Opinión

Más mosquitos en Melilla que en Doñana

Los mosquitos nos levantan en peso en el Tesorillo. Hay más mosquitos aquí que en el Parque Nacional de Doñana o que en cualquier manglar del Caribe. ¿Y saben por qué? Porque el Río de Oro está de hierbas y agua estancada hasta las cejas.

Con el calor y la humedad, se lo ponemos muy fácil a las larvas para que se reproduzcan. Sólo nos falta que con tanta desidia se nos cuele en la ciudad el Aedes Japonicus, infectado con el virus del Nilo, y nos haga la vida un yogurt a todos.

No estoy hablando de imposibles. En Andalucía ya se han dado casos. Cualquiera que veranee fuera de Melilla se puede traer de la península uno de esos mosquitos en el coche sin querer y si esos bichos supieran cómo está el Río de Oro se frotarían las alas y las patas. Ellos no se han visto en otra.

Ni esta servidora había visto el Río de Oro, a su paso por el Tesorillo, como está en estos momentos. Tirando por lo ‘bajini’, hay hierbajos y cañizos de hasta un metro de altura. En cualquier momento podemos invitar a Frank Cuesta para que grabe un capítulo de su programa Frank de la Jungla en el Río de Oro de Melilla.

Imagino que nuestros políticos están esperando a los Planes de Empleo para que los contratados temporalmente limpien la zona, pero mientras se tramita esa convocatoria y se aprueba, los vecinos sufrimos las dentelladas que pegan los mosquitos de esta ciudad. Hay víboras que hacen menos daño. Tengo unas picaduras ajenas a cualquier tipo de explicaciones. Es como si me hubiera peleado con una pantera.

Los mosquitos del Río del Oro están con hambre. Pican porque necesitan nuestra sangre, pero a veces creo que también lo hacen para abrirnos los ojos, para que despertemos y exijamos que el cauce del río, a su paso por la ciudad, permanezca limpio. No sé si la competencia es de la Confederación Hidrográfica o de la CAM, pero ni una ni otra tienen justificación.

El monte que ha crecido en el cauce del Río de Oro no nació ayer. Eso lleva ahí tiempo. Ahora no nos vengan con la ‘operación milagro’, que esto no es de ayer. Aquí alguien se ha despistado y entre despiste y despiste, paga el ciudadano. Y los demás, a cobrar y a pedir disculpas.

Yo me quejo por el barrio del Tesorillo, pero me dicen que hay mosquitos en todas partes de Melilla. Tenemos lo que no hemos tenido en todo el verano y lo estamos sufriendo ahora.

Somos temerarios si en plena pandemia del coronavirus nos arriesgamos a que haya un brote de cualquier otra enfermedad que transmitan estos insectos. Y todo por no limpiar el cauce. Por espesos.

Todos sabemos que nuestras empresas de limpieza hacen hasta lo imposible por tener la ciudad limpia, pero desgraciadamente en Melilla su trabajo no luce. Y en eso, los empresarios no son los responsables, sino nosotros, los ciudadanos de a pie, que vemos un papel en el suelo y tiramos otro porque ser cívicos en esta parte del mundo, parece ser cosa de imbéciles.

Somos responsables de la basura, pero no de que la hierba crezca y no la corten en el cauce del río. Ya hemos hablado de esto en alguna ocasión y sé que los ecologistas no están de acuerdo conmigo en que hay que fumigar. Vale, estoy dispuesta a ceder en eso, pero no en que me desguacen los mosquitos por el bien del planeta.

No creo que nadie, por muy defensor que sea del medio ambiente, se ponga a dar hurras de alegría por lo rápido que se reproducen los mosquitos en Melilla. Nadie grita ¡Ay, qué rico! cada vez que lo pican.

Señores, lo dicho. A ponerse las pilas. No vamos a resignarnos a vivir como espesos.

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