Categorías: Editorial

Marruecos, vertedero incontrolado de Melilla

Ya no hay neumáticos usados en los cauces del río. Hasta hace unos meses estos residuos formaban parte del paisaje, lo que lógicamente provocaba encendidas críticas de Guelaya.

Hoy estos mismos ecologistas aseguran que los neumáticos han dejado de contaminar nuestro medio ambiente. Sin embargo, advierten de que es muy posible que el problema no haya desaparecido. Más bien parece que sólo se ha trasladado. Concretamente, puede localizarse ahora al otro lado de la frontera. Los ecologistas afirman que los neumáticos usados han pasado a formar parte del ‘comercio atípico’ con Marruecos. De hecho, son un medio de subsistencia para muchas familias del país vecino.
En conclusión, podemos congratularnos de que en Melilla, en relación a este residuo, cumplimos con la legislación, tanto nacional como europea. No obstante, el problema continúa a sólo unos centenares de metros más allá, donde nuestras leyes no tienen ninguna fuerza y, aunque la tuvieran, no hay medios ni concienciación social para ponerlas el práctica.
No podemos permitir que nuestros residuos, que deben recibir un tratamiento para rebajar su potencial contaminante, acaben al otro lado de la frontera sin ningún tipo de control. A parte de razones éticas de todo tipo, el sentido práctico señala que no tiene ningún sentido tratar de mantener nuestro territorio impoluto cuando no tenemos ninguna posibilidad de conseguirlo porque tarde o temprano vamos a sufrir las consecuencias de la contaminación descontrolada del otro lado de la frontera.
Si hubiera realmente interés por poner fin a este problema, no habría grandes dificultades para prohibir el paso de neumáticos usados por nuestros pasos fronterizos. Tampoco existirían dificultades, si se quisiera, para impedir la ‘exportación’ de recipientes de plásticos o cualquier otra clase de residuos ante los que se hace la vista gorda en la frontera.
Hace meses que el consejero de Medio Ambiente, José Ángel Pérez Calabuig, anunció que esta peculiar clase de ‘comercio atípico’ no se iba a permitir. Uno de los objetivos de esta restricción en el paso de estas ‘mercancías’ por la frontera era acabar con la actividad de los individuos que escarban en los contenedores de basuras en busca de residuos ‘reciclables’. No se ha conseguido, como tampoco ha logrado el consejero de Seguridad Ciudadana, Javier Calderón, acabar con los mecánicos ilegales que llevan a cabo reparaciones en plena calle, sin ningún tipo de precaución con las sustancias contaminantes, que los talleres con todos los papeles en regla manipulan conforme a la correspondiente legislación.
Aunque en nuestros cauces ya no haya neumáticos usados (como en la fotografía), todavía queda mucho por hacer en Melilla a favor del medio ambiente. El primer paso, no arrojar nuestra basura al vecino, aunque sea un modo de vida para muchos de sus ciudadanos. Marruecos no puede ser el vertedero incontrolado de Melilla

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