Melilla, en un momento delicado

LEEMOS con tristeza la noticia de la detención de tres empresarios de Melilla, acusados de explotar laboralmente a 26 inmigrantes del Centro de Estancia Temporal (CETI) y a nueve ciudadanos marroquíes, del grupo que quedó atrapado en la ciudad cuando Marruecos cerró la frontera el 13 de marzo pasado. Les hacían trabajar entre 12 y 15 horas diarias y les pagaban 250 euros al mes.

Un lector de El Faro comentó en nuestra web que ése es el motivo por el que hay tanto paro en Melilla. No creemos que sea la única causa, pero, desde luego, es una más. A la paralización de nuestra economía se suma la competencia desleal de los empresarios que habitualmente contratan a trabajadores que les salen más baratos que la mano de obra española. La pregunta es: ¿por qué se arriesgan?

Llegados a este punto no vamos a hacer leña del árbol caído, porque cayeron esos tres empresarios, pero si este tipo de batidas se hicieran una vez al mes, caerían muchos más. No porque nuestros empresarios sean unos bellacos sino porque consideran que ésta es la única manera de mantener abiertos sus negocios. Cuando el pequeño emprendedor gana dinero, enseguida reparte beneficios. Lo sabemos todos. Si le va bien a las pymes, nos va bien a todos.

Cuando vamos a una cafetería y vemos al mismo camarero durante años, sabemos que su jefe es, como mínimo, un buen pagador. La estabilidad en el empleo habla bien del empresario y de la empresa. Es su primera carta de presentación.

Hace poco, la senadora Sofía Acedo denunciaba que las ayudas por la COVID apenas habían llegado a 40 empresas de la ciudad, mientras en Ceuta, en julio, ya se habían resuelto 1.700 solicitudes de pequeños y medianos negocios. ¿Por qué? ¿Cuál es la tara que tenemos para no poder auxiliar a nuestros emprendedores cuando más lo necesitan?

Mientras Melilla sólo ha movilizado 200.000 euros de esas ayudas, Ceuta ha inyectado a los pequeños y medianos comercios más de 4 millones de euros. Y luego nos preguntamos por qué hay tanta diferencia entre las dos ciudades autónomas si tenemos una población similar, estamos en el norte de África y somos frontera Sur de Europa.

La respuesta es de cajón: no sabemos gestionar los recursos públicos. Somos unos ineptos y nuestra incapacidad tiene un efecto dominó.

Con esto no quiero, ni por asomo, justificar a los empresarios detenidos. Sabemos que la contratación irregular es una práctica habitual no sólo aquí en Melilla sino en todo el país. Lo que ya no es ni habitual, ni normal ni aceptable es que las empresas se aprovechen de la debilidad de los trabajadores o de su situación irregular para someterlos a condiciones de semiesclavitud y a trabajo forzoso. Eso no es de recibo. No tiene justificación y tendrán que responder por ello en los juzgados.

Pero sí nos gustaría incidir en que la economía sumergida no es algo que hemos inventado en Melilla. En nuestro país supone un 26,9% de PIB y hay estimaciones que hablan de 90.000 millones de euros que no están sujetos a los impuestos del Estado. En declaraciones a La Sexta, los Técnicos de Hacienda calculan que el dinero ‘negro’ que se mueve en España duplica las cantidades que se barajan en Italia o Francia.

Volvemos a la pregunta: ¿por qué? Evidentemente, lo más obvio es pensar en que hay más delitos que inspecciones. Pero, en mi opinión, es un problema de fondo. Vivimos en un país en el que los sueldos se han devaluado tanto que a la clase media le cuesta llegar a fin de mes e incluso, asumir con tranquilidad sus impuestos.

Aquí en Melilla, con las reducciones que tenemos en el IRPF, se nota algo menos, pero en la península, cuando llega el mes de mayo muchas familias se echan a temblar. La inestabilidad del mercado laboral les lleva a tener una media de dos empleos por año e incluso más y a la hora de hacer cuentas, tienen la sensación de que ellas solitas están levantando España.

Con la frontera cerrada, hemos perdido todo el negocio del trasiego de fardos a Marruecos y me pregunto si alguien tiene idea de qué ha pasado con las familias que vivían de ello. ¿Qué hay de esos empresarios? ¿Qué pasa con sus trabajadores? ¿Qué ha sido de las tiendas de la frontera que vivían de la venta al por mayor, contando como cliente al país vecino?

No hay que ir a la universidad para concluir que están en la quiebra más absoluta. Si alguno hay por ahí que ha podido aguantar el tirón, evidentemente llegará el momento en que no pueda aguantar más. Entre otras cosas porque no sabemos cuándo reabrirá la frontera. Tampoco sabemos si cuando las verjas se abran todo volverá a ser como antes. Con Marruecos nunca se sabe.

Estamos atravesando una situación económica muy delicada. Las autoridades melillenses tienen que ponerse las pilas y las ayudas tienen que empezar a llegar a las empresas. Solas no pueden salir de esta crisis. Si nuestros políticos no reaccionan, al final nos vamos a quedar con una o dos cafeterías en la ciudad y terminaremos haciendo cola para tomarnos un café con leche, como si esto fuera Venezuela o Cuba. Curren y gánense el sueldo, señorías.

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