El vallado fronterizo, un dispositivo ideado contra entrada ilegal de inmigrantes, no siempre consigue su función.
En cambio, sí ha logrado poner a Melilla entre los asuntos del debate político de los contendientes en las próximas elecciones europeas. La prueba es el continuo goteo de candidatos y representantes políticos nacionales que aterrizan en nuestra ciudad. Los dos últimos han sido el ex popular Alejo Vidal-Quadras, vicepresidente del Parlamento Europeo, y el diputado upeydista Carlos Martínez Gorriarán.
La conclusiones de estos visitantes suelen ser coincidentes. Tras visitar la frontera y la valla, habitualmente confirman que la realidad cotidiana de Melilla no es suficientemente conocida en la UE. Las instituciones europeas quedan muy lejos, tan lejos que no hace posible el viaje de la comisaria de Interior, Cecilia Malmström, y mucho menos del presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso. El presidente del Comité de las Regiones de la UE, Ramón Luis Valcárcel, que estuvo en Melilla hace unas semanas, se comprometió invitar a ambos. Aún no se conoce el resultado del ofrecimiento del político murciano, pero hay pocos motivos para el optimismo. De hecho, en casi cuatro años ni siquiera ha sido factible una visita del tal Salvador Rueda, aquel personaje gris al que se le encargó ser el representante permanente de Melilla en Bruselas.
Los esporádicos políticos que sí nos visitan también acostumbran a hablar de la necesidad de una colaboración más cercana con las autoridades marroquíes, aunque no dan demasiadas muestras de entender las consecuencias que acarrean sus propuestas. La breve estancia de estos candidatos no siempre permite analizar en todas sus perspectivas la colaboración hispano-marroquí. Se escapa al análisis del problema hechos constatables como que, por ejemplo, cuando Rabat lo ordena, la frontera de Melilla es impenetrable. Así, desde hace más de diez días, ningún subsahariano ha conseguido superar el vallado, con concertina o sin ella, con más o menos presión migratoria y con una colaboración marroquí tan “extraordinaria” o no.
Poner este asunto en manos de nuestros vecinos no siempre es lo más conveniente para nuestro país ni para la Unión Europea, sobre todo cuando se acude con las manos vacías a la mesa de negociaciones con Rabat.
Entre tanto, durante el próximo mes, hasta que llegue la cita con las urnas del 25 de mayo, es muy probable que sigan sucediéndose las llegadas a nuestra ciudad. Tanto si los visitantes vienen del norte y viajan en un avión, como si son del sur y entran en una patera, para todos Melilla está en su camino hacia Europa. Unos vienen en busca de los papeles necesarios para continuar su viaje y otros aspiran recolectar en las urnas un buen número de papeletas que les ayude a garantizarse un escaño en el Parlamento Europeo. Varios conseguirán su objetivo y dentro de unos meses, cuando quizás se crucen en una calle de Bruselas, Luxemburgo y Estrasburgo, se dará la paradoja de que algunos de esos inmigrantes y eurodiputados tal vez coincidieron en Melilla en su viaje hacia la Unión Europea. A pesar de ello, seguirán siendo unos auténticos desconocidos entre sí.
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