Este próximo martes, los andaluces celebramos el Día de Andalucía. Y digo celebramos porque, aunque nacido, criado y ‘ensolerado’ en Melilla, siempre me he sentido muy andaluz. Habrá influido que mis abuelos paternos y mi padre eran nacidos en Andalucía y que mi madre, aunque vio la luz en tierras aragonesas desde muy pequeñita vivió en Sevilla, hasta el punto que en Melilla es conocida como Conchita ‘la sevillana’.
Desde hace muchísimos años, Melilla ha estado ligada a Andalucía en lo eclesiástico, en lo militar, en lo judicial y en lo universitario. Y no digo todo en lo cultural para que no se me enfaden el resto de los que han mamado otra cultura, pero lo cierto es que hasta hace pocos años – en 525 años, unas pocas décadas son una gota de agua en el mar- la única cultura que se respiraba en esta Ciudad era la de las diferentes regiones españolas y, por supuesto, con predominio de la andaluza. Y que, por mera razón demográfica, se está perdiendo esa identidad.
Hemos estado conectados siempre con el resto de España con el ‘melillero’ como conocen a Málaga a los buques que nos llevan y traen, con el aeropuerto de Málaga primero desde el de Tauima y desde 1969 desde el actual gracias a la desaparecida Spantax. Con el tiempo, hemos podido llegar a Almería y Motril por barco y a varios otros aeropuertos españoles. Hemos compartido prefijo telefónico – el 952- y la guía telefónica de las páginas amarillas y el código postal 29801 hasta que hace poco nos lo cambiaron por los 52000.
La Casa de Melilla en Málaga que, salvo error, ya celebró el pasado año sus primeros cincuenta años es la más antigua y con mayor número de melillenses residentes en la Península. Y muchos de los que se han ido jubilando o han seguido los pasos de sus hijos y nietos han sido acogidos en otros lugares de Andalucía.
Cierto es que cuando se estaba pergeñando el futuro Estado de la Autonomías, los políticos socialistas del PSOE y del PA, nos dejaron fueran de la Junta preautonómica -por pura matemática egoísta- para quedarse con su presidencia. A pesar de ese rechazo no me arrepiento de haber salido a las calles de Sevilla el día 4 de diciembre de 1977 junto a otros dos millones de andaluces pidiendo la autonomía por derecho propio. Pero ese hecho no borra que la mayoría de los melillenses de origen peninsular nos sintamos más andaluces que otra cosa sin renunciar a nuestro sentir e identidad como melillenses al igual que todos los nacidos en cualquier pueblo de la antigua Al-Ándalus son de su pueblo, de su comarca, de su provincia y se sienten andaluces con todo orgullo.
¿Qué habría sido de nosotros de no haber sido excluidos de la Comunidad andaluza? Pues no lo sé, pero posiblemente no estaríamos en la misma situación que ahora. Yo que soy muy de la familia estoy seguro que Andalucía, como hermana mayor, nos hubiera cuidado bien. Ya no hay solución administrativa, pero la mano sigue tendida desde Andalucía y, esta vez, hemos sido nosotros -en concreto, el actual alcalde - quienes hemos rechazado la que nos ofrecieron en marzo de 2018. En Ceuta, fueron más listos y la han aprovechado.
Nosotros, como empresa, decidimos mirar al norte hace 25 años y, sin irnos de esta tierra que nos vio nacer y crecer, volvimos a la tierra de nuestros abuelos a iniciar desde cero la misma actividad que veníamos desarrollando en los muelles de Melilla desde 1915 y hemos encontrado un presente y un futuro en Andalucía. Por eso, me alegro y felicito al resto de andaluces por el Día de Andalucía que está demostrando que con ganas y una buena gestión se superan las dificultades y se crea esperanza y confianza que es lo que nos falta aquí desde hace unos años.
Ojalá algún día -y durante otros 525 años por lo menos- se vuelva a celebrar el Día de Melilla el 17 de septiembre como se merece la efeméride que conmemora la llegada de un andaluz jerezano a esta bendita tierra que, para mí desde entonces, es un trocito más de Andalucía.
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