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Más de 60 personas acuden a una salida organizada para poner en valor el río de Oro

La cita era a las 11:00 horas en la entrada al río de Oro de la calle Juan Ríos y decenas de personas, entre 60 y 70, han participado en esta salida organizada por SEO Birdlife y Guelaya Ecologistas en Acción.

“Estamos haciendo un proyecto de renaturalización en el río que va a dejar 3 millones de euros a la ciudad”, ha recalcado Manuel Tapia, de Guelaya Ecologistas en Acción. Las renaturalizaciones, además de ser obligatorias por una directiva europea, son importantes para evitar las inundaciones, recuperar los acuíferos y la biodiversidad, ha señalado Tapia. “Es un proyecto bastante desconocido”.

“Muchas veces la gente quiere vivir de espaldas al río y prefiere pensar que es un elemento para tirar desechos, un basurero”, ha apuntado Francisco Pérez, de SEO Birdlife. “Tenemos aquí una fauna y una flora espectacular”. Es por ello que desde las dos organizaciones quieren que la gente las conozca y las disfrute “porque es el primer paso para que se valoren”.

Uno de los que ha venido por primera vez al río es Juan. Explica que lleva años en Melilla y hasta ahora no había entrado en el cauce. “Lo que yo veo es que apenas tiene agua y que no está muy cuidado, pero tampoco soy un experto”. Juan ha venido con Vicky, una mujer escocesa que acaba de llegar a la ciudad. “Me gusta mucho Melilla”, afirma la recién llegada. Dice estar interesada en conocer la naturaleza de la zona y saber cómo protegerla, aunque haya una frontera que impida ir más allá.

Pérez recalca que el río de Oro es un río mediterráneo, con todo lo que ello implica. “No suelen presentar un caudal uniforme a lo largo del año”, explica. Además, estos son muy dados a las escorrentías, es decir, lluvias que hacen que de repente empiece a bajar una gran cantidad de agua arrastrando mucho material y luego hay temporadas en las que solo hay un pequeño hilo de agua, señala. Por otro lado, algunos de este tipo de ríos llevan agua subterránea, como el río de Oro. De esta forma, “nutre acuíferos, nutre a la flora, pero en muchos tramos no podemos ver el agua”. “En definitiva, no suelen ser ríos muy caudalosos, poco uniformes y con una fauna y vegetación muy concretas”.

En este sentido, Tapia subraya que lo que quieren es que se conozca el río y el proyecto que están llevando a cabo en su cauce. “Nosotros fuimos los impulsores de la idea en la Mesa del Agua de Melilla y votó todo el mundo en contra, incluida la Ciudad Autónoma; no nos rendimos, fuimos al Ministerio de Medio Ambiente y allí se nos concedió”.

La zona en la que comienza la ruta está llena de plantas. “Los sistemas acuáticos son los más dinámicos que hay, como ves, con tan solo dejarlos un poco, el agua trae la vida”, dice señalando los carrizales. Critica que esta última planta, que se confunde erróneamente con las cañas, haya sido arrancada “mil veces” y recalca como esta vuelve a la vida. Añade que, desde que está el carrizal, no hay problemas de inundaciones porque el carrizal regula la fuerza del agua.

Además, la vegetación sirve de descanso para la fauna local y las aves migratorias. “Aquí han aparecido carriceros que venían desde Bélgica o Dinamarca”, recalca Tapia.

La ruta ha llegado hasta el final del cauce. Tanto Pérez como Tapia han tocado varios asuntos durante la visita, como el papel de filtración del agua que tienen las plantas o las especies invasoras de animales que hay. “Intentamos desmitificar todo aquello que la gente piensa del río de carácter negativo, como que este genera mosquitos o malos olores”, apunta Pérez. La idea es que la población “coja cariño a uno de los valores naturales más importantes que tenemos en la ciudad”.

Javier y Latifa están muy implicados en el medio ambiente de la ciudad. Él critica la cantidad de basura que ciertos ciudadanos lanzan al río. Ahora mismo están colaborando en la plantación de especies autóctonas, como la retama, en el cauce. “Nadie tira su basura en su cocina ¿no? Es río un espacio público”, recalca Javier. Latifa pone el valor la biodiversidad del río y cree que es un “delito” la forma en la que está siendo tratado. Piensa que las personas que dañan al río “son unos irresponsables y unos inconscientes”. “Luego, hay un problema, hemos idealizado que la naturaleza es algo limpio y ordenado, pero es vegetación, salvaje, nada uniforme y la manía que tenemos de hormigonar el río ha sido un desacierto monumental”, dice Latifa. “Si yo vendiera hormigón, estaría encantado”, añade Javier.

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