Marruecos se pregunta si España "desea sacrificar su relación bilateral" por el caso de Brahim Ghali, y sigue esperando "una respuesta satisfactoria y convincente" sobre ese asunto por parte del Gobierno español, dijo el ministro marroquí de Exteriores, Naser Burita, en entrevista con Efe.
El ministro marroquí recalcó que su país aún no ha recibido de Madrid respuestas a las preguntas que planteó el pasado fin de semana en un comunicado público en referencia a la hospitalización del líder del Polisario, enfermo de covid, en España, un ingreso que la ministra española de Exteriores justificó "por razones humanitarias".
"¿Por qué las autoridades españolas consideraron que no había que informar a Marruecos (de la llegada de Ghali a España)?, ¿por qué prefirieron coordinar con los adversarios de Marruecos (en alusión a Argelia)?, ¿es normal que nos hayamos enterado por la prensa?", insistió Burita.
Consideró que este episodio "es un test sobre la fiabilidad de nuestra relación y su sinceridad, y sobre si son algo más que un eslogan", y lo comparó con el trato que Rabat ha dado en el pasado a los líderes independentistas catalanes.
"Cuando España se enfrentaba al separatismo (catalán), Marruecos fue muy claro, y al más alto nivel: rechazando todo contacto e interacción con ellos e informando a nuestros socios (españoles). Cuando (los catalanes) nos pedían que los recibiéramos en el ministerio, exigíamos que alguien de la Embajada de España estuviera presente", dijo.
"Con los socios, no se maniobra por la espalda para una cuestión (el Sáhara) que es fundamental para Marruecos", subrayó.
Preguntado sobre si este incidente puede afectar a la celebración de la Reunión de Alto Nivel entre los dos gobiernos, prevista en diciembre y pospuesta ahora sine die, Burita se limitó a recordar lo que su gobierno pide de España: "Claridad, primero hay que clarificar las cosas".
Burita consideró que el "caso Ghali" refleja "la doble cara del Polisario: mientras que sus dirigentes tienen derecho a un avión particular y a una nueva identidad (con la que supuestamente se hospitalizó en Logroño), su población secuestrada en Tinduf no tiene ni mascarillas ni gel hidroalcohólico, mientras son devorados por el covid en la indiferencia más total".
Para el ministro, España está cerrando los ojos ante las "atrocidades" de Ghali: "es un violador que toleró la esclavitud, la tortura, los crímenes de guerra, los niños soldados y el genocidio, y España lo sabe antes que nadie. ¿Desea sacrificar su relación con Marruecos por esta persona?", subrayó.
Se refirió también a las denuncias presentadas contra Ghali por la Asociación Saharaui de Defensa de Derechos Humanos y por la Asociación Canaria de Víctimas del Terrorismo: "¿Dónde está la justicia española en todo esto?, ¿ningún juez ha creído necesario actuar ante estas demandas?", se preguntó.
Y con respecto a la responsabilidad histórica que España tiene en el Sáhara como antigua potencia colonial, lo consideró "un pretexto que ya no se sostiene", argumentando que España también colonizó territorios como Sidi Ifni o el protectorado español en el norte de Marruecos y ahí actúa "con normalidad".
"No podemos quedarnos prisioneros del pasado español", insistió.
Burita reconoció que con España, Marruecos tiene "un partenariado global: político, económico, comercial, humano y policial", y ahí entra la cuestión migratoria, pero no cabe pensar que es "una relación a la carta: cuando se trata (para España) de maquinar con Argelia y el Polisario, Marruecos sale de la pantalla del radar de España, pero cuando hablamos de emigración o del terrorismo, volvemos a ser importantes".
Recalcó una vez más que su país se niega a ser "el gendarme" de la Unión Europea en cuestión migratoria: "La emigración necesita un tratamiento global, no solo financiero: debemos ser asociados a la visión, a la formulación de estrategias, y no solo a su puesta en marcha a cambio de una cantidad de dinero", recordó.
El ministro lamentó que los temas migratorios dependan en Europa de cuestiones políticas: "los sondeos políticos, las presiones y los plazos electorales llevan a los europeos a consideraciones cortoplacistas", comentó, antes de pedir "no diabolizar el fenómeno migratorio".
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