“¿Por qué me ha pasado esto a mí?”

  • Salvador, el melillense de 56 años acusado de poner una falsa bomba en la acera del Kursaal hace hoy un año, quedó en libertad y el caso fue archivado

A Salvador le gustan los animales. Trabaja como cetrero en el control de fauna de los alrededores del aeropuerto. El 2 de febrero del año pasado iba hacia su trabajo por la plaza de La Salle cuando un policía le abordó y le dijo que quedaba detenido. ¿Por qué?, preguntó. “Por alarma social”.

Detenido en Comisaría, a Salvador se le vino el mundo encima y tuvieron que llevarlo al centro de salud de la zona Centro a que le dieran una pastilla que lo tranquilizara. No sabía por qué había sido arrestado. No tenía ni idea de qué podía haber hecho. Ahora que estaba recuperado del alcoholismo, se preguntaba si en estado de embriaguez podía haber hecho alguna barbaridad y no recordarla.

Lo tuvieron en ascuas hasta el día siguiente. A las 10:00 horas lo esposaron junto a otros cinco detenidos que había en los calabozos de la Jefatura Superior de Melilla y se lo llevaron camino a los juzgados.  En las Torres, un agente le pregunta a Salvador si le habían tomado declaración. No. Otra vez de vuelta a Comisaría a declarar.

Imagen de la falsa bomba colocada en el Kursaal hace un año.

En la Jefatura, el policía que atiende a Salvador le pregunta si él sabe por qué estaba allí y el acusado le responde que no. “Usted es el responsable de esto”, dijo mostrándole un papel en el que aparecía la falsa bomba colocada en el Kursaal el 13 de enero de 2016. Hace hoy un año.

Salvador respiró tranquilo. Lleva cuarenta años trabajando y ha tenido problemas con la bebida, pero cuando le dijeron que había puesto una bomba se relajó. Se sabía inocente y se tranquilizó.

El juez le acusó de un delito leve de desórdenes públicos. La Policía, de terrorismo. Para Salvador los problemas no habían hecho más que empezar. Un antiguo jefe y un compañero de trabajo testificaron en su contra. La Policía recopiló imágenes de las cámaras de seguridad de los aledaños al  Kursaal, donde había aparecido la bomba de mentira, y les mostró las fotos a ambos. Los dos reconocieron a Salvador en ellas. Con “total seguridad”, llegó a decir el ex jefe, según consta en su declaración del 28 de enero a la que ha tenido acceso El Faro.

Un mes más tarde, el 25 de febrero, el ex jefe de Salvador echó para atrás su testimonio asegurando que no dijo “en ningún momento que reconociera casi con toda seguridad al investigado sino que en algunas fotos le pareció que podía ser él” y aclaró que lo único que había hecho, a petición de la Policía, había sido contestar a sus preguntas. Lo mismo ocurrió con el compañero de trabajo de Salvador que el 1 de febrero le reconoció en un vídeo de una sucursal bancaria de la Avenida y el 25 de ese mismo mes aclaró en su declaración, a la que ha tenido acceso El Faro, “que no recuerda haber dicho que reconocía al investigado por los andares” y que no podía asegurar “sin ningún género de dudas”, que el investigado fuera la persona que aparece en las fotos que obra en los autos.

Sin testigos, tanto el juez del juzgado de Instrucción número 1 de Melilla como la fiscal Laura Santa Pau Vázquez acordaron el sobreseimiento de la causa. El magistrado pidió su archivo provisional. Ambos consideraron que no resultaba “debidamente justificada la perpetración del delito”.

Ha pasado un año y Salvador no puede quitarse de encima el estigma de “terrorista”. “¿Por qué me ha pasado esto a mí”?, se pregunta. Ha intentado hablar con el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, y no lo ha conseguido. Ha tratado de denunciar a la Policía y tampoco lo ha logrado. “Voy a Comisaría y me dicen: “Vete a casa, chaval”.

Por la calle, los que le conocen de toda la vida no se creen que Salvador haya sido capaz de poner una falsa bomba en el Kursaal.  Pero los que nunca han cruzado una palabra con él le abordan y le reprochan que se le ocurriera hacer algo así. Salvador niega la mayor. “Yo no fui. La Policía ha hecho mal su trabajo. El que lo hizo, sigue suelto, en la calle”, asegura a El Faro.

El 3 de febrero de 2016 la Policía Nacional informó de que había sido detenido el presunto autor de la falsa bomba del Kursaal. En la nota de prensa aseguraba que el detenido había alegado problemas laborales. La declaración de Salvador, en poder de El Faro, no recoge nada al respecto. En Marruecos vive otro hombre que también fue acusado de poner la bomba de mentira en Melilla. Se llama Mohamed Aouhare y tiene prohibida la entrada en la ciudad durante cinco años.  Del caso no volvió a hablarse hasta hoy. Un año después.

El que puso la falsa bomba iba con gorra ‘tweed’

A las 10:04’04 del 13 de enero de 2016 un varón que vestía pantalón oscuro, cazadora marrón y gorra ‘tweed’ pasó por  la entrada de montacarga del Teatro Kursaal y extrajo de una bolsa de plástico un objeto que se le cayó al suelo. De una patada lo dejó en el lugar donde un vigilante de seguridad encontró una falsa bomba a las 10:27 de ese mismo día y alertó a la Policía. El hombre que puso la bomba se alejó del Kursaal por la calle Ejército Español en dirección a López Moreno. Ninguna de las imágenes captadas por las cámaras de videovigilancia que se encontró en su trayecto han podido desvelar quién es la persona que aterrorizó Melilla hace hoy justo un año, colocando una falso artefacto explosivo y obligando a acordonar la zona.

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