Melilla se encuentra en situación de prealerta por escasez de agua, según los datos manejados por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y la Secretaría de Estado de Medio Ambiente.
Así se recoge en un informe recientemente publicado por este organismo bajo el título de Situación respecto a Sequía prolongada y escasez coyuntural en España, publicado el pasado mes de octubre y que recoge datos referidos a los últimos meses.
En este documento se indica que en Melilla, teniendo en cuenta la evolución mensual y los datos de los últimos doce meses (octubre de 2021 a septiembre de 2022), estamos en prealerta. Se contemplan cuatro escenarios posibles, cada uno identificado con un color: normalidad (verde), prealerta (amarillo), alerta (naranja) y emergencia (rojo).
Además, en este mismo informe se asegura que durante los pasados meses de enero, febrero y marzo, en Melilla se vivió una situación de sequía prolongada.
El documento del Ministerio explica que, de acuerdo con los Planes Especiales de Sequía (PES), se utiliza un sistema doble de indicadores, que diferencia las situaciones de sequía prolongada (entendida como un fenómeno natural), de las de escasez (relacionadas con problemas coyunturales en la atención de las demandas).
Así, la escasez está relacionada con los posibles problemas de atención de las demandas. Suele presentarse diferida en el tiempo respecto a la sequía meteorológica o incluso no llegar a producirse, por la gestión hidrológica que puede llevarse a cabo en los sistemas o por no existir demandas importantes en un sistema.
Por tanto, los indicadores de Escasez Coyuntural (volúmenes de almacenamiento, niveles piezométricos, caudales en estaciones de aforo, etc.) definen los problemas que puede haber con respecto a abastecimientos, posibles regadíos, etc.
Estos indicadores valoran, de forma objetiva, la situación de las Unidades Territoriales de Escasez (UTE) definidas en los PES, traduciéndola en cuatro posibles escenarios o fases (Normalidad, Prealerta, Alerta y Emergencia), que representan las expectativas para los meses posteriores respecto a la atención de las demandas existentes, y por tanto definen objetivamente la gravedad de la situación de escasez.
El objetivo es la implementación progresiva de las medidas definidas en los PES para cada escenario con el fin de evitar el avance hacia fases más severas de la escasez, mitigando en todo caso sus impactos negativos.
Y en lo que se refiere a la sequía prolongada, muy relacionada con la habitualmente conocida como sequía meteorológica, el documento señala que obedece a una situación natural independiente de las demandas originadas. Se produce directamente por la falta de precipitaciones, que ocasiona como uno de sus efectos una importante reducción de los caudales naturales circulantes.
Si objetivamente se produce esa circunstancia, pasan a ser de aplicación los caudales ecológicos definidos normativamente para situación de sequía prolongada, más bajos que los correspondientes a una situación normal.
Los indicadores de Sequía Prolongada (normalmente basados en precipitaciones o aportaciones en régimen cuasi-natural) valoran, de forma objetiva, si las Unidades Territoriales de Sequía (UTS) definidas en los PES se encuentran o no en situación de sequía prolongada a los efectos normativos establecidos. Por tanto, existen dos únicos situaciones posibles para cada UTS: sequía prolongada o ausencia de sequía prolongada.
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