitar que nos convirtamos en el farolillo rojo de España.
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