Al margen de quién es o deja de ser responsable de que en el colegio público Juan Caro falten conserjes, que también tiene su importancia por aquello de aprender a asumir las responsabilidades. Lo realmente dramático es que se lleguen a situaciones como ésta, donde más de un millar de alumnos no puedan acudir a clase.
No se trata de pedir el cese o la dimisión de nadie, no hace falta llegar a esos términos; pero sí hay que tener en cuenta que la Educación en Melilla está dejada de la mano –prueba de ellos son los informes y datos que desde distintos estamentos marcan a la ciudad como una de las de mayor tasa de fracaso escolar y abandono temprano, además de otras deficiencias–.
El centro decidió, sin contar con nadie, anunciar a los padres que se cerraba por la falta de personal.
Quizá vaya siendo hora de que, al menos en materia educativa, todos cedan en su guerra y aúnen esfuerzos para tratar de poner freno a un mal endémico que, en eso sí coinciden todos, es el futuro de esta ciudad. Sin educación estamos abocados al fracaso en todos los ámbitos.
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