Tiene 65 años, está a punto de jubilarse, es hijo de Regulares y se define como "nativo" de esta ciudad. Él lamenta que nadie se preocupe por los problemas de los melillenses de toda la vida que pasan penurias todos los fines de semana en la frontera para cruzar a Marruecos por el único carril que el país vecino destina a los residentes en la ciudad, mientras hay otros cuatro carriles habilitados para los pasajeros de la Operación Paso del Estrecho (OPE).
"A nosotros nos tienen aquí marginados", se queja y cuando habla de nosotros se refiere a quienes como él nacieron en Melilla y sus padres y sus abuelos también. Cree que el suyo es un voto despreciado porque con el tiempo se ha dado cuenta de que no le interesa ni a la derecha ni a la izquierda. Los unos pasan y a los otros él los nota más preocupados por los nuevos melillenses que por los que tienen raíces en estas tierras desde tiempos inmemoriales.
Dice que cuando alguien pregunta en la frontera por qué no se hace algo por ayudar a los melillenses que no pueden salir a Marruecos, les contestan que o es cosa de "arriba" o es cosa "de Marruecos".
Es obvio que cualquiera de las dos respuestas es inaceptable. Tanto si es cosa de arriba como si la responsabilidad está del otro lado de la valla, alguien tendrá que ponerse en contacto con Marruecos para que deje de machacar a la gente de Melilla que sale a Beni Enzar no porque quieran gastarse su dinero en Nador pudiendo hacerlo en Melilla sino porque salir Beni Enzar aquí es como ir de Alicante a Campello; de Cádiz a Chiclana o de Marbella a Mijas (salvando las distancias). Salir a Marruecos no deja de ser ir al pueblo de al lado.
Justo ayer un melillense, también de toda la vida, pero de los que no salen a Marruecos, me comentaba que se iba a la península a pasar unos días porque lleva tres años sin salir de la ciudad y siente que se le va la vida, que ya no puede más. Y eso me hizo pensar en otro motivo para no criticar las salidas de quienes, haciendo uso de su libertad y sus derechos, salen todos los fines de semana al país vecino.
Mucha gente que ha nacido aquí probablemente se ha comprado o quiere comprarse algo para pasar el verano fuera de la ciudad y no tiene ganas de pagar un billete de barco con coche para ir a la península. Por eso se lo compra en el país vecino a pesar de la inseguridad jurídica que, en mi opinión, tiene esta operación. Así que los fines de semana, recoge la familia y se va a respirar otros aires.
Y es entonces cuando se tiene que enfrentar al desprecio de las autoridades marroquíes, de la misma manera que el resto nos enfrentamos a la escasez de billetes para salir de Melilla en barco en avión.
En definitiva, lo que quiero decir es que se equivoca quien crea que la venganza de Marruecos afecta solo a quienes quieren cruzar la frontera a diario o los fines de semana. No los marginan por ser de una u otra religión; de una u otra raza. Los marginan por ser españoles y vivir en Melilla.
Antes de que se abriera la frontera se dijo que no queríamos que las cosas volvieran a ser como antes, pero desgraciadamente, esto ya lo hemos vivido. Pese a que el presidente Pedro Sánchez acordó con el rey Mohamed VI la renuncia a los actos unilaterales, en la práctica Marruecos sigue imponiendo sus normas en la frontera.
Y este es un tema delicado porque Marruecos es soberano para tomar las decisiones pertinentes en su territorio. Pero de la misma manera que la Delegación del Gobierno habló con el Gobierno de Nador en los días previos a la reapertura de la frontera, podría ahora intentar un acercamiento para resolver una situación que depende en gran medida de la buena voluntad de los aduaneros del país vecino. Bastaría una llamada del gobernador para apaciguar las quejas.
Alguien tiene que decirle a Marruecos que si bien es cierto que la gente de la Operación Paso del Estrecho tanto a la entrada como a la salida de Melilla merece prioridad porque o vienen de un viaje largo o les esperan muchos kilómetros por delante, también hay que buscar la manera de que la gente de Melilla no se vea castigada porque eso lo único que provoca es rechazo a la OPE que es lo mismo que hablar de rechazo a lo marroquí.
Estoy convencida de que si se hace un estudio en estos momentos sobre el grado de aceptación que tiene la marca Marruecos en España, con toda certeza suspende y eso no es bueno para Rabat si quiere reactivar el turismo y volver a las cifras prepandemia.
Somos muchos los melillenses que antes salíamos por la frontera y que ahora no lo hacemos. Aún así, según la Delegación del Gobierno, en los dos meses que llevamos con el paso fronterizo de Beni Enzar abierto han entrado o salido 360.000 personas y 90.500 vehículos. No son cuatro familias las afectadas por la arbitrariedad de Marruecos. No son cuatro los maltratados. Y eso sin contar con los registros exhaustivos y el exceso de celo que sinceramente creo que busca desincentivar las visitas.
El problema es que parece que defender a esta gente es tirar piedras sobre el tejado de nuestros comercios y no es así. Alguien tiene que mirar por ellos. Alguien tiene que pedir en Madrid que haga algo para que no machaquen a nuestra gente porque lo que está pasando en la frontera es más propio de la vieja frontera que de unas relaciones renovadas.
¿De verdad hemos roto relaciones con Argelia en plena crisis del gas para esto? Marruecos no valora el sacrificio del presidente Pedro Sánchez. Lo han zarandeado por apoyar el plan de autonomía marroquí para el Sáhara sin que, de momento, se noten destellos de buena voluntad por parte del país vecino para normalizar la reapertura de la aduana comercial y el tránsito fronterizo.
No me extraña que con estos truenos, de 250 solicitudes de renovación de permisos a trabajadores transfronterizos, sólo se hayan admitido 84 en Melilla. Da mucha pena que al final sean los trabajadores quienes paguen las consecuencias de la falta de sintonía política y de diálogo constructivo entre las autoridades de los dos países.
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