R ABAT decidió ayer repatriar a parte de los marroquíes que se habían quedado varados en Melilla desde el cierre de la frontera con motivo de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. Tras el sorpresivo anuncio por parte de Marruecos de que autorizaba la entrada en su territorio, el caos se apoderó del paso de Beni Enzar, donde se congregaron todos aquellos que quería regresar a su hogar. De los cientos que acudieron a la frontera, solo unas 200 personas, todas ellas residentes de la plaza de toros acondicionada por la Ciudad para albergarlas, lograron regresar a su país después de pasar unos dos meses en nuestra ciudad.
Es una buena noticia que estas personas puedan regresar con los suyos pero ayer se demostró que Marruecos actúa arbitrariamente y sin ningún tipo organización. Para empezar, no todos los marroquíes que están en la ciudad pudieron volver, por lo que se generaron momentos de tensión y desconcierto en la frontera, donde se habían congregado todos los que ansían poder regresar a su casa. Rabat solo autorizó la entrada de unas 200 personas ¿porqué solo estas y no todos? No se sabe. Tampoco permitió que los marroquíes que se encuentran en Ceuta, en una situación similar a los que estaban en Melilla, pudieran regresar. No hay explicación para eso. Y otra pregunta ¿porqué después de dos meses de haber dejado tiradas a cientos de personas en Melilla decide ahora su repatriación? ¿Se debe al fallecimiento de una mujer en la plaza de toros o se debe a otro tipo de motivos? Tampoco los sabemos.
Marruecos vuelve a demostrar con estas acciones que no es de fiar, no actúa en coordinación con nuestras autoridades, toma medidas unilaterales que afectan gravemente a nuestra ciudad e ignora las necesidades de sus propios ciudadanos.
La frontera permanecerá cerrada, al menos, hasta el 16 de junio, según publicaba ayer el Boletín Oficial del Estado y hay una gran incertidumbre respecto a su reapertura. La aduana comercial la podemos dar por perdida y el comercio atípico no tiene visos de poder continuar. Debemos empezar a pensar en alternativas y a no depender tanto de una economía que está en manos de los caprichos de un vecino que no es leal ni con Melilla ni con España.