Opinión

Marruecos quiere nuestros barcos

Marruecos consiguió que muchos de los empresarios que tenían sus negocios de venta al por mayor en las inmediaciones de la frontera de Beni Enzar se marcharan a Nador, forzados por la prohibición del comercio atípico desde Melilla, el cierre de la aduana comercial y luego de la frontera y la imposibilidad de poder importar productos en territorio marroquí desde nuestra ciudad.

Ahora quiere llevarse los barcos y por eso ha estrechado el cerco sobre las embarcaciones de recreo melillenses hasta el punto de que circula por Melilla la anécdota de que a un conocido empresario de la ciudad le rompieron en su cara la carta verde de su embarcación en un control de una patrullera marroquí.

Yo no pongo la mano en el fuego por la veracidad del cotilleo, pero he hablado con un melillense que me contó que hace unos cinco años, la Gendarmería marroquí lo paró a la espalda del faro de Melilla La Vieja y le pidió los papeles. Según me cuenta, él se puso bravo y aquello terminó defendiendo su derecho a navegar por aguas de Melilla. El incidente no fue a más y le dejaron seguir. Esto significa que el acoso no es nuevo, sólo que ahora es persistente, como el covid.

El empresario melillense al que supuestamente le rompieron la carta verde en su cara no denunció lo ocurrido a la Guardia Civil porque en ese momento estaba en Marruecos y si hubiera estado en Melilla tampoco lo habría hecho por el mismo motivo por el que hasta hoy nadie ha interpuesto una denuncia ante el acoso marroquí. Si lo hacen, la Gendarmería del país vecino se queda con su matrícula y ese no vuelve a salir de Melilla en la vida.

Y de eso se trata: de asfixiar a los dueños de embarcaciones de recreo matriculadas en la ciudad con la clara intención de que claudiquen y accedan a amarrar sus barcos en el Puerto marroquí del Atalayón.

Me comentaba el dueño de un barco que este fin de semana estuvo en Aguadú y dice que no vio regresar de Marruecos a las cerca de 80 embarcaciones de Melilla que habitualmente pasan el fin de semana navegando por la costa marroquí.

Los propietarios de barcos melillenses tiran de prudencia y ya no salen de nuestras aguas porque aseguran que una moto de agua va navegando y ve a una patrullera marroquí y se da la vuelta en un santiamén, pero un barco no puede hacer lo mismo. Así que ahora no salen de Melilla y no se separan de la costa más de 500 metros, que es lo que entienden que son las aguas jurisdiccionales españolas.

No quieren arriesgarse a una multa, porque en nuestra ciudad, tener un barco no sale igual de caro que amarrarlo en Fuengirola o Marbella. Aquí puede costar unos 100-120 euros al mes (para una eslora de 5 a 6 metros) el amarre, frente a los 400 euros/mes que puede costar ese mismo barco en un puerto de la península.

Eso significa que quien tiene barco en Málaga, seguramente se mueve en el Mercedes del año y tiene un poder adquisitivo importante. Aquí no necesariamente. Pero esa es una de las ventajas que tiene vivir en Melilla, que se podría perder pese a los halagos que el rey de Marruecos lanzó a España este fin de semana coincidiendo con la visita que el presidente Emmanuelle Macron hará a Argelia este 25 de agosto.

No hay que olvidar que Macron se ha distanciado de Marruecos desde que le pincharon el teléfono y se atribuyó el pinchazo a los servicios secretos marroquíes. En el caso de Pedro Sánchez, también ha habido pinchazo y también se especula con que fue marroquí, pero los españoles seguimos sin saber quién fue o qué información comprometida le 'soparon' al presidente, aunque en principio todo apunta a que fueron vídeos sin importancia de TikTok, a juzgar por lo bien que se lo ha tomado el socialista.

Salvo la pregunta que presentó el diputado Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu en el Congreso, a nadie más se le ha movido un músculo de la cara para protestar en nombre de los propietarios de barcos de Melilla ante el acoso de Marruecos.

No estamos hablando de un grupúsculo de privilegiados. Hablamos de 397 propietarios a los que el punto de amarre más las ventajas de matriculación les sale rentable permitirse el capricho, el hobby o el placer de navegar.

Obviamente, el acoso trascenderá nuestras fronteras y llegará el momento en que nadie que no sea de Melilla querrá entrar a nuestro puerto si puede hacerlo en el de Marruecos.

Y yo me pregunto, ¿a qué estamos esperando para sentarnos a hablar con el Gobierno marroquí sobre lo que está sucediendo en Melilla? ¿Vamos a seguir jugando a que Marruecos es un socio estratégico? Con los socios, se negocia y se llega a acuerdos.

Es cierto que son sus aguas. Es cierto que tienen derecho. Es cierto que ha habido abusos por parte de los narcos y los traficantes de inmigrantes, pero también es cierto que aquí están pagando justos por pecadores.

Resulta que la droga sigue entrando a Melilla. No la vemos, pero entra, como mismo le entra el agua al coco. Y para que la droga entre, tiene que salir de Marruecos y para que eso ocurra, la vía más fácil es sobornando a quienes vigilan, si no, las pérdidas pueden ser millonarias.

No podemos seguir tragando con el cuento de que están cercando al crimen organizado porque aquí es nuestra gente la que sufre el exceso de celo del control marroquí.

Nadie se compra un barco para pescar en Dique Sur. Nunca antes habíamos tenido una relación tan difícil con Marruecos. Les hemos entregado el Sáhara y, de momento, lo único que hemos conseguido es que nos abran un pasillo humanitario para el reencuentro de familias melillenses y marroquíes.

Por la frontera sigue sin salir ni un Danone. Y por el Puerto entra todo el pasaje de la OPE que podría hacer el trayecto Almería-Nador o Motril-Alhucemas, sin necesidad de pisar Melilla, pero prefiere viajar por nuestra ciudad. Algo tiene el agua cuando la bendicen.

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