Más apretados que nadie

Granada es hoy por hoy la provincia andaluza con más contagios de la COVID-19 y ha puesto su toque de queda a las 23:00 horas. No obstante, esta limitación podría ser más laxa en los próximos días. El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ya ha avanzado que su Gobierno está estudiando desplazar a las doce de la noche el inicio del confinamiento nocturno para darle un respiro a la hostelería.

Nosotros en Melilla somos más apretados que nadie. Aquí a las diez de la noche ya no se puede salir de casa y encima tenemos los bares cerrados. La situación para los hosteleros es francamente extrema. Pero también lo es para las familias que quieren encargar cena para llevar y tienen que hacerlo a contrarreloj o directamente no pueden hacerlo.

Es una situación difícil para los hosteleros que llevan comida a domicilio en horario nocturno. Estoy pensando, sobre todo en las pizzerías, restaurantes de fast food, chinos y turcos que tradicionalmente son los más solicitados en horario de cena y que han creado empleo en esta ciudad. Para que no cierren, la gente tendría en Melilla que hacer los encargos muy temprano, de manera que a los camareros les dé tiempo a preparar el pedido, repartirlo, cerrar el establecimiento y regresar a casa antes de las 22:00 horas. Es una locura. Humanamente imposible. Tendríamos que encargar el pedido para las ocho de la noche y no lo veo. A esa hora muchos andan todavía con el té en la garganta.

Definitivamente, en estos momentos a muchos empresarios de la hostelería nos les merece la pena abrir por las noches. Se hace imprescindible apostar la supervivencia de los negocios al horario de comida y con el teletrabajo se pierde mucha clientela. En fin, son tiempos duros para una de las fortalezas de nuestra ciudad: la gastronomía.

Doy por hecho que antes de decretar el cierre a las 22:00 horas, el Gobierno local barajó información técnica que aconsejaba este horario y no las 23:00 horas, como han decretado las autonomías más fuertes en el sector de la restauración.

Ya lo he dicho en otra ocasión: soy contraria al cierre, pero entiendo que en estos momentos la situación es límite en nuestra ciudad. Esto se nos fue de las manos y nuestros políticos han tenido que recurrir a medidas radicales para doblegar esta segunda curva de infección y aparentar que trabajan después de meses de brazos cruzados, fiestas autorizadas y vacaciones en agosto.

Sinceramente creo que no han pensado en que el sector de la hostelería no aguanta experimentos. Si la gente no va a los bares, tienen que cerrar y se destruye empleo.

En mi opinión, habría que combinar de una manera más sensata las medidas sanitarias con un mínimo de margen de maniobra para evitar el colapso de un sector que ha entrado en la UCI y en estos momentos no tiene, ni siquiera, respiración asistida.

En julio pasado la Ciudad exigía que se nos respetaran los 50 millones de euros que nos han llegado de la Unión Europea entre 2007 y 2013 y de 2014 a 2020. Pretendíamos entonces, aferrados al “virgencita, que me quede como estoy”, que ese dinero siguiera llegando en el período comprendido de 2021 a 2027 y así lo reclamó Eduardo de Castro en la Conferencia de Presidentes que se celebró en verano en La Rioja, donde él exigió que se siguiera teniendo en cuenta la “singularidad”, que sin dudas tenemos y que a día de hoy la UE no nos reconoce.

Esta semana hemos pedido que se nos reconozca además como zona económica especial a la hora de repartir los fondos de recuperación de la crisis COVID, y aunque De Castro habló de un plan de inversiones de 260 millones de euros, no sabemos dónde está ese dinero, cuándo se repartirá y además, que requisitos se pedirán para adjudicarlo.

Es todo muy confuso. No sabemos si finalmente Europa nos escuchó; si había margen de rectificación en un reparto que se negocia hasta la saciedad en Bruselas o si en medio de la crisis sin parangón que estamos sufriendo hemos dejado de ser singulares para ser invisibles. Tampoco sabemos por qué el dinero no está llegando a los autónomos o qué está haciendo el Gobierno local para paliar el cierre de las empresas de la frontera y ahora de los bares y restaurantes de la ciudad.

Tenemos la sensación de que esta gente está improvisando y nosotros somos sus conejillos de indias. El chorreo de dinero que se ha anunciado a bombo y platillos en los titulares no sabemos si ha llegado ya. Ni siquiera si viene en camino. Nos han prometido villas y castillas y aquí no se ve un duro por ninguna parte.

Nos gustaría que la oposición nos lo pusiera fácil e hiciera su trabajo. Sería interesante saber cuánto dinero han dicho que va a llegar a Melilla para paliar los efectos de la COVID-19 y cuánto ha llegado a esta ciudad. En caso de que los posibles ya estén aquí, sería mucho más interesante, digo yo, saber cuánto se ha repartido y a quién. Necesitamos saber si hay empresitas haciendo el agosto o si, por el contrario, se acabó el enchufismo en esta ciudad. Es sólo por curiosidad. Venga, señores, a trabajar.

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