La ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez (PSOE), ha firmado este jueves un convenio de colaboración con el consejero de Infraestructuras, Rachid Bussian, y la viceconsejera de Incidencias y Línea Verde, Yonaida Sel Lam (CpM), para inyectar 4 millones de euros al Plan de Vivienda que deberá ejecutarse en Melilla de aquí a 2025.
Aunque está previsto que el convenio se cierre con todas las comunidades por un monto total de 1.143 millones de euros, Melilla está en el grupo de las seis primeras autonomías que sellan un acuerdo que, en nuestro caso, contempla que el ministerio aporte 1,4 millones y la Ciudad ponga otros 2,7 millones para alcanzar así una cifra cerrada que bordea los 4 millones de euros en prácticamente tres años.
Con este dinero se podrán convocar ayudas al alquiler y se podrá subvencionar a los jóvenes que quieran independizarse o prevenir los desahucios. Básicamente es una inversión en protección e inclusión, como aseguró este jueves la ministra de Transportes.
Para Melilla el acuerdo es importantísimo porque la vivienda es un problema estructural en nuestra ciudad. Los altos precios del alquiler son en primer lugar una consecuencia directa del escaso territorio del que disponemos. En 12 kilómetros cuadrados hay lo que hay, pero también es cierto que se ha tardado mucho en buscar alternativas.
Si no podemos crecer en horizontal, habrá que crecer en vertical para cubrir las necesidades habitacionales de los melillenses. Por una razón muy sencilla, los alquileres de 600 y 800 euros son insostenibles. No sólo para las familias en riesgo de exclusión que con estos precios no consiguen salir de los límites de la pobreza.
También son inaceptables si queremos atraer talento. Si a un médico, un maestro o un policía o guardia civil le pagamos un plus de residencia de mil y pico de euros, pero se gasta 800-900 euros en el alquiler de un piso pequeño, oscuro y viejo y el resto del dinero se le va en transporte aéreo o marítimo para viajar a la península, no le resulta rentable mudarse a Melilla.
Así que el acceso a la vivienda condiciona también la atracción de talento. Los precios del alquiler y la propiedad en Melilla espantan a los profesionales que podrían echar raíces en la ciudad, pero por la mitad de precio tienen casas nuevas, en urbanizaciones de lujo y con más comodidades en la península.
Con esos precios estamos marginados. Fuera del mercado laboral e inmobiliario y la única manera que hay de bajar los precios es aumentando la oferta, pero eso no se podrá hacer hasta que se apruebe el Plan General de Ordenación Urbana que eliminará límites de alturas en barrios como El Real.
En definitiva, iniciativas como este acuerdo firmado en Madrid son indispensables en Melilla.
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