Categorías: Cultura y Tradiciones

Melilla enamora al jazz de Dicenta

La Luna calmó al viento insistente y lució en el cielo acompañando a la voz de Natalia Dicenta y al maestro pianista José Manuel Villacañas en una actuación que recordarán los melillenses por su belleza.

Ding-dong. Las campanadas de la Casa del Reloj sonaron a las diez en punto avisando a las más de 200 personas que estaban en la plaza de Estopiñán que Natalia Dicenta y el maestro pianista José Manuel Villacañas se disponían al escenario. Poco después el jazz comenzó a sonar en todas las calles de Melilla La Vieja. La voz de Dicenta dejó prendados a los melillenses que disfrutaron de este concierto a la luz de la Luna. Pero seguro que fue esta cantante de jazz y actriz la que acabó enamorándose de la ciudad y de sus gentes.  
Esta historia de amor en la que hay jazz y noches de Luna tuvo un comienzo difícil. En los ensayos, el viento de poniente soplaba más fuerte de los esperado y los atriles no podían aguantar las letras ni los pentagramas de las canciones que iban a sonar. Pero con la llegada de la hermosa Luna, el viento pasó a ser una ligera brisa agradable que ayudaba a las notas a llegar hasta los rincones más insospechados de El Pueblo.
Dicenta destacó “la gente variopinta” que esperaba a que el maestro tocara las teclas negras y blancas de su piano. Los bancos de la plaza de Estopiñán estaban repletos de melillenses, pero también los asientos del kiosko, la barandilla de la muralla que da a Las Peñuelas, los bordillos de esta plaza, los maceteros e incluso, las peanas de las ventanas de la Casa del Gobernador. Niños, adultos y personas mayores, algunas de ellas ataviadas con sillas de la playa, llenaron esta plaza de Melilla La Vieja. Unas 200 personas se acercaron para disfrutar de la belleza y la ternura de la voz de Dicenta.
‘I’ll remember April’ fue la primera de las melodías que presentó esta cantante. Luego fue ‘You taught to my heart to sing’ la que emocionó a los amantes del jazz que se reunieron entorno a copas de vino y la compañía de amigos. Incluso hubo un tiempo para la lectura de un texto de Cortázar, el escritor que está ligado al jazz.
Una de las conocidas, ‘Laura’, tocó en el corazón de los más reacios a este estilo musical, que a partir de este momento, se dejaron llevar por la brisa, la Luna, la voz de Dicenta y el piano de Villacañas. Este concierto no fue una sucesión de canciones sinfín unidas porque de vez en cuando la cantante diera las gracias al público por sus aplausos. Esta actuación contó con la voz cantada de Dicenta, pero también con sus explicaciones, historias y anécdotas sobre el porqué de esas melodías en este espacio tan mágico de Melilla. Esta cantante de jazz presentó a escritores, compositores y letristas famosos de Norteamérica. Les dio vida al susurrar sus canciones y al detallar esas pequeñas cosas que hacen que tengan tanto valor. Dicenta comentó hace unos días en una entrevista a El Faro que la magia iba a estar presente en este concierto y que la Luna iba a ser un elemento más que la ayudaría a enamorar y seducir al público. Y no se equivocó. ¿Quién no sintió cómo el jazz embargaba el ambiente hasta hacerlo respirable? Hasta los niños se quedaban quietos hipnotizados por la voz y el piano de este concierto.
Dicenta pisó ayer por tercera vez Melilla y seguramente deseará volver a la ciudad gracias al calor que los melillenses le ofrecieron ayer. Aplausos y alagos para una artista que de blanco impoluto atrajo la atención durante una hora de todo tipo de gentes.
El siguiente concierto de Música a la Luna será el de Álex Ubago el próximo sábado 11 de agosto en la plaza de Armas.

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