Categorías: Editorial

Melilla, el coladero de la inmigración ilegal

Lo peor que nos puede pasar a los seres humanos es que confundamos lo horrible con lo normal o la efemérides con la noticia. Estamos tan familiarizados con la llegada de pateras a Melilla, con los asaltos a la valla o con el hallazgo de inmigrantes en dobles fondos de vehículos que hay quien ni se inmuta y sigue haciendo ‘footing’ cuando ve un grupo de subsaharianos desembarcar y echar a correr por el Paseo Marítimo. Ayer volvió a entrar a plena luz del día y por Los Cárabos una patera en la que viajaban dieciséis inmigrantes. Llama la atención la facilidad con que estas embarcaciones burlan los controles de la Benemérita. Es una suerte que mandos de la Comandancia de la Guardia Civil hayan desistido de sancionar a los agentes que no ven entrar una patera por la playa porque pocos efectivos habrían escapado del tirón de orejas. ¿Qué pasa, que no estamos ni tan seguros ni tan bien protegidos como creemos? No. Faltan medios y efectivos y ya se sabe, las mafias que trafican con personas van casi siempre por delante. También influye que la crisis es crisis en todas partes y si en España estamos mal, en el Sahel, con toda probabilidad, están peor. Si Melilla tuviera un sistema de vigilancia como el que protege la costa de Valencia, Murcia y Almería y no un guardia con las cervicales echas polvo por el peso de las cámaras térmicas, igual sería más fácil diferenciar una barca de pesca, de una patera. La pobreza da bríos y aguza el ingenio. Y si no, que se lo pregunten al conductor kamikaze que el pasado jueves estrelló un Mercedes contra la verja de la frontera de Beni Enzar y logró entrar en Melilla, hiriendo a dos policías nacionales y a tres agentes marroquíes. O a los 200 inmigrantes que el viernes intentaron asaltar la valla por el río Nano. La escalada de agresividad va en aumento porque el hambre no entiende de modales ni el frío atiende a razones. Mientras Europa siga mirándose su ombligo alemán y no baje la mirada hacia Melilla, seguiremos siendo un coladero de la inmigración ilegal. Melilla no puede con todo lo que se le viene encima. Esto sólo acaba de empezar.

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