{jathumbnail crop="undefined" /}La Semana del Mayor pone punto y final a sus actividades con la muestra de manualidades expuesta en el Melilla Puerto de Tryp, una buena demostración de las habilidades de las personas mayores que, con paciencia, realizan verdaderas obras de arte.
El buen producto precisa de paciencia y primor y ésto sólo lo consigue la serenidad, la ausencia de prisas y la veteranía de manos que han estado dedicadas toda una vida al trabajo, al buen trabajo, claro. Son manos que hace 50 y 60 años no sólo preparaban las comidas sino que cosían la ropa e incluso los disfraces para que los chavales pudieran participar en el Carnaval. Hoy es distinto; si se cae un botón de la camisa, simple y llanamente, se tira la camisa.
Son las manos de aquellas mujeres distintas cuyo horario laboral no bajaba de las 14 horas del día, son las manos de esas amas de casa que cosían sábanas para no tirarlas, las mismas que sacudían las alfombras y los colchones y que lavaban las ropas en la pila de granito a base de jabón lagarto. Afortunadamente, a esas manos les ha llegado el momento de crear primores, adornos, regalos mientras descansan y aprovechan útilmente sus ya inmensos momentos de merecido descanso. Y han descubierto, ellas y ellos, que son capaces de divertirse creando porque se lo merecen. Y, además, se han convertido en facultad de la vida, seres muy capacitados para enseñarnos ciencias que han desaparecido casi de los circuitos comerciales. Empezaron de modistillas y hoy son catedráticas del buen vivir.
Aquellas tardes de merienda, mesa camilla y radio de galena se han convertido en tardes salud, de aulas, de diálogo y de talleres de manualidades. Y hay alternativas para todos: el Centro Asistencial la Gota de Leche, el Centro Social de Mayores, la Residencia del Imserso, diferentes asociaciones de vecinos clúes de jubilados y pensionistas. No paran gracias al impulso de las autoridades que ya han comprendido hasta qué punto es necesario aprovechar la veteranía, como también ellos y ellas han entendido cómo mejorar la calidad de sus vidas, saliendo de casa y participando activamente en lo que más les gusta.
Aunque, claro, siempre hay un 'pero'. Conforme la mujer se incorpora al mundo del trabajo, les ha tocado una especie de segunda paternidad, el cuidado de los nietos. Hasta en este extremo dan lecciones de solidaridad y derrochan un cariño sin límites. También se vuelven más jóvenes porque ven en los nietos la prolongación de su primigenio proyecto familiar. Pero sería conveniente olvidar un poco al segundo escalón filial y quererse un poco más tomando parte en todas las actividades de, pongamos por caso, la Semana del Mayor.
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