Marruecos nos ha demostrado la fragilidad de la soberanía española en las ciudades autónomas del norte de África. En cuestión de horas han entrado entre 6.000 y 8.000 personas a Ceuta y otros 80 han saltado la valla de Melilla. El aviso se entiende clarito: no podemos descartar otra Marcha Verde como la que truncó el referéndum en el Sáhara Occidental en 1975.
Esto es sólo un adelanto de lo que puede hacer Rabat cuando le dé la gana sin esperar reproches de la comunidad internacional, más allá de un tuit y una llamada telefónica desde Europa. Nos ha sabido a poco, pero es la primera vez que la UE ratifica alto y claro la españolidad de Melilla y Ceuta y le para los pies a Marruecos.
En la cara opuesta tenemos al secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, llamando ayer por teléfono al ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita, para hablar del conflicto entre palestinos e israelíes y destacar la “sólida relación bilateral” que hay entre ambos. Tomamos nota. Todavía Biden no ha levantado el teléfono para hablar con Pedro Sánchez y ya hay compadreo con la camarilla de Mohamed VI. Prohibido olvidar.
Aznar avergonzó a Marruecos en 2002, cuando el reino alauí intentó mover ficha con el islote de Perejil. Ahora, otra vez, Rabat vuelve a atacar por Ceuta. Nos mantiene a todos entretenidos con la asfixia económica de Melilla, pero lo que de verdad le pone es Ceuta.
La ministra marroquí, Karima Benyaich, ayer se quedó a gusto cuando soltó el bombazo que se han empeñado en ocultar los ministros del Gobierno social-comunista de España. Dijo con todas las letras que los actos entre dos países tienen consecuencias, en abierta alusión al conflicto por la entrada en nuestro país del líder del Frente Polisario Brahim Ghali para atenderse en un hospital de Logroño.
Durante su visita relámpago a Ceuta y Melilla, Pedro Sánchez huyó ayer de esa verdad como quien huye de la peste y lo más atrevido que se le escuchó decir es que “defenderá la integridad de España”. ¿Qué menos?
El problema está que entre querer y hacer hay un abismo de por medio. ¿Cuánto le habría durado esta crisis a José María Aznar? Después del manotazo que le dio a Marruecos por la invasión de Perejil, Rabat se recogió al buen vivir y en los últimos nueve años no nos ha dado vuelto a molestar, militarmente hablando.
Con la jugarreta de hacer la vista gorda y alentar la marcha sobre Ceuta y los saltos a la valla en Melilla, Rabat busca también otros objetivos. No podemos descartar que, como efecto secundario, le hayan encargado distraer la atención de los bombardeos israelíes en Gaza, después de disparar contra el edificio que acogía la sede la prensa internacional sin pruebas de que en ese inmueble estuviera una oficina de inteligencia de Hamás.
También le ha servido para demostrar a España que va en serio la amenaza lanzada por su primer ministro Saadedín Al Othmani en diciembre pasado, diciendo que después del Sáhara irían a por Melilla y Ceuta.
Y en tercer lugar busca colocar en el centro del foco informativo de un Gobierno supuestamente progresista la polémica de las devoluciones en caliente que todos hemos visto ayer en el Tarajal.
No puede haber mano blanda con Marruecos. Ahora mismo Ceuta y Melilla necesitan la presencia no de Sánchez, que ha demostrado su incapacidad para reconducir diplomáticamente una situación que se le ha ido de las manos. Necesitamos saber que la corona de España está con nosotros y defiende la españolidad de esta tierra.
En este momento de preocupación para todos los que queremos y defendemos la españolidad de las ciudades autónomas, lo último que queremos es escuchar a Feijoó, en medio de la marcha sobre Ceuta, diciendo que Marruecos es un país aliado. No lo es por mucho que el PP se empeñe en querer venderlo como tal. Marruecos ha invadido nuestra soberanía y hay que responder con contundencia.
Hemos visto los vídeos de mejanis abriendo las vallas de Ceuta para dejar pasar a los migrantes. Se están aprovechando de la pobreza y el dolor de quienes menos tienen. Están manipulando a los pobres entre los pobres y lo peor de todo, nos están metiendo en Ceuta menores que no podemos devolver. ¿De qué sirven repatriar a 4.000 adultos cuando tenemos que quedarmos con 1.500 menores extranjeros en Ceuta, un 15% del total de niños marroquíes que tenemos acogidos en toda España?
Melillenses y ceutíes nos sentimos desprotegidos. Llevamos años reclamando al Gobierno que le frene los pies a Marruecos y ha dejado que Rabat se crezca en su soberbia. ¿Qué pasa si 10.000 personas empiezan a empujar desde Marruecos la valla de Melilla? ¿Vamos a disparar nuestros tanques contra civiles?
Esto ha ido demasiado lejos. Aquí no valen paños tibios. Europa, por fin, ha levantado la voz para decir que nuestra frontera es española. Esa victoria nos la ha servido Marruecos en bandeja de plata. Pero no es suficiente. Una crisis no se acaba a golpe de tuit.
En estos momentos no valen tibiezas. Marruecos tiene que respetarnos.
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