Los políticos y los sindicatos siempre andan a la gresca por la situación de la Educación en Melilla. Unos dicen que faltan recursos, otros cuentan que cuando gobernaban se invertía más dinero en los centros y el resto afirma que sin medios, la educación pública no va a poder mejorar en la ciudad. Pero, ¿qué dicen los profesores?
Ellos son los que ‘pelean’ a diario con alumnos que no tienen un nivel suficiente para estar en ese curso, los que diseñan los programas educativos para utilizar las pizarras digitales y los que observan qué hace falta en su centro para que los estudiantes logren aprender, el principal objetivo de la escuela. Cuatro profesores de institutos de la ciudad nos cuentan qué significa enfrentarse a una clase de 35 alumnos. Coinciden en dos cosas: Antes que ordenadores y pizarras digitales, lo que necesitan son cambios en la forma de educar y hacen falta más maestros en los centros para dar clases de apoyo.
Una de los profesoras trabaja en el IES Miguel Fernández. Afirma que es un buen centro. No tienen alumnos conflictivos ni les faltan recursos materiales para dar las clases. Eso sí, las aulas están saturadas de alumnos. Hay materias que se imparten a 42 alumnos, como es el caso de los grupos de Bachillerato. Esta profesora afirma que para dar una lección en condiciones óptimas es necesario bajar la ratio del aula, pero asevera que lo que más urgencia corre es un cambio en la forma de educar.
“Es una Educación enfocada al conocimiento y no a la vida”, afirma. También señala que los alumnos reciben ordenadores y participan en programas bilingües, pero nadie les habla de las relaciones afectivo-sexuales, entre otros temas.
Cambio total en la Educación
En esta misma línea, un profesor del IES Rusadir reclama un cambio total en la Educación. La relación con los alumnos debe ser otra porque los tiempos han cambiado. Señala que los adolescentes de ahora buscan otra forma de comunicarse con los profesores y por ello, debe hacerse una transformación en los centros. También critica que muchas personas elijan la enseñanza como medio de vida cuando no es su vocación, porque eso se nota en el aula. Resalta que estos maestros no se forman como el resto con el paso de los años y no tienen herramientas para hacer llegar su mensaje a los alumnos, aunque ‘sólo’ haya 30 en una clase.
Una responsabilidad de todos
La educación depende de la familia, el contexto, los profesores, el centro, los políticos... Así lo asegura una maestra de Matemáticas del Leopoldo Queipo. Afirma que ahora es más complicado enseñar en las aulas porque a la falta de profesores en los centros se les suman otros factores. Este año imparte clase a alumnos que en más de una ocasión le dicen que no quieren estudiar porque no les va a servir para nada. Por ello, explica que debe haber un cambio en la forma de educarles, ya que lo que ven en sus casas o en su barrio es que con el trapicheo de drogas se puede sacar a una familia adelante y ganar mucho dinero sin esfuerzo. No les puede hablar del espíritu de sacrificio cuando un compañero lleva un móvil de última generación que le ha conseguido porque se está dedicando a actividades ilegales.
Tampoco puede enseñar Matemáticas cuando los padres no tienen ni el más mínimo interés por controlar que sus hijos hagan los ejercicios. Ni le sirve la pizarra electrónica cuando hay un grupo de estudiantes que están en un nivel más bajo y necesitan una clase de refuerzo que no se puede dar porque no mandan a un sustituto para el profesor que está de baja. “Cuando lo básico está cubierto, la pizarra digital está muy bien”, añade.
La burocracia de la enseñanza
Otro caso es el del IES Enrique Nieto. Un profesor del centro asegura que es uno de los más grandes, tanto porque tiene muchos alumnos como por el número de aulas. Aunque disponga de muchos espacios, afirma que gran parte de las aulas no están bien diseñadas, es decir, que el centro es poco operativo. Este maestro es especialista en Audición y Lenguaje y afirma que en los últimos años sus clases de apoyo cuentan con más alumnos. Reconoce que muchos estudiantes que necesitan este refuerzo deberían de estar solos, pero explica que no tiene tiempo para poder atenderlos a todos, así que no le queda otra solución que juntar a varios en un aula. Su principal queja, además de que falten profesores de apoyo y refuerzo educativo, especialistas o no, es la cantidad de documentos que deben rellenar.
Asegura que el trabajo burocrático les quita mucho tiempo. Si desea hacer una excursión debe presentar mil y un proyectos. Incluso para pedir folios debía rellenar un formulario, algo que afortunadamente ya no tiene que hacer porque se ha conseguido cambiar el sistema. Ahora está preocupado por la nueva Ley de Educación. La quieren aplicar tan pronto que no hay ni presupuesto ni un diseño adecuado de cómo se va a llevar a cabo, asevera.
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