Fátima y Ahmed son un matrimonio sobre el que pesa una orden de desahucio tras décadas viviendo allí juntos después de que una mujer de Madrid reclamase la casa como suya.
Según explicó Ahmed a El Faro, el padre de Fátima adquirió la vivienda en los años 60 por 20.000 pesetas cuando no se le daba la importancia que hay en la actualidad a los documentos de este tipo. Cuando Ahmed y Fátima se casaron, se quedaron a vivir en dicha casa situada en la calle General Álvarez.
El primer juicio que tuvieron con las demandantes, J.V.A.C. y M.A.C., lo ganó Fátima. Se trata de unas herederas de la península que argumentan que sus antepasados adquirieron ahí terrenos.
Las demandantes interpusieron un recurso que ganaron. La familia melillense fue notificada del desahucio un mes antes; su abogado M.B., interpuso un recurso de oposición que fue desestimado justo el día antes del desahucio.
Se interpuso hace meses un recurso extraordinario de casación al Tribunal Superior de Justicia y a la vez se está intentando llegar a un acuerdo con J.V.A.C., explicó el abogado.
“Esto hay que vivirlo para sentirlo y saber lo que es. No se lo deseo a nadie”, dijo Ahmed a El Faro. No tienen donde ir, asegura. Su mujer tiene una paga de unos 120 euros y él tiene una de unos 400. El dinero que consiguen al mes es de unos 1.000 euros. “¿Quién puede vivir con eso en Melilla?”, se pregunta Ahmed.
Están intentando localizar a una de las supuestas herederas para llegar a un acuerdo, aunque sea de alquiler. Dijo que le gustaría invitarla a ver la casa donde viven, pues desde fuera parece una casa, pero por dentro es una sola habitación y hay vigas que están dañadas por las lluvias que hubo en abril.
El desahucio se iba producir el pasado mes de 28 de abril, siendo todavía mes de Ramadán. Desde la plataforma Stop Desahucios se movilizaron para evitar que echaran a Ahmed y a Fátima de su casa.
Una decena de personas se concentraron y José Ouviña, responsable de la plataforma, asegura que se consiguió paralizar el desahucio “gracias a la presión ciudadana”.
Según explicó Ouviña, la vivienda se compró en los años 60 con un acuerdo verbal. Sobre esto, Ahmed quiere hacer reflexionar a todos los melillenses que viven en casas que se adquirieron de esta forma. “Hoy soy yo, pero mañana puede ser cualquiera”, apuntó Ahmed.
En unas declaraciones a El Faro, Ouviña explicó que en los años 60, los terrenos donde se encuentra ahora la casa de Fátima pertenecían al abuelo de la denunciante. Señaló que esta no es la única vivienda de la calle que se ha quedado la denunciante principal, ya que en ese momento, muchas se vendieron con acuerdos verbales.
“Ahora está detrás de esta”, apuntó Ouviña refiriéndose a la casa de Fátima. “Esto era un antiguo establo que se vendió por 20 mil pesetas” y la familia de ella hizo de ella una vivienda.
Después de mediar con el procurador y abogado de las denunciantes para aplazar el desahucio hasta después del Ramadán, este día 6 de mayo es cuando debía ejecutarse.
Sin embargo, en un escrito de la plataforma a Bienestar Social realizado este mismo jueves, se argumenta para retrasar una vez más el desahucio la acreditada “situación de vulnerabilidad económica y social, así como la ausencia de solución habitacional” y la “la imposibilidad de disponer de solución habitacional alguna hasta que los servicios sociales concluyan el expediente correspondiente”. Ahora tienen 10 días para abandonar su hogar.
Ouviña piensa que el abogado de Fátima tiene responsabilidad en lo ocurrido. El responsable de Stop Desahucios añadió que, el abogado de Fátima puso un recurso ante el Tribunal Superior de Justicia por el estado precario en el que se encuentra la familia.
“Los que llevamos tiempo en esto sabemos que ese recurso es papel mojado, ya que el TSJ tarda mínimo un año en deliberar. Tenía que haber presentado el recurso 11/2020 antes del 8 de marzo. El 11/2020 es un Real Decreto por el que se prohíbe desahuciar a nadie en estado de pandemia hasta el 30 de agosto del presente año”.
Ahmed subrayó que el problema de la venta de viviendas verbales afecta a numerosas personas en Melilla. “La gente no tenía aquí la documentación para poner la casa a su nombre e incluso ponían el nombre de otro”.
Fátima es una melillense que lleva residiendo en la casa que adquirió su padre desde que nació.
Ahora, una mujer de madre reclama la vivienda como suya argumentando que los terrenos pertenecían a su abuelo. Fátima ganó el primer juicio, pero la demandante puso un recurso que ganó.
En declaraciones a El Faro, Fátima aseguró que tiene facturas desde hace años y con firmeza, aseguró que “yo de mi casa no voy a salir, 60 años llevo aquí viviendo y ahora viene esta mujer...”. Fátima explicó que ella trabajaba en la Casa de la Pradera. “Esta mujer vino hace 40 años que vino a la tienda a reclamar a la tienda a reclamar la casa y el hermano de Fátima le espetó que si tenía papeles que lo demostrasen”.
“No hay derecho, esto es un juego. No soy una okupa” y subraya que su padre “no tenía papeles”. Y es que antes, en aquella época, la población amazigh no tenía documentos identificativos y los contratos de compra-venta los hacían de forma verbal, explicó el abogado de la demandada.
Según subrayó, hay personas que han respetado estos acuerdos verbales y otras que se aprovechan de la situación para reclamar la vivienda que se vendió de forma oral. “Que me maten aquí, que yo no pienso salir de mi casa, yo no pienso salir de mi casa”, reitera Fátima.
Recalcó que han invertido una importante cantidad de dinero en arreglarla “porque estaba muy vieja” y le impacta que sea la nieta de un antiguo propietaria quien venga a reclamarla.
El desahucio, que se iba a producir este viernes, ha sido paralizado. Por el momento se desconoce hasta cuando y hay un recurso interpuesto.
El abogado califica esta situación de “injusticia” y dijo que Bienestar Social tiene que hacer un informe sobre la situación de vulnerabilidad de esta familia.
El día 28 se iba a producir el primer desahucio, pero los vecinos apoyaron a Fátima. “Me conocen desde pequeñita, ellos son testigos”. Un amigo de la familia también afirmó a El Faro que conoce a este matrimonio desde hace años .
Ella aseguró que todos están de su lado y la apoya, subrayando que jamás ha causado ningún tipo de problema en el lugar.
“Nunca me he peleado con nadie, no sé pelearme. Ahora viene esta mujer a quitarme la casa para venderla y quedarse con todo el dinero de mi padre”. Insistió en que no va a salir de su casa y que “me maten aquí”.
El caso se ha llevado ahora hasta el Tribunal Supremo. La idea es resistir todo lo que se pueda para que Fátima y Ahmed pasen el mayor tiempo posible en la casa donde llevan viviendo toda su vida.
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