Fue una noche histórica. Nuestra Señora del Mayor Dolor procesionó por la calle de Melilla en octubre llenado el centro de ese olor a incienso que llega al corazón y transporta al pensamiento a una Semana Santa. Fueron unas horas especiales. Se contaba con un permiso específico para que esta imagen pudiera salir en procesión y los melillenses arroparon con su cariño a la Madre de Jesús.
Con el corazón encogido se vivió la salida del Mayor Dolor de la iglesia del Sagrado Corazón. Nunca antes había estado allí y este templo fue su hogar durante los últimos siete días para conmemorar esta fecha tan importante, el 25 aniversario de la bendición de la titular de esta cofradía.
Los hombres y mujeres de trono escuchaban las órdenes de los capataces mientras se hacía el silencio en una plaza de Menéndez Pelayo abarrotada de gente. Y salir el palio, recibió el aplauso del público. La banda de la Flagelación también marcaba el paso de este trono y contaba con marchas especiales para esta ocasión.
El hermano mayor de la cofradía, Roberto Vargas, explicaba la emoción que sentía al ver al Mayor Dolor procesionando sin que hubiera llegado la Semana de Pasión. Le temblaba la voz al explicar que los melillenses había salido a ver la Virgen y que estaban viviendo algo histórico.
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