Editorial

Más que buenas palabras

  • Una forma de frenar la sangría es creando puestos de trabajo fijos para melillenses

Los comercios locales han adelantado las rebajas y aplican descuentos desde el fin de semana pasado. Lo han hecho para impulsar las ventas antes de que empiecen las vacaciones de verano y también anticipándose a las franquicias para evitar que les hagan sombra. Lo mismo harán este viernes cadenas como Zara, que quieren hacer caja antes de que los veraneantes peguen la espantada.

Aunque las rebajas ya no están reguladas con fechas fijas en el calendario, los comerciantes siguen apreciando el atractivo que tiene para los consumidores ver colgado en los escaparates el cartel que anuncia descuentos.

La asociación de comerciantes de Melilla, Acome, da por hecho que esta campaña de rebajas será floja y que lo que no vendan antes del 15 de julio tendrá poca salida a partir de esa fecha.

Además, reconocen que este periodo de descuentos da un respiro a las empresas, teniendo en cuenta que el sector viene de unos meses muy complicados.

Melilla está atravesando su particular ‘Vía Crisis’, que nada tiene que ver con el optimismo de las previsiones económicas, que auguran que las cosas en nuestro país van viento en popa y a toda vela.

Aquí en nuestra ciudad no se ven los brotes verdes. Basta con dar un paseo por el centro para contar, uno tras otro, el número de  locales cerrados. Hasta 35 comercios han bajado la persiana.

Los empresarios aprecian los esfuerzos de la Ciudad, que hace apenas unos días organizó una nueva edición del Melilla Mobile Zone, gracias a la cual, las tiendas del centro cogieron aire para aguantar hasta colgar el cartel de las rebajas.

Ayer el Instituto Nacional de Estadística hacía públicos unos números que nos colocan en el furgón de cola del país en gasto por habitante. La gente no se rasca el bolsillo porque no puede. Y como dice el presidente de Acome, Enrique Alcoba, los que pueden, los funcionarios, se marchan a la península todos los fines de semana a gastarse del otro lado del charco lo que ganan encerrados en nuestros 13 kilómetros cuadrados.

Alcoba cree que una forma de frenar esa sangría es creando puestos de trabajo fijos para melillenses, que son los que al fin y al cabo quieren vivir en esta tierra porque la sienten suya.

La situación de Melilla no es ni mucho menos tranquilizadora. Hay que pensar qué ciudad se quiere construir, pero para ello hace falta que llegue dinero. Con buenas palabras no basta.

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