El número de inmigrantes que entró el año pasado de manera ilegal en Melilla es un 12,7% mayor que durante los doce meses anteriores. En 2012 un total de 2.186 extranjeros burlaron los controles y la vigilancia fronteriza y llegaron de manera irregular a la ciudad. El delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, ofreció ayer estos datos en el balance que realizó de la presión migratoria en Melilla durante su primer año como máximo responsable del Ejecutivo central en la ciudad. Y avisó de que los números podrían haber sido aún mayores sin las mejoras en el vallado perimetral y el trabajo de los guardias civiles y policías nacionales, además de la colaboración de Marruecos.
El argumento de “podía haber sido peor” no es suficiente para suavizar los malos datos de 2012 ni sirve para confiar en que el año que acabamos de empezar finalice con mejores cifras. Más bien parece que será todo lo contrario porque las ‘soluciones’ que se pusieron en marcha tras las avalanchas de 2005 sólo han servido para eso, para evitar unos números que “podían haber sido peores”. Por desgracia, el delegado del Gobierno únicamente tiene en sus manos la oportunidad de ‘parchear’ el problema, de contener las entradas de inmigrantes en la medida de las posibilidades de agentes y medios materiales con los que cuente en cada momento. La solución ‘definitiva’ depende de gestiones al más alto nivel y llegará cuando los tratados entre España y Marruecos permitan la devolución automática de todos los inmigrantes que entren de manera irregular en Melilla. Cuando nuestra ciudad deje de ser una puerta de entrada a Europa, las llegadas ilegales dejarán de tener sentido. Para ello hay que ‘convencer’ a Marruecos de que la inmigración ilegal no puede ser un argumento en la mesa de negociación entre ‘buenos vecinos’.
Mientras tanto, para colaborar a rebajar la presión migratoria, los agentes se ven obligados a trabajar demasiadas veces al borde de la legalidad y con un alto riesgo de caer por el acantilado o de ser víctimas de la agresividad de los inmigrantes que tanto sorprende a algunos responsables políticos.