Francisco Villena sigue en el puesto que viene ocupando desde hace ocho años, pero además en esta legislatura es también diputado en la Asamblea. En esta entrevista, habla de su cargo y sus cometidos. Dirige una auténtica brigada de choque para problemas que se dan por imposibles, pero que al final se arreglan. Así lo asegura Francisco Villena, quien, tras ocho años al frente de la Viceconsejería de Servicios Operativos, subraya que no ha perdido su condición de trabajador. La misma que se forjó en ‘Casa Montes’ durante los 18 años en los que estuvo como dependiente, encargado de los pedidos y personal cualificado para el servicio técnico de cajas fuertes, calentadores y productos varios de la ‘Casa Roca’.
Villena, melillense, nacido en el Patio Florido, junto al Patio Montes, en la Acera Negrete, y criado en el antiguo barrio de García Valiño, se inició en el mundo de la política en el año 86, en el CDS, pero cuando este partido desapareció optó por UPM, “porque el PSOE no era ningún referente” aunque hubiera estado muy ligado a la UGT, presidiera la gestora de comercio y firmara el último convenio del sector, aún vigente, gracias al sistema de autorregulación que hoy en día lo sigue haciendo válido.
Con UPM ya se presentó a las elecciones en el año 1999 y, nuevamente, aunque ya tras la fusión entre upemistas y populares, con las listas del PP, primero en el 2007 y, por último, el pasado 22 de mayo, en que concurría en el puesto 17 de la candidatura popular.
El desistimiento del escaño de dos candidatos que le precedían, lo han convertido en el último diputado de los 15 que tomaron posesión como miembros del nuevo grupo del PP en la Asamblea local. Algo que le llena de orgullo aunque reconozca que le quita tiempo para estar más en la calle, “vigilante” en sus funciones como viceconsejero de Gestión y Control de los Servicios de la Consejería de Medio Ambiente.
-¿Cómo definiría su cargo?
-Como vigilante de lo que son los servicios en la calle para combatir los efectos del vandalismo y de los desperfectos que se producen en el mobiliario e infraestructuras urbanas que no sólo dependen de la Consejería de Medio Ambiente sino también de otras, puesto que también informo del deterioro en que se encuentra algún elemento o patrimonio que dependa de otra área de Gobierno. Por eso me considero un vigilante en general del estado en que se encuentra la ciudad.
-¿Ustedes cooperan de hecho con áreas muy distintas para hacer posible muchos eventos?
-Sí, somos como la cocina de todos los actos: la parte que no se ve. Preparamos el 50% del Belén, porque el resto ya lo hace la empresa Martinmanía, pero seguimos haciendo la estructura y todo el montaje base. En la Feria pasa otro tanto de lo mismo: Hay una empresa adjudicataria del montaje, pero nosotros cubrimos aquello que no está previsto en el pliego de condiciones y ayudamos a los que montan casetas a incorporarse a las fiestas patronales en mejores condiciones. Ahora mismo estamos montando un escenario para un espectáculo en la Plaza de las Cuatro Culturas porque de continuo colaboramos en todos los eventos públicos, sean del carácter que sean.
-¿El vandalismo es la principal causa de las actuaciones de su área?
-A medias con el deterioro del material. El vandalismo supone un 50% y nos ocupa mucho el tener que borrar pintadas y grafitis, la rotura de bancos y demás elementos del mobiliario urbano, sobre todo papeleras. Lo peor del vandalismo es que se comprueba que no obedece a nada, a no ser que sea el puro aburrimiento porque rompen por romper, sin ningún fin que pueda apreciarse. Es un vandalismo sin justificación.
-¿Hábleme de alguna práctica de vandalismo que le haya chocado?
-Reponer diez o doce papeleras y al día siguiente verlas de nuevo volcadas y rotas. Tras los fines de semana, en los alrededores del Puerto Deportivo, se notan también muy a menudo los efectos de ese vandalismo sin justificación. Muchas papeleras aparecen rotas, los bancos en muchos casos también están volcados. De nuevo la actuación de gente que por lo visto se aburre y no tiene otra cosa que hacer que destrozar.
-¿Echa de menos el montaje de la antigua Feria, en el que su Viceconsejería jugaba un papel protagonista y crucial?
-No, en todo caso lo echaría de menos en positivo, porque eran tres meses lo que se llevaba el montaje y desmontaje de la Feria y resultaba penoso comprobar cómo se deterioraba el Parque Hernández. Hacia falta el cambio que se le ha dado porque aquello ya era tercermundista.
-¿Cómo definiría su trabajo?
-Mi trabajo es un vis a vis con los vecinos y muchas veces resulta difícil negociar. Por ejemplo, se han dado casos en que hasta tres veces hemos cambiado un banco de sitio, porque mientras unos lo querían en un lugar, el que lo veía debajo de su ventana se oponía porque veía un foco de reunión que le podía molestar. Por ello, son muchas las veces en que me toca también hacer el papel de mediador entre los mismos vecinos. Para mí, en este trabajo es importante hacer ver al ciudadano que tiene un respaldo, que no todo se queda en presentar un escrito o echar una instancia y esperar a que llegue alguien del Ayuntamiento a atender la petición. Me parece decisivo que la Administración sepa demostrar que alguien se preocupa del pequeño o gran problema que pueda tener cada ciudadano.
-¿Recibe muchas llamadas a su móvil?
-Muchas. He dado siempre mi teléfono a todo el que me lo ha pedido. Recibo llamadas de madrugada, en domingos. Nunca lo tengo apagado. Entre presidentes y directivos de asociaciones se ha creado una red en torno a nuestros servicios. De ese modo puedo atender cualquier problema: desde fugas de agua a la rotura de una arqueta…
-¿Cómo se siente siendo diputado local en la Asamblea de Melilla?
-Me quita más tiempo de la calle pero me hace sentirme más orgulloso. Cualquier político creo que debe sentirse orgulloso de servir al pueblo desde el puesto que tenga, pero en mi opinión ser diputado de mi ciudad es algo que me satisface especialmente. porque el hecho de que el partido te elija para ir en una candidatura electoral es algo que enorgullece más.
-¿Cree que este mandato electoral va a ser más fructífero y sosegado en las relaciones con la oposición?
-Como diputado he asistido ya a cuatro comisiones informativas y hasta ahora el talante de la oposición es cordial y espero que siga así toda la legislatura. Creo que algunos políticos han aprendido la lección, porque si han pasado de tener un grupo de cinco a uno de sólo dos, por algo será. Espero que sean más moderados, que hayan tomado nota de qué no deben hacer como oposición.
-¿Qué opina de que sea un técnico de la Cuidad Autónoma el nuevo consejero de Medio Ambiente?
-Viene a ser lo mismo que ya había, porque Ramón Gavilán era también un técnico que como viejo lobo de la Administración melillense supo muy bien compaginar su perfil técnico con el de político. Pienso que el nuevo consejero va a saber hacerlo igual de bien. Es una persona un poco reservada, más introvertida en el contacto con la gente, pero creo que se va a adaptar muy bien al cargo. Por ahora, los contactos que hemos tenido demuestran que está dispuesto al diálogo y que está preparado para llevar la responsabilidad que se le ha encomendado.
-Hay varias webs que denuncian cuestiones de las que usted se encarga de atender. ¿Qué opina de ellas?
-He hecho casos a muchas denuncias que son positivas y que dan cuenta de olvidos nuestros o que no hemos sabido ver. Hablo especialmente de la página “Un escalón para ti, un muro para mí”, enfocada a demandar una ciudad más accesible para los discapacitados. Me consta que me han agradecido no ya mi labor sino lo que es mi obligación y la del departamento que dirijo. Muchas de las denuncias nos sirven de llamada de atención, pero también hay sugerencias que hemos sabido llevar a la práctica, como por ejemplo la rampa de acceso a la Iglesia de la Purísima, que se hizo en cuatro días y que ha quedado muy bien. La verdad es que el vídeo que realizó el promotor de la misma web para denunciar el difícil acceso al templo de los que requieren de una silla de ruedas para moverse, fue digno de un Oscar.
-Una ciudad más accesible para todos es uno de los compromisos electorales del Gobierno Imbroda para la nueva legislatura. ¿Estamos concienciados?
-De la accesibilidad tenemos que concienciarnos todos, porque la Consejería de Fomento, que fue la que llevó a cabo el rebaje de aceras, hizo una gran labor. Existen unas ordenanzas que imponen a todo comercio de nueva apertura que adapte su establecimiento a las normas de accesibilidad y lo que hay que hacer es velar porque se cumplan. Como digo, es un asunto en el que todos debemos concienciarnos aunque parece que sólo tomamos conciencia del problema cuando nos pilla de cerca. Además, hay que pensar también en la gente de más edad y en los carritos para los niños pequeños, con los que resulta muy difícil transitar si la ciudad no es accesible.
-¿En qué porcentaje diría que Melilla es una ciudad accesible?
-En toda su amplitud andamos por un 30%, pero en cambio llegamos a un cien por cien en donde más hace falta, es decir, los edificios públicos a los que los ciudadanos deben acudir para hacer trámites o mil cuestiones que puedan necesitar. Un ejemplo último es el Palacio de la Asamblea, que se acaba de acondicionar en ese sentido y que ha quedado francamente bien. Las playas también están igualmente acondicionadas para los discapacitados.
-¿Somos especialmente incívicos los melillenses?
-Las personas deben ser conscientes en sí mismas de que deben cuidar su ciudad. He visto a descerebrados tirando latas cuando van circulando en un vehículo. Me repatea mucho que haya que ir haciendo de vigilante para evitar el incivismo de algunas personas. En los ‘Jardines del Agua’ he visto papeleras vacías a un lado y otro de un banco, y toda la basura esparcida delante de ese mismo banco. Pero en mí opinión todos nos tenemos que meter en el cesto y recapacitar porque he visto a gente de todas clases sociales haciendo lo que no debía. Todos, creo, debemos corregirnos en ese sentido.
-Y los excrementos de las mascotas ¿hay más conciencia sobre la necesidad de recogerlos?
-No, ni aquí en Melilla ni en la mayoría de las ciudades españolas. Es un problema que parece mentira que no se erradique, aunque hay mucha gente que siempre saca a su perro portando la bolsita precisa para recoger los excrementos del animal. El Paseo Marítimo es sin embargo un ejemplo de que falta esa conciencia medioambiental de cuidado y respeto por el entorno público. A diario, cuando se limpia, se recogen excrementos de animales, a pesar de que es un lugar de paseo privilegiado y muy frecuentado.
-¿Sigue habiendo muchos robos de tapaderas de arquetas?
-Ha bajado considerablemente en los últimos meses. Lo peor no es ya sólo el coste de la reparación, que es importante, sino el riesgo que conlleva, porque quedan al aire huecos de arquetas que pueden tener metro y medio de profundidad y que suponen todo un peligro para quienes, inadvertidos de que no están en su sitio, pueden meter la pierna y fracturársela. Hace cuatro o cinco meses los robos eran constantes, sobre todo en la zona aledaña a la frontera; casi todos los días teníamos un promedio de 20 ó 30 tapas robadas. Ante ello, optamos incluso por sellarlas con soldadura, pero cada vez que hay un problema de aguas estancadas hay que romperlas y no es nada operativo, sobre todo en tiempos de lluvia. Luego tenemos problemas que se dan también en el resto de España, como el robo de cableado del alumbrado público en lugares menos urbanizados como el Jardín Valenciano o los altos de Tiro Nacional.
-¿Qué prioridades hay que atender, quizás las aceras de muchos barrios, que hay que cambiarlas?
-Se va actuando poco a poco en todos los barrios y en todos se afronta el trabajo de forma integral: desde las aceras hasta los desagües y acometidas de agua y canalizaciones en general. Desde mi punto de vista, hay que darle un vuelco total a las calles adyacentes al Paseo Marítimo y, en el centro, de una vez, plantear que sea peatonal a partir de la apertura de nuevos parkings públicos como los que se están construyendo. No nos podemos quedar atrás. Hasta en Ceuta, que es una ciudad comparable con problemas similares, el centro está peatonalizado.
-¿Qué huella le gustaría dejar en su paso por el Gobierno de la Ciudad?
-Yo no tengo una Viceconsejería de futuro. Mi cometido es que el ciudadano compruebe que se siente respaldado cuando tiene un problema en la puerta de su casa. Como todo político sólo busco la satisfacción del deber cumplido y creo, sin pecar de falsa humildad, que lo he conseguido en estos últimos ocho años. No aspiro ni quiero reconocimientos por lo que es mi trabajo, pero pienso que en el boca a boca de los vecinos se trasmite un reconocimiento a mi labor. Lo siento así y tengo la conciencia tranquila porque creo que ejerzo bien mi trabajo. Quien me ha llamado, me ha tenido allí.