El desempleo, junto con la crisis económica, acapara el debate político tanto en el ámbito nacional como en el local. Sin embargo, no está en manos de las entidades locales su solución. La ‘medicina’ a este angustioso problema vendrá impuesta desde el Gobierno central. Aquí sólo va a ser posible decidir sobre cómo administrar el tratamiento. En cambio, los candidatos y responsables locales del PP y PSOE sí pueden plantear en sus respectivo cónclaves los dos o tres problemas que encorsetan el desarrollo de Melilla y al mismo tiempo proponer las soluciones. Ésa es la mejor aportación que pueden hacer las delegaciones melillenses, tanto a sus respectivos partidos como a los ciudadanos que el 20-N dictarán sentencia con su voto. Nadie espera de nuestros políticos, los de Melilla, que aporten la solución a la crisis financiera internacional o den con la tecla para insuflar confianza en los mercados de deuda. Pero sí esperamos, por ejemplo, propuestas al grave y crónico problema del transporte, que mantiene a Melilla demasiado alejada del resto del país. También resultaría esperanzador la presentación de propuestas para la sanidad melillense, sitiada por la presión cada vez mayor de los pacientes marroquíes. O soluciones a la educación, falta de recursos que sí existen en otras partes del país y que no cuenta con con la dedicación que debería estar obligado a prestar el Ministerio. Quizás, por ejemplo, sea el momento de solicitar esa transferencia, con independencia de los límites del Estatuto de la Ciudad. Ya se ha visto que una tarde de verano es suficiente para cambiar la Constitución cuando hay consenso político y el interés general manda.