Categorías: Cultura y Tradiciones

Marruecos y España, desde la diplomacia

La Biblioteca Histórico Militar de Melilla destaca el ‘Compendio de los pactos internacionales de Marruecos’ como libro del mes de marzo  Fue editado en 1949, en pleno Protectorado.

“Desde muy antiguo hasta bien entrado el siglo XVII, Marruecos vivió en un aislamiento casi completo debido a los antagonismos de religión y la agresividad de la piratería marroquí, al decir del autor español contemporáneo”. Estas palabras fueron plasmadas en 1949 por el historiador marroquí Mohammad Ibn Azzuz, en el prólogo de la obra ‘Compendio de los pactos internacionales de Marruecos’.
El libro, publicado aquel año por Tetuán Editora Marroquí, ha sido el elegido por el Centro de Historia y Cultura Militar de Melilla como el destacado de este mes de marzo. Su consulta es libre y está a disposición de los interesados en la Biblioteca Histórico Militar de la ciudad, adonde se ha desplazado El Faro.

De 1681 a 1935
A lo largo de 141 páginas, el autor hace un recorrido por los tratados internacionales y otros documentos de importancia “ajustados por Marruecos” (término diplomático empleado por Ibn Azzuz) entre 1681 y 1935.
“La historia de sus relaciones diplomáticas corre pareja con la de la dinastía alauita”, destaca el historiador. Fue en el siglo XVIII cuando la casa real marroquí inició una intensa actividad diplomática, que incluyó acuerdos con distintas potencias europeas.
También hubo mucha relación con los Estados Unidos de América, que obtuvieron la independencia a finales de ese siglo. Desde entonces, Marruecos ha mantenido un trato privilegiado con los norteamericanos.

Primeros tratados
Uno de los primeros pactos a resaltar fue firmado en julio de 1681 con Francia, un tratado de paz que dos meses más tarde dio lugar a otro de amistad. Pero los convenios más importantes llegaron varias décadas después.
Así, en 1767 cabe destacar el Tratado de Paz, Comercio, Navegación y Pesca con España. Lo firmó en representación del rey Carlos III el marino Jorge Juan, quien ejercía de embajador extraordinario ante la corte del sultán Mohamed XIII. Y dos años antes, Marruecos había alcanzado sendos acuerdos comerciales con Inglaterra y la República de Venecia.
Las relaciones hispano-marroquíes, sin embargo, sufrieron altibajos a lo largo del XVIII y el XIX. Pocos años después del citado acuerdo comercial, las tropas del sultán sitiaban Melilla, un asedio que se prolongó entre diciembre de 1774 y marzo del año siguiente. No sería hasta junio de 1785 cuando las dos naciones acordaron un “arreglo comercial y aduanero”. Un año más tarde, Marruecos firmaba un tratado de paz con Norteamérica, origen de sus fluidas relaciones diplomáticas.

Siglo XIX
En 1860, españoles y marroquíes se enfrentaron en la llamada Guerra de África, que se saldó con la victoria de los primeros. El 26 de abril de 1860 se celebraba en Tetuán el tratado de paz y amistad entre los dos países, conocido como Tratado de Wad-Ras, nombre de la batalla que decidió el conflicto a favor de los españoles.
En octubre de 1861, llegó un pacto que afectaba directamente a Melilla. Su objetivo consistió en “arreglar las diferencias suscitadas sobre el cumplimiento del convenio de límites” de la ciudad, que había sido acordado en agosto de 1859 y vuelto a abordar tras el tratado de Wad-Ras.
En los años posteriores, llegaron nuevos acuerdos y actas relativas a las fronteras de la ciudad. Por ejemplo, uno fechado en 1862 “de demarcación de los nuevos límites de Melilla”, y otro del año siguiente sobre la conservación de dichos límites. Y en 1866, se fijaba el establecimiento de una aduana en la frontera.

Tiempos del Protectorado
En el año 1912, España y Francia establecían sus respectivas zonas de protectorado en el territorio marroquí. De esta forma, la parte bajo control español pasaba a conocerse como “Zona Jalifiana”, mientras que la “Zona Sultaniana” correspondía al dominio de los franceses.
De esa época datan numerosos acuerdos en los que Marruecos ya no aparece como un sujeto jurídico, sino que lo hacen en su lugar las mencionadas zonas sultaniana y jalifiana.
Uno de los convenios más importantes fue el que afectaba al ferrocarril Tánger-Fez, acordado entre los gobiernos de España y Francia en 1914.
Por parte española, lo firmó el general Marina, entonces alto comisionado de España en Marruecos, quien por cierto tiene una calle dedicada en Melilla junto al Parque Hernández.

Dictadura de Primo de Rivera
Asimismo, cabe destacar otro pacto franco-español celebrado en el año 1928 y correspondiente a asuntos de navegación aérea.
En esa época, España estaba bajo la dictadura del general Primo de Rivera, y fue el propio dictador quien puso la rúbrica a ese acuerdo.
El pacto más ‘reciente’ mencionado en la obra de Mohammad Ibn Azzuz, data del mes de octubre del año 1931, ya en plena Segunda República española y consistió en un “acuerdo entre la Zona Jalifiana y la Administración de España sobre el giro telegráfico entre ambas”.
El Protectorado de Marruecos se mantendría hasta 1956, cuando el país alcanzó la independencia. Justo siete años antes de la publicación de este libro que la Biblioteca Histórico Militar ha mostrado a los lectores a lo largo de este mes de marzo.

 

Los límites de Melilla en el siglo XIX

Melilla ha sido y continúa siendo una pieza clave en las relaciones hispano-marroquíes. Y entre los asuntos que más actividad diplomática han suscitado se encuentra el de los límites fronterizos de la ciudad con el reino alauita.
España y Marruecos se enfrentaron en un conflicto armado en 1860. La guerra concluyó con la victoria de las tropas españolas en la batalla de Wad-Ras, tras la cual se firmó el 26 de abril de ese año el tratado de paz del mismo nombre.
En octubre de 1861, tuvo lugar otro tratado, en esta ocasión para solucionar las diferencias suscitadas sobre el convenio de límites de Melilla que había sido alcanzado en 1859.
Los acuerdos no resultaron definitivos, puesto que el 26 de junio de 1862, España y Marruecos tuvieron que firmar un nuevo pacto, el acta de demarcación de los nuevos límites de Melilla.
Tras ese acuerdo vendría otro el año siguiente, que confirmaba la conservación de los límites pactados en 1862.
En 1866 comenzó a normalizarse la situación en la frontera con la apertura de una aduana. Sin embargo, en las décadas posteriores surgieron nuevas disputas sobre la delimitación fronteriza, que llevaron a la firma en 1891 de la denominada Acta de Replanteo de los límites de Melilla.

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