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Marruecos refuerza su presencia en Guerguerat con la instalación de un puesto militar en la llamada 'zona colchón'

Un año después de la operación militar de Guerguerat, que rompió un alto el fuego de décadas en el Sahara Occidental, Marruecos ha reforzado su presencia con la instalación de un puesto militar en la llamada 'zona colchón'.

La operación militar de Marruecos en el paso fronterizo de Gueguerat -entre el puesto aduanero marroquí en el Sáhara Occidental y el de Mauritania- cumplió su primer aniversario coincidiendo con su apertura al tráfico regular de viajeros y no solo a los camiones.

Las Fuerzas Armadas Reales (FAR) de Marruecos lanzaron en esta franja una operación militar el 13 de noviembre de 2020 para desalojar a un grupo de activistas saharauis que habían bloqueado esa vía durante dos semanas a todo tipo de circulación.

A partir de este paso pegado al Atlántico y considerado como una puerta comercial clave para Marruecos con el resto del África subsahariana, comienza la llamada "zona colchón", una franja desmilitarizada de varios kilómetros que discurre desde el mar de este a oeste entre las fronteras del Sáhara y Mauritania y luego de sur a norte entre el territorio saharaui y Argelia.

El Frente Polisario considera esta zona de nadie como "tierras liberadas" y el paso como una frontera "ilegal" de la que hace uso Marruecos, el país que de facto controla el Sáhara Occidental.

Guerguerat ya fue objeto de un anterior episodio de tensión en agosto de 2016 cuando Marruecos decidió asfaltar la carretera para agilizar el tráfico, a lo que se opuso el Polisario.

La situación llegó hasta el punto de que las fuerzas del Polisario y el Ejército marroquí estuvieron a menos de 120 metros de distancia, antes de la retirada unilateral de los efectivos marroquíes bajo órdenes del rey Mohamed VI a petición del secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

Tras la operación militar de 2020, Marruecos declaró segura y bajo control esta zona, anunció la construcción de casas para los funcionarios de aduanas y que completaría unas obras -que había iniciado en 2016- de asfaltado de una carretera de unos cuantos kilómetros para facilitar el tráfico rodado de mercancía.

A pocos días del aniversario, las autoridades marroquíes anunciaron la apertura del paso a todo tipo de viajeros, y no solo a camioneros, con la condición de cumplir con las medidas de precaución en vigor contra la covid-19.

La posición de Marruecos tras esta operación militar se ha fortalecido tras el reconocimiento en diciembre de 2020 de la soberanía marroquí sobre el Sáhara por parte del expresidente estadounidense Donald Trump.

Al mismo tiempo, la operación de Guerguerat ha desencadenado desde entonces una nueva escalada de tensión en la zona después de que Ibrahim Ghali, presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y líder del Polisario, anunciase roto el alto el fuego, firmado en 1991, y declarase la guerra a Marruecos.

Esto se tradujo en enfrentamientos esporádicos en algunas posiciones cerca del muro de defensa marroquí, que discurre en medio de la "zona colchón", hostigamientos que Marruecos nunca ha reconocido ni ha comentado.

En cambio, la Agencia saharaui de noticias "spsraasd.info" viene desde entonces publicando "partes de guerra" diarios sobre supuestos ataques y bombardeos de las fuerzas de la RASD contra el ejército marroquí y sobre bajas de ambos lados, sin ninguna reacción por parte de Rabat.

Una de las destacadas bajas anunciadas por el Polisario fue la del jefe de la Guardia Nacional saharaui, Adah el Bendir, que según los saharauis fue alcanzado el pasado abril por un dron lanzado por el Ejército marroquí.

El episodio de Guerguerat también ha hecho escalar la tensión entre Marruecos y Argelia. Este último rompió el pasado agosto sus relaciones bilaterales con el país vecino.

Una situación que se produce en un contexto marcado por el nombramiento el pasado octubre del nuevo enviado especial de la ONU para el Sáhara (puesto que llevaba vacío cerca de dos años y medio), el italo-sueco Staffan de Mistura, que tendrá la difícil tarea de acercar posiciones entre partes más opuestas que nunca.

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